El idealismo es la idea de que toda realidad es, antes de nada, una idea en mi mente. Uno puede pensar ingenuamente que el mundo se refleja tal cual es en su mente, como si esta fuera un espejo. O puede ser un poco más crítico y darse cuenta de que el mundo que vemos y pensamos es antes una visión o pensamiento que un mundo. La filosofía moderna, que es profundamente idealista, arranca de la sospecha de que la mente (esa compleja máquina con la que vemos y pensamos) modifica la realidad al captarla o comprenderla, de manera que siempre conocemos el mundo con la forma que le da la mente al conocerlo. Conocer sería entonces, no captar el mundo tal como es (¿quién podría hacer esto?), sino un modo adecuado de producir ideas (imágenes, pensamientos) a partir de los estímulos que nos llegan del entorno, o incluso que nos llegan solo de la mente, como si toda realidad y certeza brotaran de ella y solo de ella.
El gran filósofo Descartes, padre del idealismo moderno, sospechaba que todo lo que veía y pensaba podría ser un sueño o una creación de la mente y, por tanto, que lo único que existía con todas las garantías era la propia mente, la suya. Puedo pensar que nada de lo que veo o pienso existe de verdad (decía), pero al menos mi pensamiento sí que existe (porque no puedo pensar que no exista sin estar pensando). De ahí su famosa frase: "pienso, luego yo (mi mente) existo". Esto es el idealismo: toda realidad y certeza es, antes que nada, la realidad y la certeza de la propia mente. ¿Y el resto? ¡Dios lo sabe!...
Dado que no hay más cosa segura que la mente, los filósofos modernos se dieron a pensar intensamente en ella, en especial en cómo la mente podía producir verdades, cosa difícil si sospechamos de la realidad del mundo exterior o de la posibilidad de conocerla con objetividad... Unos se convencieron de que la verdad dependía de las imágenes o impresiones sensibles más simples, de manera que nuestras ocurrencias serían verdaderas caso de casar con tales imágenes o sensaciones primarias; a esto se le llamó empirismo, y sus representantes más egregios fueron Locke, Berkeley y Hume. Otros pensaban que la fuente de toda verdad era el razonamiento y ciertas ideas innatas (no aprendidas por experiencia); a esto se le llamó racionalismo, y los filósofos que lo defendieron fueron el propio Descartes y otros como Spinoza y Leibniz.
He leído el cuento de Julio Cortázar y me ha parecido muy interesante. Compara sensaciones que aparentemente no se pueden tener en los sueños, como el olor ("de la muerte") o el tacto ("del puñal" que agarraba inconscientemente el protagonista) con las que le sucede en su vida "real". Así, hay muchos símiles entre la vida "real" y lo "imaginado" por el hombre del cuento, tanto el estar boca arriba durante casi todo el relato(en el hospital tras el accidente y en la cueva cuando recorre el pasillo en manos de los eclesiásticos), así como numerosas sensaciones que va experimentando, como la sensación de oscuridad o peligro. La historia llama la atención porque nos cuenta lo que ocurre en la "realidad" y a la misma vez "lo que se sueña". Cuando acaba la historia, nos damos cuenta de que lo que soñaba le estaba pasando en realidad, y lo que aparentemente le sucedía de forma real era tan solo un sueño.
ResponderEliminarEsto puede dar mucho que pensar, podemos plantearnos que lo que ocurre en nuestra mente o sueños existe en una "realidad" que aún no conocemos, o quizás nuestra vida diaria es tan solo un sueño del que debemos despertar.
Muy bien, Belén. Si te ha dado que pensar es que no has salido del cuento (o que todo lo que te rodea te empieza a parecer un cuento).
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