miércoles, 30 de abril de 2014

¿Qué hay de la lucha de clases?



El materialismo histórico describe la sociedad como un todo en movimiento. No solo la infraestructura y la superestructura están influyendo constantemente la una en la otra, sino que también el conjunto de ambas va transformándose a lo largo de la historia. En otras palabras: las sociedades cambian. El esclavismo de la antigüedad da paso al feudalismo medieval que da paso a su vez al antiguo régimen y éste a la sociedad burguesa y capitalista, y éste, según Marx, dará paso a la sociedad comunista… Y el motor de todo este cambio es la lucha de clases… 

Para explicar la lucha de clases Marx utiliza una teoría hegeliana (Hegel es un filósofo anterior a Marx y que influyó mucho en él, aunque Marx lo criticara constantemente). Esta teoría se llama “dialéctica”. Hegel la usaba para explicar el desarrollo del Espíritu o Idea, que, según él, era lo verdaderamente real, hasta el punto de que la naturaleza y la historia eran no más que manifestaciones temporales de ese Espíritu. 
Marx adopta el “mecanismo” de la dialéctica hegeliana, consistente en un proceso de tres fases: tesis (lo dado, el momento inicial), antítesis (negación de lo anterior), y síntesis (resolución del conflicto); pero lo aplica a la historia, no al Espíritu (para Marx, que es un filósofo materialista, no existe tal cosa como el “Espíritu”).

Según la teoría dialéctica de Marx la historia va cambiando siempre de la misma manera: se parte de una situación histórica dada (esta sería la “tesis”); pero esta situación envuelve en sí misma una serie de contradicciones que al cabo del tiempo estallan y acaban con la situación del principio (a esta fase se le llama “antítesis”); finalmente se origina una nueva situación temporalmente estable (a la que se llama “síntesis”), pero que encierra en su seno nuevas contradicciones, con lo que el ciclo vuelve a comenzar. 
Lo que mueve, así, la historia humana es la contradicción que, para Marx, consiste fundamentalmente en la oposición entre clases sociales con intereses enfrentados, es decir: la lucha de clases. Veamos esto con más detalle.

Cada situación histórica (la sociedad feudal, la sociedad burguesa, etc.) se caracteriza, sobre todo, por su infraestructura y, en ella, por la tensión entre las clases sociales, cuyo estatus es siempre desigual (unas poseen las fuerzas de producción y otras no, unas dominan y otras son dominadas…). Durante un tiempo esta tensión se mantiene bajo control (la fortaleza del sistema político y la influencia de la ideología son factores determinantes para que exista esta estabilidad). 
Pero tarde o temprano, por intervención de factores nuevos, o por aumento insostenible de la tensión, estalla el conflicto. Fruto del mismo es la transformación revolucionaria de toda la sociedad (o bien el hundimiento conjunto de las clases enfrentadas).

Pensemos en la sociedad feudal, por ejemplo. En ésta encontramos una compleja estructura social, pero en toda esta estructura hay un grupo social dominante (la nobleza, el alto clero) y un grupo social dominado (los siervos, el campesinado en general, los artesanos y comerciantes de las ciudades). Estos dos grupos mantienen intereses totalmente antagónicos, pero este antagonismo se mantiene bajo control hasta que, enriquecidos por el comercio colonial, algunos de entre los dominados (la burguesía) empiezan a acumular poder e influencia económica y, por consiguiente, a exigir un cambio social. 
Durante el siglo XVIII y principios del XIX la contradicción que supone que la clase dominante (la nobleza) carezca del poder económico de la dominada (la burguesía) hace estallar finalmente el conflicto (las revoluciones burguesas) por el que es eliminada la sociedad feudal (antítesis). El resultado es la instauración de una nueva sociedad liderada por la burguesía (esta es la síntesis). Aunque en ella, afirma Marx, sigue latiendo la lucha de clases, esta vez entre la gran burguesía industrial (que es ahora la clase dominante) y el proletariado o clase obrera (que es ahora la clase dominada). Este nuevo antagonismo, anticipa Marx, dará lugar, con el tiempo, a la destrucción de la sociedad burguesa y capitalista…


¿Tenía razón Marx? A todas luces la profecía marxista, siglo y medio después del Manifiesto comunista, no se ha cumplido. ¿Qué creéis que pudo haber fallado en el análisis de Marx?

6 comentarios:

  1. En la actualidad es más difícil que el pensamiento de Marx acerca de como la historia y las sociedades evolucionan se cumpla, principalmente porque estamos atendiendo a un período de amplio desarrollo tecnológico. En cuestión de décadas hemos pasado de soñar con robots a tenerlos aspirando hogares (los hogares de aquellos que se pueden permitir ese lujo), en cierto modo puede ser que el capitalismo haya encontrado una nueva herramienta para mantenernos "inconscientes": Internet. Pero es una bestia que, en ocasiones, se vuelve en su contra (manifestaciones convocadas por Twitter) y en otras es su mejor aliado (espionaje E.E.U.U.). Nos "venden" el derecho a la libertad de comunicación bajo una cuota mensual (no muy barata).
    Por otra parte nos encontramos en una Europa que apesta a opio, una Europa que bajo el gran concepto del estado de bienestar ha atontado a un continente y este sueño va a durar mucho tiempo. Bien es cierto que ahora nos podríamos encontrar en una fase de antítesis, solo hay que ver la cantidad de cabezas que ha cortado el capitalismo con su guadaña en esta crisis (y las que me temo que aún le quedan), aparentemente es imposible una gran revolución social, a pesar de la oleada de manifestaciones que se da en las calles, puesto que se basan en ese estado de derecho imperante en el viejo continente.
    A día de hoy solo pueden ocurrir dos cosas que cambien el rumbo de la sociedad: una revolución política a escala global o una revolución tecnológica escala global.
    Mejor no esperar vivos a la primera.

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    1. Excelente análisis, Roberto. Estoy de acuerdo contigo en esa visión ambigua de la sociedad de la información. Internet, el progreso tecnológico, la globalización de la información, etc., no son en sí revolucionarias ni conservadoras. Depende para qué se usen. Como tú dices, el sueño del bienestar material indefinido (y el de las libertades políticas, y el del libre pensamiento, y el acceso a la educación, etc.), desactiva cualquier tentación revolucionaria a gran escala. Tal vez sean un sueño, pero un sueño muy "realista", para unos porque parece que lo realizan, para otro (la mayoría) porque parece al alcance de la mano (o de un viaje en patera). Yo creo que una revolución solo sería posible (con internet o sin internet, eso solo condicionaría el "cómo", no el "qué") a partir de un sueño mejor (y por mejor podría entenderse, más realizable para todos y más adecuado a la realización de la naturaleza humana --suponiendo que sabemos lo que es eso--). Tal vez esto no sea posible. Tal vez estemos en el mejor de los sistemas posibles (con todos sus defectos, pero sin ninguna alternativa). Y la historia, como dicen algunos, "se haya terminado". O tal vez no. Pero, en ese caso. ¿Qué mundo más justo y humano (y qué mejor o más verdadera visión de lo humano) podríamos concebir?

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  2. Marx vivía en una época donde existían los obreros y los patronos, actualmente esto es así pero con una diferencia, mientras el obrero marxista era un obrero que vivía bajo condiciones inhumanas en la actualidad se ha creado lo llamado “clase media” ésta tiene un estilo de vida bastante diferente al de los obreros de la época, se encuentran en una posición social acomodada aún cuando no poseen riquezas, tampoco padecen la pobreza, por lo que la revolución de esta parte de la población es mayoritariamente imposible, no pueden revelarse contra el capitalismo ya que no están en su contra, éste les permite llevar una “buena vida” y ejercer sus “libertades” o al menos es la ideología que sostienen, ya que el capitalismo actualmente es más que un sistema económico, éste ha transmitido sus valores económicos tanto a la población, que los ha convertido en valores humanos, la competitividad, la búsqueda del máximo beneficio, la individualidad, el egoísmo… Todos estos valores están a la orden del día en la moral humana y no son si no los mismos bajo los cuales se rige la economía, por lo tanto, la ideología bajo la que se sostiene este sistema es bastante imperante, el ser humano que se cría bajo este tipo de sistema se encuentra en una fuerte contradicción a la hora de tener que revelarse contra él ya que esto sería revelarse contra sí mismo, revelarse contra no sólo el sistema económico si no contra el sistema político y contra su propia moral, contra su ideología.
    Lo que hace al ser humano plantearse su ideología es sentirse desconforme con la existente, por lo tanto lo que hará que esta base ideológica cambie y con ella lo demás, no será si no la disconformidad social, pero mientras que esta sea tan poco numerosa como lo es actualmente, el cambio no podrá ocurrir. O no podrá ocurrir para bien.
    Además, esta ideología es tan fuerte que la mayoría de la población es incapaz de replanteársela siquiera, al hablar de lucha de clases, de la alienación o de la propiedad privada los argumentos, más que pensamientos, son dogmas que no poseen razonamiento alguno, el capitalismo es como una religión y como estas, ha sabido transformarse para seguir conservando a sus fieles. Entonces, el capitalismo nos enseña la imposibilidad de contemplar otra alternativa económica, otra alternativa social, es algo que nos inculcan desde nuestra niñez, la imposibilidad de otro sistema económico, político y social, y la perfección de este, entonces la mayoría de veces somos incapaces de salir de este mantra y cada alternativa que contemplamos lo hacemos desde un pensamiento capitalista, desde unos valores capitalistas no desde la realidad humana, esto es, tal y como Kant defendía que las personas podemos explicar el mundo matemáticamente porque nuestra forma de verlo es matemático, las personas contemplan el mundo dentro de su forma de verlo, dentro de la forma que nos han enseñado como única, dentro del sistema capitalista, de esta forma, no podremos contemplar una alternativa.
    Sin embargo, no creo imposible una rebelión, una revolución, no sé si en dirección del comunismo, pero sí en dirección al anti capitalismo, como se he dicho antes, la lucha contra la ideología es complicada, pero como ha demostrado la historia, no es imposible, si no al contrario, una realidad que terminará por suceder. Mi profesor de historia decía, “las personas lo aguantan todo, hasta que no pueden aguantar más” , la población actual aguanta, el sistema consigue que esta aguante reivindicando la "libertad ciudadana" que nos permite tener una buena vida, libertad de expresión, libertad de reunión, libertad de prensa... ¿Libertad de pensamiento?
    En definitiva, la revolución es posible, pero en la actualidad no se dan las condiciones para que sea factible, quizá, en un futuro, si caemos en la cuenta de que la libertad no es esto, y además, de que libertad no es sinónimo de capital, cuando la ideología no puede sustentarse más porque la población ya no cree en ella, entonces será posible una revolución.

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    1. Excelente análisis, Lucía. Como tú misma dices, parece que se pueden concebir (al menos) dos vías para el cambio social. La "ideológica" y la material. Kant, por ejemplo, abogaba por la primera (Hegel también, pero porque creía que las condiciones materiales eran ya optimas para el desarrollo de la razón). Marx aboga por priorizar la segunda. Kant pensaba que si hay cambio ideológico (en el sentido ilustrado: mayor racionalismo, moral racional...) este desembocará en la exigencia de cambios políticos y, a su través, de cambios sociales y económicos. Marx sospecha de la ideología y la educación, como tú bien has dicho (esta puede no ser sino la superestructura "ideológica" que justifica y legitima el sistema); además, faltan las condiciones materiales para que la gente pueda educarse. Así que, Marx pensaba que el cambio es imposible simplemente por permitir que circulen las ideas vigentes (la mayoría de ellas justifican el orden social), como creía Kant. El cambio (generalizado) de ideas viene al final, cuando unos pocos (especialmente concienciados) dirigen a la clase obrera, predispuesta por sus pésimas condiciones de vida, hacia la revolución política y, tras ella, al cambio de lo que verdaderamente importa (para que todo cambie): el cambio de las condiciones materiales, esto es de la infraestructura social y económica, que sería lo que permitiese una verdadera "educación", o una ideología que ya no fuera "ideológica".
      Como bien dices, Marx no contaba con la generación de una clase media definida por el "bienestar" material, una supuesta libertad ideológica, y el logro de derechos políticos. Esto no elimina la desigualdad (que crece), ni es un modelo indiscutible de justicia, que se justifica ("ideológicamente"?) muy bien: la desigualdad es móvil, variable y depende del mérito y la iniciativa individual (si tú quieres y te esfuerzas puedes llegar a lo más alto); la justicia es la mejor posible, dado que la desigualdad (en deseos, intereses, capacidades, esfuerzo, méritos) es realmente insuperable. Una revolución, en fin, tendría que empezar por demostrar que estas ideas y argumentos son erróneos. O, tal vez, como pensaba Marx (y tu profesor de historia), por un aumento insoportable de la tensión social. Ahora bien, ¿es esto suficiente? Más tensión y desigualdad social y económica que se vive en el mundo es difícil imaginarla. ¿Hasta donde puede aguantar la gente? Yo creo (es una solo opinión) que hasta el infinito (hasta la muerte) si hay una idea poderosa que justifique su sufrimiento (o no hay ninguna que justifique una alternativa a la estructura vigente).

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  3. Nuestra época ha tenido muchos cambios desde la de Marx y su Manifiesto del Comunismo, ya sean sociales, tecnológicos, políticos, económicos, etc. Los cuales han impedido que se cumpla la hipótesis de Marx.

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    1. Buena observación, Daniel. Aunque habría que profundizar en si ha sido por esos cambios (y en qué medida), o si ha sido porque la hipótesis de Marx era, en cualquier caso, errónea.

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