Fragmentos del diario personal de Kant
* NOTA IMPORTANTE. El equipo de investigación de este blog no garantiza la fiabilidad de estos documentos (ni la fiabilidad de nada, en general), ni sabe de dónde han salido, ni si son verdaderos "a priori" o "a posteriori" o a "vete-tu-a saber (¡que ya eres mayor de edad!)".
Königsberg. 2 de junio de 1770.
Leo a Newton y me olvido del escepticismo que me inspira Hume. Los hallazgos de la ciencia de nuestro tiempo me maravillan cada vez más.
Y a su lado las ideas de los metafísicos me parecen quiméricas y oscuras.
¿Cómo es posible que en poco más de doscientos años la nuova scienza que fundara Galileo
haya aportado más luz sobre los extraños mecanismos del mundo que el
pensamiento de los filósofos durante dos mil?... Las leyes del universo descubiertas por Newton, o las verdades de la geometría, no son razonamientos vacíos de contenido, describen el mundo que veo y habito. ¡Pero a la vez parecen verdades tan
innegables como las más puras verdades lógicas! ¿Cómo es esto posible?...
Pienso en juicios como “todo cambio es producido por una causa o fuerza”, o en
este otro: “la línea recta es la distancia más corta entre dos puntos”. Es
claro que estos juicios son sintéticos, no analíticos. Pues del concepto de cambio no se deduce
fuerza alguna. Y de la noción de línea recta tampoco es deducible cómo ha de ser la distancia más corta entre dos puntos. Así que estos juicios proporcionan conocimientos novedosos, y
podemos describir con ellos la experiencia cotidiana ¡Pero a la vez parecen
verdades indudables, cuya verdad es previa o independiente de toda experiencia! Hubiera
o no cambios o distancias en este mundo que veo, la verdad de esos juicios me
parecería la misma. Es imposible que ocurra algo sin una causa que lo provoque.
Y es innegable que entre dos puntos el camino más corto es la línea recta. Así que se diría que estos conocimientos de la física o la matemática reúnen las virtudes del
racionalismo y del empirismo: la universalidad y la necesidad de las verdades
racionales, y el contenido informativo de las verdades empíricas. Es decir, lo
“a priori” y lo “sintético”. ¿Será esto posible? Tengo que pensarlo más.
Königsberg. 5 de junio de 1770.
Sigo reflexionando sobre los hallazgos de la ciencia ¡Y qué
extrañeza la mía! Sus teorías, sus fuerzas causales y sus líneas rectas describen a la
perfección el mundo que veo, ¡sin ser verdades completamente empíricas!, pues yo nada podría ver de
esas causas y líneas geométricas (que no son objetos sensibles). De otro lado, sus
verdades tienen la validez de los juicios a priori, sin ser verdades lógicas
(¿acaso trata la lógica de cambios y distancias?). En suma: hablan del mundo,
pero no son del mundo. Su verdad es independiente de la experiencia, pero tampoco es
lógica. ¿Qué son entonces? A estos extraños conocimientos los llamaría “juicios
sintéticos a priori”. Pero la pregunta que no me deja apartarme de mi mesa de trabajo es esta: ¿cómo son posibles
tales juicios? ¿Cómo es posible un
conocimiento tan preciso sobre el mundo y, a la par, tan independiente del
mundo? Tras reflexionar durante varias horas me alcanza el sueño. Tal vez con los ojos cerrados mi mente, a solas consigo misma, encuentre la solución...
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