lunes, 12 de diciembre de 2016

Lo que no mide el informe PISA.

En este artículo hablo mucho de vosotros, y del modelo de educación que, poco a poco, se va imponiendo. Leedlo, si lo leéis, de la manera más filosófica -- reflexiva, crítica -- posible. 

3 comentarios:

  1. En primer lugar, Víctor, felicitarte por tu artículo, estoy completamente de acuerdo contigo.

    Desgraciadamente, los estudiantes somos desde tiempos inmemoriales las víctimas de la demagogia de los políticos y el blanco fácil de esa minoría poderosa que busca la ignorancia de las nuevas generaciones para hacer de esta nuestra sociedad, una masa borreguil colmada de autómatas programados, desde el minuto uno, para acatar lo establecido por dicho grupo y evitar así que podamos pensar si lo que nos están obligando, de forma casi imperceptible, a hacer es lo verdaderamente racional y correcto (aunque sea tarea ardua la de definir qué es lo verdaderamente racional y correcto). Un ejemplo, algo más claro, puede ser el adoctrinamiento de los niños norcoreanos, cuya educación se dedica en gran medida a ensalzar la figura de sus dictadores desde Kim-il Sung hasta el actual Kim Jong-Un, haciendo creer a los más pequeños que son prácticamente dioses (de hecho a los más pequeños se les dice que el Dios del tiempo es Kim-Il Sung), aunque no dudo que otros tantos, estén en contra de tal barbarie y que aguanten ese régimen tiránico por miedo.

    Y es que ahora, prácticamente el 100% de los niños que residen en países desarrollados, están escolarizados, por lo que tienen acceso a una educación, por mucho que su objetivo sea aborregar a los estudiantes. Sin embargo, hace no mucho tiempo, en nuestro país y en muchos más, no todos tenían acceso a una educación digna, porque solo interesaba que recibiesen educación escolar los descendientes de las clases adineradas, para mantener el poder de esa minoría poderosa y acaudalada. No obstante, ahora que casi todos podemos estudiar, nos programan para memorizar y repetir como loros lo que recogen los libros; privándonos de la oportunidad de pensar por nosotros mismos. Aunque, también es cierto que en muchas ocasiones nos negamos a enriquecer nuestros conocimientos para continuar anclados a la ignorancia y a temas que si profundizásemos en ellos, veríamos claramente intranscendentales, algo que también puede achacarse a la falta de madurez, ya que como bien dices, la madurez no llega al mismo tiempo para todos. En cualquier caso, creo que también el sistema educativo y la propia educación doméstica, tienen que darnos ese empujón que nos haga despertar y nos lleve a comenzar a pensar, pero pensar de verdad.

    Asimismo, percibo que se está tratando, de forma en cubierta aunque paradójicamente descarada, frenar el acceso a los estudios superiores a aquellos que no puedan permitírselo y, francamente, las becas no es que lleguen a todos los que las merecen; de hecho, conozco a mucha gente que ha trabajado duro para poder estudiar lo que desean y debido a la falta de recursos económicos de su familia y a la negativa a la concesión de sus becas, han visto frustrados su sueños y todos sabemos lo lacerante que resulta el ver cómo se desvanece todo cuanto quieres.

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    1. Hola Maribel, muchas gracias por tu reflexión. Es amarga pero certera. La educación, como muy bien describes, se puede utilizar para adocenar o aborregar, o para liberar a las personas; para reproducir el estado de cosas o para transformarlo y hacerlo más "justo"... Siempre parece estar a caballo entre ambas cosas. Una educación que pretenda ser puro adoctrinamiento (como la que citas en Corea del Norte) puede hacer pensar, aunque no quiera, a algunos. Y una educación puramente liberadora estaría demasiado desconectada de la realidad. ¿No crees? Es un tema interesante de discutir. Con respecto a la cuestión de las becas y los estudios superiores, tienes toda la razón. Me permito enlazarte este otro artículo: http://www.eldiario.es/eldiarioex/vais-vida_0_493451699.html

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  2. Un artículo bastante interesante, Víctor.

    Ciertamente, nacemos y crecemos convencidos de que vivimos en un mundo en el que la justicia y los valores morales, están por encima de todo; donde el esfuerzo y la constancia siempre nos llevarán a donde queramos estar. Pero la realidad dista, desgraciadamente, de estar muy lejos de esta maravillosa utopía.

    Si bien es cierto que todos contamos con unas metas que deseamos alcanzar y en el caso de los jóvenes, solemos olvidar que la vida no es un camino colmado de pétalos de rosa sino más bien, al contrario, pues se trata de un duro camino de espinas. No obstante, considero que el no ver esos obstáculos que se puedan interponer en nuestro camino hacia el "éxito", es algo común a todos los pequeños inocentes, -los niños-, que creen vivir en un mundo colmado de bondad y justicia; de hecho, lo creo hasta necesario, pues no hay nada más amargo que el ver cómo un niño vive sin ilusiones, sin esa inocencia y dulzura que les brinda la infancia; aunque hemos de recordar que no todos los niños, en la actualidad, tienen la oportunidad de serlo.

    En cualquier caso, tienes razón, no todos podremos alcanzar nuestras metas porque, probablemente, siempre estaremos bajo esa minoría poderosa que nos venderá los mismos embustes que vendían los nazis en los campos de concentración (El trabajo os hará libres), cuando, en realidad, tan solo una pequeña minoría que se convierta en la excepción a la norma, podrá llegar "a lo más alto".Porque el nepotismo, tiende a estar por encima de las capacidades de los demás; y eso es algo que podemos ver con claridad en los medios de información, cuando se opta por trabajar con alguien que acate las normas establecidas para adulterar la verdad, en lugar de elegir a aquellos cuya vocación les lleve a elaborar una prensa libre y no mediatizada ni politizada. Aunque, como bien dices la raíz del problema, no lo son las castas, lo somos nosotros que ya lo tomamos como algo normal.

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