lunes, 22 de septiembre de 2025

6. Phýsis y Arkhé: ¿cuál es la naturaleza de la naturaleza?


El problema más fundamental de la filosofía es siempre el mismo: saber qué es la realidad. O como decían los primeros filósofos griegos, saber qué es la “phýsis” (la “naturaleza”). Ahora bien, para conocer la naturaleza no basta con observarla. Lo único que inmediatamente observamos en ella es un montón de cosas o seres en perpetuo movimiento y cambio. En otras palabras: un caos (ya lo decían los mitos: al principio era el caos...). Y no solo es un caos a la vista, también lo es al entendimiento. Si las cosas son muchas (nos dice la razón), han de ser infinitas (no hay dos sin tres, ni tres sin...), tanto en el espacio (infinitamente divisibles) como en el tiempo (infinitamente cambiantes). Pero si las cosas son infinitas han de ser también infinitamente diferentes unas de otras (y cada una de sí misma). Ahora bien, ¿qué cosa puede ser una cosa que no tenga nada en común con las demás cosas? ¡Ni siquiera tendría en común el ser "cosa"! ¿Y qué será algo que no tenga nada en común consigo mismo? ¡No sería nada, pues todo lo que es, es, al menos, igual a sí mismo!... Además. ¿Por qué son como son estas extrañas y presuntas "cosas"? ¿Por qué se mueven y cambian tal como lo hacen?... Así planteado, y a poco que lo veamos y pensemos, el mundo es algo caótico, imposible, inexplicable... 


¿Y podemos vivir así, pensando que todo lo que pasa (y nos pasa) es inexplicable, azaroso y caótico (y, por ello mismo, temible)? Nuestra razón se rebela ante esto y busca buscar explicaciones, causas, leyes en torno a las cuales ordenar las cosas. No puede ser que el mundo sea así de absurdo y caótico. Al fin y al cabo, si la realidad fuera completamente incomprensible ni siquiera la comprenderíamos como tal; y es un hecho que comprendemos lo ilógico y caótico del mundo, por lo que ha de haber algo de razón y orden en ese mundo, aunque solo sea en nuestra mente. Además, por contradictorio que resulta, en el mundo que vemos percibimos identidades, intuimos causas, sospechamos un cierto orden...


Una primera hipótesis filosófica en torno al problema de afrontar una realidad que se nos muestra como imposible y caótica consiste en pensar que la realidad tal como se nos presenta de forma inmediata no es la verdadera realidad, sino una realidad falsa o disminuida, una apariencia o reflejo de la realidad de verdad. Esta distinción entre realidad y apariencia se encuentra también en la mayoría de las religiones del tiempo axial, pero en la filosofía va a desarrollarse de un modo estrictamente racional: dado que, como hemos razonado antes, la realidad no puede ser enteramente ilógica y caótica, ha de existir un nivel de realidad (otra realidad, quizás) que proporcione esa dosis de racionalidad y orden (unidad, causalidad, leyes) a la realidad que vemos. Esta última va a denominarse entonces "realidad aparente", y el nivel de realidad que permite entender y justificar esa realidad aparente va a denominarse "realidad real", o "realidad" a secas. El mundo o realidad aparente es el mundo tal como se nos "aparece" de forma inmediata, sin reflexión; o dicho de otro modo, el mundo tal y como "nos parece" que es, es decir, el mundo prejuzgado por la "opinión". El mundo o realidad real es, en cambio, el mundo tal como es; no el mundo que nos "parece" que es, sino el mundo de verdad, el mundo que descubrimos tras la reflexión o investigación. Algunos filósofos griegos pensaban (como también se cree en algunas religiones) que ese mundo verdadero está oculto, no solo a los sentidos, sino también al ignorante o al profano, y que des-ocultarlo o descubrirlo es la meta de la filosofía o de la vida religiosa (en un caso, investigando con la razón, en otro caso purificando el alma). De ahí que, según algunos, la misteriosa palabra griega para "verdad", que es "alétheia", signifique justamente esto: descubrir, retirar el velo que cubre a la realidad real o, más exactamente, recuperar esa realidad del olvido. 


Si os fijáis, hay muchas imágenes y metáforas en las que se plasma esta misma distinción entre apariencia y realidad. La famosa Alicia del escritor Lewis Carroll ("Alicia", por cierto, es un nombre griego que viene de "alétheia") y los personajes de muchos otros cuentos simbolizan esta idea de la verdad como descubrimiento de lo oculto (detrás de lo aparente, al otro lado del espejo, a través de un viaje interior, tras un ritual de paso, etc.). Pero fijaos también que esto no solo ocurre en los cuentos, la religión o la filosofía; la ciencia también trabaja creyendo que tras los fenómenos aparentes y visibles, y la opiniones y explicaciones vulgares, ha de haber unos principios racionales ocultos (leyes, ecuaciones matemáticas...) que, junto a determinado tipo de fenómenos igualmente desconocidos (energía, materia oscura, agujeros negros...), nos permiten, una vez descubiertos, entender la realidad (incluyendo aquella parte superficial suya que es el mundo aparente) como algo ordenado y sujeto a leyes.


Esta distinción entre apariencia y realidad fue intuida por los primeros filósofos griegos a través de un par de conceptos con los que podemos decir que comienza la historia del pensamiento occidental: "phýsis" y "arkhé". "Phýsis" significa "naturaleza", en el sentido de "todo lo que hay" o "el conjunto de las cosas que vemos"; y "arkhé" significa algo así como la “Naturaleza de la naturaleza”, es decir, aquello que define el carácter o forma de ser de las cosas que vemos. "Phýsis" equivaldría, pues, a el mundo de la apariencia; y "arkhé" a la realidad oculta que lo explica todo, es decir, a aquel principio o principios que proporcionan identidad a las cosas, hacen que las cosas y sucesos ocurran (son sus causas últimas) y hacen que ocurran de forma ordenada y previsible (según leyes inmutables).  



Veamos con un poco más de detalle que es esto de la "arkhé". Para empezar imaginad que sois unos inteligentes extraterrestres y aterrizáis en una selva terrícola llena de todo tipo de seres en movimiento (plantas, animales, cosas...) que jamás habéis visto. ¿Qué es todo eso que veis, si es que hacéis algo parecido a "ver"?... Vuestra razón se pondría inmediatamente a trabajar para contestar a esa pregunta. En primer lugar, reduciría ciertas diferencias, es decir, unificaría ciertas cosas como partes de un mismo objeto o ser (uniendo todas las partes, por ejemplo, de un "león" o de  un "árbol" determinado-- o como quieran llamarlo esos extraterrestres--). La razón, luego, unificaría unas cosas con otras descubriendo lo que tienen en común (por ejemplo, todas las cosas que compartan ciertas características serán concebidas como "animales", otras con otras características serán "plantas", etc.). 


Finalmente, ante este problema es posible que la razón se pregunte por lo que todas las cosas tienen en común (sean del tipo que sean, e incluyéndose la propia razón en el lote). A este elemento constitutivo y permanente de todo, es decir, a lo que todas las cosas son siempre, por muchas y diferentes que sean, y por mucho que cambien, le llamaban los filósofos griegos “arkhé” o "principio de todo". 

Pero con esto no basta. Dado que todo está moviéndose y cambiando, la razón también busca poner orden en el cambio, y para ello busca descubrir las causas y las leyes (fijas y no cambiantes) que gobiernan o determinan los cambios, es decir, que explican por qué, cómo y para qué ocurren esos cambios, permitiendo que podamos predecirlos y estar prevenidos frente a ellos. A estas causas y leyes supremas de todos los cambios también las incluían los griegos en el concepto de “arkhé” o "principio de todo".



Así, frente a la experiencia de la naturaleza (physis) tal como se aparece a nuestros sentidos (caótica, es decir: plural y cambiante), la razón busca ordenarla, descubriendo o estableciendo un principio supremo de orden (arkhé) que es, a la vez:
Un principio constitutivolo común a todo, la unidad de las diferencias, lo que todas las cosas son siempre en el fondo, lo permanente de lo cambiante, aquello de lo que todas las cosas “están hechas”, de donde todo viene y a donde todo vuelve, etc.
- Un principio causal o fuerza: lo que lo mueve todo desde su origen o raíz, dándole movimiento y vida.
- Un principio legalla ley suprema según la cual se mueve todo en un cierto orden.

La “arkhé” es, así, algo omnipresente, eterno, causa animadora de todo, y ley que todo lo gobierna. No es raro que para muchos filósofos presocráticos la “arkhé” pareciera una especie de entidad divina.




Ahora bien. La "arkhé" no es la respuesta a nuestros problemas. Es solo la presunción de que la respuesta puede existir. Ahora nos toca averiguar en qué consiste concretamente esta "arkhé" o "principio de todo". 

Por cierto, antes de seguir, un par de preguntas:

¿Basta con observar el mundo? ¿Qué más cosas hay que hacer para entenderlo?

¿Cómo crees que soluciona el problema de la arkhé la religión? ¿Y la ciencia actual?



Aquí tenéis la presentación de clase





No hay comentarios:

Publicar un comentario