Pero desde el siglo XVII, algunos filósofos y hombres, burgueses e ilustrados (entre ellos Hobbes, John Locke y, más tarde, Jean-Jacques Rousseau), comienzan a confabular una nueva doctrina política. Pensaban estos
intelectuales que los hombres eran, en efecto, imperfectos por naturaleza y
necesitados, por tanto, de ley y de gobierno para asegurar la paz y la justicia (hasta
el bueno de Rousseau pensaba que su “buen salvaje” podía verse corrompido por la ambición y la violencia). Pero a diferencia de lo que era habitual
creer, estos filósofos pensaban que el hombre podía perfeccionarse por sí
mismo, con ayuda de su razón. Y así, en lugar de entregarse confiado al poder
salvador de Dios y del rey, erigirse en soberano autónomo, en rey de sí mismo.
Nace entonces la idea de soberanía individual: el poder legítimo reside, por naturaleza y razón, en la conformidad con la ley de todos y cada uno de los individuos por igual. ¿Y qué leyes son esas que suscitan la aprobación racional o "natural" de los individuos? Para los filósofos políticos modernos van a ser muy pocas, aunque muy importantes, porque van a convertirse en la fuente de legitimidad del derecho (es decir, del resto de las leyes), y son la simiente de lo que más tarde llamaremos "Derechos Humanos". Estas leyes o derechos fundamentales serán: el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad y, según algunos (pero no todos), el derecho a la propiedad.
Ahora bien, la misma razón que reconoce este poder y derecho en los individuos, reconoce también la posibilidad del conflicto entre los derechos naturales de unos y de otros, de ahí que arbitre la siguiente solución. Todos los miembros activos de la sociedad, reunidos como pueblo, decidirán constituir unas leyes básicas y un sistema político (es decir, una constitución) que sirvan para resolver, con justicia, los conflictos de interés entre los derechos naturales de las personas, y que serán válidas en tanto el pueblo así lo mantenga. A continuación, todos los individuos se comprometerán a cumplir esas "reglas de juego" y obedecer al gobierno que las administre, cediéndoles parte de su poder y libertad, en vistas al bien común. Este compromiso es un “contrato” de todos los individuos entre sí, voluntariamente suscrito, que los convierte en ciudadanos del Estado creado por ellos mismos y al que ellos libremente se someten.
Nace entonces la idea de soberanía individual: el poder legítimo reside, por naturaleza y razón, en la conformidad con la ley de todos y cada uno de los individuos por igual. ¿Y qué leyes son esas que suscitan la aprobación racional o "natural" de los individuos? Para los filósofos políticos modernos van a ser muy pocas, aunque muy importantes, porque van a convertirse en la fuente de legitimidad del derecho (es decir, del resto de las leyes), y son la simiente de lo que más tarde llamaremos "Derechos Humanos". Estas leyes o derechos fundamentales serán: el derecho a la vida, a la libertad, a la igualdad y, según algunos (pero no todos), el derecho a la propiedad.
Ahora bien, la misma razón que reconoce este poder y derecho en los individuos, reconoce también la posibilidad del conflicto entre los derechos naturales de unos y de otros, de ahí que arbitre la siguiente solución. Todos los miembros activos de la sociedad, reunidos como pueblo, decidirán constituir unas leyes básicas y un sistema político (es decir, una constitución) que sirvan para resolver, con justicia, los conflictos de interés entre los derechos naturales de las personas, y que serán válidas en tanto el pueblo así lo mantenga. A continuación, todos los individuos se comprometerán a cumplir esas "reglas de juego" y obedecer al gobierno que las administre, cediéndoles parte de su poder y libertad, en vistas al bien común. Este compromiso es un “contrato” de todos los individuos entre sí, voluntariamente suscrito, que los convierte en ciudadanos del Estado creado por ellos mismos y al que ellos libremente se someten.
Pero también, más
adelante, es un compromiso o contrato entre los ciudadanos y los gobernantes,
que ya nunca podrán gozar de un poder absoluto, sino limitado por las leyes básicas establecidas
y los derechos naturales individuales cuya salvaguarda es la justificación última de todo
poder político. Hasta el punto, esto último, de que, según Locke y otros, los ciudadanos tienen
derecho a rebelarse y deponer por cualquier medio al gobierno que no cumple…
con el contrato.
Así pues, la teoría política moderna establece estos niveles de soberanía o poder legítimo de las leyes y el gobierno:
(1) La razón. El poder de una ley es legítimo si está basado en la razón.
(2) Los derechos naturales individuales. El poder de una ley es legítimo si es expresión o está al servicio de las leyes o derechos naturales individuales (las leyes que obligan a respetar la vida, la libertad, la igualdad y, no sin discusión, la propiedad) que dictamina la razón.
(3) La soberanía popular. El poder de una ley es legítimo si es expresión de la voluntad de la mayoría, siempre que ésta no atente contra los derechos naturales individuales.
(4) Las leyes básicas y el sistema político (constitución). El poder de la ley es legítimo si emana de las leyes que hemos convenido y que nos hemos comprometido (contrato social) a cumplir y hacer cumplir de acuerdo con la voluntad mayoritaria (soberanía popular).
(5) El gobierno representativo. El poder de una ley es legítimo si lo ejerce el gobierno que, por contrato (electoral) nos representa, y siempre que este cumpla con sus compromisos y respete las leyes básicas (constitución).
Como habréis adivinado, la teoría contractualista es el origen de la teoría democrática moderna. ¿Qué os parece? ¿Le encontráis alguna pega? ¿Creéis que hay algún sistema político aún mejor?
Pienso que la democracia es un buen sistema politico, porque siempre hay personas con diferentes ideales y si se impusiese un gorbierno con una ideologia podria conllevar a una guerra porque los de la otra ideologia querrian imponer la suya. La democria hace que todo el mundo tenga derecho a elegir y si pierde, tiene la posibilidad de volver a votar y ganar 4 años despues. Actualmente no conozco un sistema politico mejor que la democracia, aunque puede ser que lo haya...
ResponderEliminarBasado en que esta es la política que tenemos actualmente, por un lado pienso que esta bien porque reconoce en una Constitución los derechos y leyes basados en la opinión de la sociedad y en sus derechos.
ResponderEliminarPero por otro lado pienso que sigue habiendo una presión por parte de los partidos políticos que gobiernan, porque en muchas ocasiones no respetan la opinión pública a la hora de poner una ley, como por ejemplo puede ser la de educación que quieren imponer, porque por mas que el pueblo se niega y protesta el gobierno pretende seguir adelante con ella, en ese aspecto veo mal al gobierno porque no tienen del todo en cuenta la opinión e ideas de la sociedad.
Este texto esta basado un poco en la actualidad entonces pienso que estaría bien como bien dice mi compañera Sara reconoce la constitución de los derechos y leyes segun la opinion de la sociedad pero por otra parte no porque aun que reconozcan los derechos a la hora exponer cualquier ley no se preguntaran por la opinion de la sociedad sino que siguiran hacia delante .
ResponderEliminarPienso que esta idea de democracia seria la más acertada si se cumpliesen todos y cada uno de los puntos y no se saltasen algunos como en la actua, o se impusiesen por las fuerza elecciones que no ha tomado el pueblo.Por otro lado ,si que pienso que podria tener alguna pega y es que no tiene en cuenta el punto de vista de la minoria.Siempre se lleva a cabo lo que decide la mayoria y no por ser la mayoria tienen que ser lo mas razonables o hacer lo más acertado.
ResponderEliminarEn mi opinión es un contrato de igualación para cualquier posición del Estado, la libertad del pensamiento pero sobre todo la razón es la que predomina. No le veo mucha pega o quejas ya que al decidir en el gobierno se encarga la Constitución de poner las leyes y de su cumplimiento. Es difícil pero lo podría haber(un sistema político mejor).
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