La llamada “teoría de las ideas” es la teoría ontológica de Platón, es decir, la teoría platónica acerca de la realidad. Platón nunca la expuso, que sepamos, de manera sistemática. Como buen filósofo lo que hace es pensarla y discutirla, una y otra vez, tal como muestra en sus diálogos.
¿QUÉ SON LAS IDEAS PLATÓNICAS?
En sus diálogos, Platón habla
constantemente de ciertas “formas” o “ideas”, con lo que se
refiere al menos, a tres cosas.
Primero: aquello que permite
conocer e identificar a las cosas. Es decir, los rasgos o
propiedades con los que
definimos a las cosas (blancura, belleza, grandeza,
circularidad, etc.). Y también
la suma de propiedades con
que definimos a cada individuo (Sócrates, este caballo...) o a cada
clase de individuos (los hombres, los caballos...). La idea
de Sócrates sería la suma de
propiedades que caracteriza e identifica a Sócrates (lo que Sócrates
tienen en común consigo mismo en todos sus momentos y partes). La
idea de hombre sería
la suma de propiedades que tienen en común todos los hombres. Fijaos
que estas propiedades o sumas de propiedades no son cosas concretas:
se puede señalar con el dedo a una cosa blanca, pero no a la
blancura; a Sócrates en este o
aquel lugar y momento, pero no a la idea de Sócrates; a
este o aquel hombre, pero no a la idea de hombre.
Segundo:
aquello que permite
que las cosas sean o tengan identidad. Es decir: la suma de rasgos o
propiedades que caracteriza a algo en todos sus momentos y partes.
Por ejemplo, la idea de Sócrates es lo que caracteriza a Sócrates
en todo momento (sea joven o viejo), y en cada uno de los aspectos o
partes de sí mismo (en cada una de las cosas que hace, en su forma
de sentir, en sus deseos, sus pensamientos, etc.). Del mismo modo, la
idea de hombre es lo que caracteriza a todo hombre, sea cual sea, en
todo momento.
Tercero:
aquello en relación a lo cual una cosa es más o menos lo que es, o
más o menos buena, bella o verdadera. Es decir: el modelo ideal por
el que podemos juzgar o valorar a las cosas (y en relación al cual
éstas se desarrollan). Por ejemplo: algo es más o menos blanco en
relación a la blancura en sí (la blancura absoluta o perfecta);
Sócrates está más o menos desarrollado en relación a la idea o
modelo de Sócrates (el Sócrates absoluto o perfecto); un caballo es
mejor o peor que otro en relación a la idea o modelo de caballo (el
caballo en sí, perfecto). Del mismo modo, algo es bueno o malo,
bello o feo, verdadero o falso en relación a modelos, normas o
criterios ideales (la idea de virtud, la idea de belleza, la idea de
verdad...).
¿CÓMO
SON LAS IDEAS PLATÓNICAS?
Una forma o idea es lo que tienen en
común muchas cosas o partes distintas, y en cada uno de sus momentos (la idea
de blancura es lo que –en mayor o menor grado— tienen en
común todas las cosas blancas de todos los tiempos, la idea de
caballo es lo que –en mayor o menor grado— tienen en común
todos los caballos sean jóvenes o viejos, la idea de Sócrates
es lo que tendrían en común todos los distintos momentos y partes
de Sócrates). De este modo, es como si la misma idea “estuviera”,
a la vez, en muchos lugares y momentos distintos, sin dividirse ni
cambiar. Las ideas serían, por tanto, ajenas al espacio (lo
divisible) y al tiempo (lo cambiante). Tendrían un carácter
“trascendente” (lo trascendente es lo que no es afectado por el
espacio y el tiempo). Por ser ajenas al espacio y al tiempo no pueden
ser como las cosas físicas (ni por tanto visibles). Pero tampoco
pueden ser meras cosas psíquicas o mentales, pues las cosas o
fenómenos mentales (los sentimientos, deseos, pensamientos...) están
sujetos al tiempo. Así pues, las ideas no son físicas (como lo es
un cuerpo), ni mentales (como lo es un pensamiento), sino ideales.
Aunque no se pueden ver, las ideas se pueden pensar (aunque no son
pensamientos –son el objeto del pensamiento— ni dependen de
los pensamientos para ser –aunque nadie piense en la belleza o en
el dos, la belleza o el dos siguen siendo lo que son, según
Platón—), por lo que son realidades inteligibles (captables por el
intelecto o pensamiento).
Primero: Si la realidad fuese de
carácter fundamentalmente físico o psíquico, no podría ser
conocida. Si las cosas fueran físicas (corpóreas y cambiantes), no
podrían conocerse, pues lo corpóreo es infinitamente divisible
(tiene infinitas partes diferentes, carece de unidad, de límite o
fin, y es por tanto indefinible) y está continuamente cambiando
(nunca es lo mismo de un momento a otro). Algo que posee
infinitas partes y que está siempre cambiando es imposible de
conocer. Nunca podríamos decir: “es una misma cosa...”, pues
siempre se puede dividir en dos (dos partes, diferentes una de otra).
Tampoco podríamos decir: “es esta cosa...”, pues al decirlo ya
sería otra (pues habría cambiado). De otro lado, si la realidad
fuese de carácter psíquico o mental, tampoco podría ser conocida,
pues lo mental está sujeto al tiempo y, por tanto, estaría siempre
cambiando.
Segundo: Si la realidad fuese de
carácter fundamentalmente físico o psíquico, no podría ser,
carecería de identidad. Si las cosas fueran físicas serían
corpóreas y cambiantes. Si fueran corpóreas carecerían de unidad,
pues serían divisibles hasta el infinito, y carecerían de una
identidad estable, pues cambiarían a cada momento. Ahora bien, nada
puede ser sin unidad (sin ser “una” cosa) ni sin cierta identidad
estable (sin ser "lo mismo" de un instante a otro). Dicho
de otro modo, ninguna cosa sería lo mismo que sí misma (A=A), pues
por ser corpórea sería siempre divisible en partes diferentes
(Ap1#Ap2), y por ser temporal sería siempre divisible en momentos
diferentes (Am1#Am2). Si la realidad fuese de carácter psíquico o
mental, tampoco podría ser en sí misma, pues lo mental es de
carácter temporal y, por tanto, estaría toda ella sujeta al cambio,
por lo que carecería de identidad estable.
Tercero: Si la realidad fuese de
carácter físico y psíquico, no podríamos juzgar o valorar las
cosas. Por ejemplo, sin un modelo de caballo perfecto, no podríamos
juzgar a un caballo concreto como mejor que otro; sin un modelo de
círculo perfecto no podríamos evaluar las cosas como más o menos
circulares; sin un modelo o norma de verdad no podríamos evaluar lo
que pensamos y decimos como más o menos verdadero, etc. Esos modelos
perfectos no pueden pertenecer al mundo físico ni psíquico: nada
hay en el mundo sensible ni psíquico que sea perfecto. Tampoco lo
verdadero, lo bueno o lo bello, están en el mundo físico o
psíquico: la verdad no es una cosa, ni un mero pensamiento (los
pensamientos pueden ser verdaderos o no), y lo mismo ocurre con la
bondad o la belleza. En el mundo que experimentamos ocurren “hechos”
no verdades o bondades; esta valoración de los hechos (como bueno o
malos, bellos o feos, etc.), exige normas o modelos más allá de los
hechos.
Conclusión: dado que el conocimiento
es posible (el escéptico se contradice, pues cree conocer que nada
se puede conocer), y que las cosas son y tienen identidad (si no, no podrían ser), y dado, también, que podemos enjuiciar y valorar las cosas, la
realidad no puede ser fundamentalmente física ni mental. Ha de ser
trascendente al espacio (lo corporeo) y al tiempo (lo cambiante). A
ese tipo de realidad trascendente o ideal pertenecen las formas o
ideas de Platón.
¿CUÁNTOS TIPOS DE REALIDAD EXISTEN,
SEGÚN PLATÓN?
Platón habla a menudo de dos tipos de
realidad o mundo: el mundo sensible y el mundo inteligible (dualismo
platónico). El mundo sensible es el mundo de las cosas físicas (y
psíquicas), sujetas al tiempo y al espacio, divisibles y cambiantes
(nacen, cambian, mueren...). Es el mundo que se nos aparece ante los
sentidos (el mundo visible o experimentable). De otro lado, el mundo
inteligible es el mundo de las formas o ideas trascendentes, ajenas
al tiempo y al espacio, cuyos seres (las ideas) son incorpóreos,
indivisibles, eternos (no nacen ni cambian ni mueren). Es un mundo
que no podemos experimentar con los sentidos, pero sí podemos captar
con la inteligencia, especialmente cuando filosofamos.
De esos dos mundos, el mundo verdadero
y fundamental es el mundo inteligible. El mundo sensible es descrito
por Platón como un reflejo o imagen del mundo inteligible, y que no
puede ser en sí mismo nada. Como hemos visto en el punto anterior,
las cosas físicas (o psíquicas) no tienen ser o identidad por sí
mismas (son infinitamente divisibles y cambiantes). Solo son en
cuanto se relacionan con las ideas (lo unitario, lo permanente de
cada cosa). Un caballo no pueden ser (ni ser pensado) sino por
participar de la forma o idea de caballo. Son las formas lo que dan
unidad y permanencia a las cosas. Por el contrario, el mundo
inteligible existe por sí mismo. Las ideas son lo que son por sí
mismas, no necesitan a las cosas físicas para ser. La idea de
caballo es lo que es, y siempre será así, haya o no caballos
particulares en el mundo. La idea de dos o de círculo es lo que es,
aunque nadie las piense o descubra. Sin las ideas las cosas físicas
(o psíquicas) no pueden ser nada. Pero sin las cosas físicas (o
psíquicas) las ideas siguen siendo exactamente lo que son.
Platón establece algunas distinciones
más, tanto en el mundo sensible como en el mundo de inteligible. En
el mundo sensible diferencia las cosas físicas (por ejemplo, los
caballos, los árboles, etc.) de sus imágenes y reflejos (por
ejemplo, una pintura representando un caballo o un árbol). Esto
último (las imágenes de los objetos físicos) representan para la
ontología platónica el menor grado de realidad, pues dado que los
objetos físicos son imágenes o reflejos de las ideas, las imágenes
de los objetos físicos serían como “imágenes de imágenes”
(Por esto Platón dice en ocasiones que el arte está alejado “dos
veces” de la realidad).
En el mundo inteligible diferencia, en
primer lugar, entre las ideas reflejadas en el mundo sensible, y las
ideas consideradas en sí mismas. Las ideas reflejadas en el mundo sensible (tal como se narra en el mito de la caverna, los objetos reales no se
pueden mirar directamente, sino que primero han de contemplarse
reflejados en el agua, etc.) son las ideas en tanto explicación
científica del mundo sensible, esto es, entendidas como hipótesis
desde las que comprender y organizar los datos sensibles. De estas
ideas científicas, las más fundamentales (las menos mezcladas con
el mundo sensible) son las matemáticas, aunque las ideas matemáticas
no dejan de tener cierta relación con lo inmanente: el espacio (la
geometría) y el tiempo (la aritmética). Más allá de las ideas tal
como se reflejan en las cosas sensibles, están las ideas
consideradas en sí mismas, independientemente de lo sensible. La
forma de tratarlas en sí mismas es pensarlas, y esto, el pensamiento
puro es la actividad típica del filósofo.
Ahora bien, las ideas consideradas en
sí mismas pueden ser de muchos tipos. Platón parece sugerir a veces
que hay tantas ideas como cosas o individuos (por ejemplo, la idea o
forma de cada caballo...), aunque casi siempre menciona ideas de
género (idea de caballo, de hombre, etc.) y de cualidad (idea de
blancura, grandeza, etc.), sobre todo de cualidades morales y
estéticas (ideas de virtud, valentía, belleza...). En algún
diálogo plantea ciertas ideas más fundamentales (las ideas de ser,
identidad, diferencia, movimiento, reposo...), de las que
“participarían” las demás. Pero la idea más fundamental de
todas, la idea o forma de todas las demás, es la que denomina “Idea
de bien”, con la que se representa la unidad y perfección que
comparten todas las ideas.
¿CÓMO SE RELACIONA EL MUNDO SENSIBLE
Y EL MUNDO INTELIGIBLE?
Platón explica de distintos modos (a
veces de modo imaginativo o mítico) la relación entre las ideas y
los seres sensibles. En algunos casos utiliza el concepto de
“participación”: las cosas sensibles participan de las ideas, y
por eso son lo que son (por ejemplo: algo es un caballo blanco porque
participa de las ideas de caballo y de blancura). En algún diálogo,
como el Timeo, Platón emplea otra metáfora típica: las ideas son
el modelo de las cosas sensibles, que serían meras copias.
A través de mitos (recurso muy frecuente en Platón), cuenta como un
dios creador (el “demiurgo”) da “forma” o límite a la
materia fijándose en el modelo que son las ideas. Otra manera, más
psicológica, de entender la relación entre ideas y cosas alude al
alma humana, que contiene en sí el recuerdo de las ideas y las
proyecta y reconoce en las cosas sensibles al percibirlas o
conocerlas (las ideas serían algo que “pone” el alma al ver las
cosas, aunque esta interpretación no es literalmente platónica
–Platón no dice esto-- sino una interpretación que cabría hacer
de sus teorías).
¿CÓMO SE RELACIONAN LAS IDEAS? ¿QUÉ
ES LA IDEA DE BIEN?
Platón no deja claro cómo es la
relación entre esas realidades que son las ideas. Desde el punto de
vista del conocimiento humano, se relacionan a través del
pensamiento (sobre todo del pensamiento filosófico, al que Platón
denomina “dialéctico”, ya veremos por qué). Desde el punto de
vista de las propias ideas, podríamos interpretar que unas se
comprenden en otras, hasta llegar a la idea que las comprende a todas
de forma absolutamente unitaria. Esta “idea de ideas” es la “idea
de bien”. Si cada idea particular representa lo unitario y perfecto
de cada cosa o clase de cosas (lo unitario y perfecto de todos y cada
uno de los caballos, lo unitario y perfecto de todos y cada uno de
los hombres, etc.), la idea de todas y cada una de las
ideas representará lo unitario y perfecto en sí mismo, es
decir: la máxima unidad y perfección. Esta idea absolutamente una y
perfecta ya no puede ser pensada bajo ninguna otra idea (su
existencia solo puede ser “intuida” como necesaria), está “más
allá de todo”, pero es lo que permite que todo sea (incluyendo a
las ideas) y pueda ser conocido. Platón la simboliza con la imagen
del Sol, que lo alumbra todo, permitiendo que las cosas sean y sean
conocidas (pero sin que nada pueda "alumbrarla" a ella).
¿QUÉ OBJECIONES PODRÍAN HACERSE A LA
TEORÍA DE LAS IDEAS?
Primera: La relación entre el mundo
sensible y el inteligible es muy problemática. ¿Cómo pueden
relacionarse “realidades” tan distintas? El dualismo presenta
siempre este problema. El concepto de participación quizás no sea
satisfactorio, pues, por ejemplo, si los hombres concretos son
hombres por participar o parecerse a la idea de hombre, esto querría
decir que hay otra idea, la de la forma en común de los hombres
particulares con el hombre ideal, y así hasta el infinito (la forma
en común de la forma en común de los hombres y el hombre ideal con
el hombre ideal, etc., etc.). A esto se le llama “el problema del
tercer hombre”.
Segundo: Si suponemos un mayor grado de
monismo en Platón, y comprendemos el mundo sensible como una
realidad aparente o ilusoria (en el fondo, las cosas sensibles no
serían realidades, sino apariencias), aparece otro problema. ¿Qué
tipo de realidad es lo aparente (lo que parece que es, pero no es)?
Tercero: Para muchos filósofos, negar
o minusvalorar la realidad del mundo que vemos no es admisible, pues
de alguna manera la realidad de este mundo es evidente, y hay que
explicarla mejor. La explicación de Platón no solo
no es suficiente sino que, además, supone la existencia de otro
mundo (el inteligible), lo cual lleva a multiplicar los problemas más
que a resolverlos. ¿Cómo puede existir “otro” mundo distinto al
que vemos? ¿Cómo se relaciona con el que vemos? Etc.
Cuarto: la existencia de realidades
trascendentes (“fuera” del espacio y el tiempo) resulta también
inadmisible a muchos filósofos (por ejemplo, a los filósofos
materialistas o “inmanentistas”), para los cuales nada puede
existir si no es en el espacio y el tiempo. ¡Ni los "fantasmas" (seres incorpóreos) ni los "vampiros" (seres inmortales) existen, diríamos en broma, no hay ángeles ni dioses, todo eso son mitos, igual que las ideas platónicas. En realidad las ideas no serían, según estos filósofos, más que abstracciones que produce la mente a partir de la experiencia del único mundo real, que sería el mundo sensible...
Aquí, la presentación de clase