La
Historia es una de las preocupaciones centrales de la filosofía
kantiana. Ya al escribir su famoso artículo sobre la ilustración,
Kant se preguntaba: ¿qué es este tiempo que nos ha tocado vivir?
¿cómo puede lograrse la “mayoría de edad” (la autonomía
racional del hombre) en la historia? En otras obras, como en Idea
para una historia universal en sentido cosmopolita (1784) o en La
paz perpetua (1795), Kant profundiza en su concepción de la
historia.
Kant
entiende que la Historia (tal como la Naturaleza, de la que la
Historia es parte) progresa según un plan preestablecido. Es decir,
tiene unas determinadas fases, una dirección y una finalidad, aunque
los individuos y los pueblos que participan en ella no lo sepan. Pero
obrando sin saberlo, y de forma aparentemente irregular y sin
sentido, los individuos y los pueblos contribuyen a ese “plan” o
“hilo conductor” de la Historia. Es lo que luego llamará Hegel
“la astucia de la razón”: las acciones humanas, procediendo sin
un plan propio, se ajustan a un plan determinado de la naturaleza y
la historia (esto, en cierto modo, es una "secularización" de la idea cristiana de Providencia).
Ese
plan está dirigido a la plena realización de las disposiciones
naturales del ser humano: la autonomía racional, la emancipación,
la justicia... Esta plena realización no se da pues, al nivel de los
individuos, sino al nivel de la especie, y está, en cierto modo,
predeterminada.
El
medio del que se valen la Naturaleza y la Historia para lograr esta
realización plena de la razón es la lucha, la contraposición, el
conflicto (esto nos recuerda a Heráclito, y también a la dialéctica
posterior de Hegel y de Marx). La lucha entre los intereses de cada
individuo y el interés común (entre individuo y sociedad), la
competencia entre unos individuos y otros, y entre unos pueblos y
otros, es lo que empuja al hombre a superarse y a desarrollar su
racionalidad y su sentido moral y político (cumpliendo, así, el
“plan de la Historia”).
El
mayor conflicto que afronta la Historia de la especie humana es el de
la instauración de una sociedad civil en que la libertad de cada
individuo sea compatible con la libertad de los demás. Solo en una
sociedad así podrá desarrollar el hombre todas sus potencialidades
racionales.
Esta
sociedad civil precisa de una ley y de un “señor” con autoridad
suprema que la haga cumplir, pues de lo contrario los hombres
tenderán a abusar de su libertad contra sus semejantes. El problema
es que este “señor” tendría que ser perfectamente justo, y esto
no existe entre los hombres. Esta dificultad hace que la historia
humana sea un intento constante (y casi siempre fracasado) de
instituir una sociedad completamente justa. Las guerras y los
conflictos son una prueba de que el hombre no deja de persistir en su
intento.
La
instauración de una sociedad civil perfecta no solo depende de
encontrar un gobernante justo, sino también de crear una asociación
política entre los distintos Estados particulares que asegure un
orden internacional justo. Los Estados particulares tienden a mirar
sólo por su propio bien, son egoístas, y eso es un obstáculo que
se debe superar. La guerra se convierte, desde esta óptica, en el
modo en que la historia realiza sus ensayos imperfectos que, tras
mucha desolación y sangre, conducirá a una unión de pueblos. La
barbarie y la opresión son pasos intermedios necesarios para
realizar la unión de todos los pueblos. Kant no es, ni mucho menos,
un defensor de la guerra (otra de sus obras lleva por título La
paz perpetua , y es una reflexión sobre la capacidad de la
humanidad de alcanzar un estado de paz duradero), pero sí entiende
la función que ésta desempeña en el desarrollo de las capacidades
humanas. El hombre aprende de sus errores, y estos le empujan
precisamente a una “gran unión de pueblos”.
Así,
tras una fase de destrucción y guerras, la Historia dará lugar, al
fin, a una sociedad y una civilización mundial, con unas leyes
internacionales y un progreso científico, artístico y moral
generalizado, y en el que todos los Estados colaboren. Solo en este
marco social y político podrá realizarse plenamente el propósito
que la naturaleza y la historia guardan para el hombre: la plena
realización de su naturaleza racional y moral.
Aunque
el tiempo transcurrido (de la historia humana) es aún breve, Kant
cree que, en su propio presente, la Ilustración significa un gran
paso en pos del logro del fin de la historia. Así, la Ilustración
es, en palabras kantianas, “un gran bien que el género humano debe
extender” al resto del mundo..
Kant
no pretende una descripción empírica y “objetiva” de la
historia. Él quiere explicar los criterios normativos que regulan el
desarrollo histórico, y, además, cree que la difusión de cultura,
o la misma discusión de esta idea, contribuye a este desarrollo,
aportando un pequeño impulso más a este gran proceso transformador
y emancipador. Para Kant, la historia elaborada por la posteridad
será precisamente la historia de la liberación de la humanidad, la
historia de la justicia, la autonomía, de la unión cosmopolita de
Estados...
Preguntas:
- Resume las principales ideas sobre la Historia que tiene Kant,
- ¿Qué significa que la Historia de desarrolle según un plan preestablecido? ¿Es esto compatible con la idea de libertad y moralidad que mantiene Kant? ¿Cuál sería el “fin” u “meta” de la Historia?
- ¿Qué crees que significa la expresión la “astucia de la razón”?
- ¿Qué opinión tiene Kant de la lucha y la guerra entre individuos y naciones?
- ¿Qué condiciones tendría que tener la sociedad para asegurar o acelerar el progreso de la Historia? ¿Y cuáles son los principales escollos para este desarrollo?
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