Sócrates.- Ea, pues, aquí estamos otra vez. Algún maestrillo aprendiz de brujo me ha traído acá, desde otro lugar más dulce, y me obliga de nuevo a vagabundear por estas queridas callejas. ¡Hola, pero si tengo un compañero de desgracia! ¿Quién eres tú, espectro?
Sofistófeles.- Un sofista soy, Sócrates, o eso dicen de mí.
S.- ¿Uno de mis viejos amigos, acaso? ¿Eres el venerable Protágoras? ¿El incisivo Gorgias? ¿O acaso el feroz Trasímaco? Mi vista ya no es como era, y al venir del reino de la Luz, me cuesta mirarte y reconocerte.
Sf.- No soy ninguno de los que dices, y los soy todos a la vez. Allá donde purgamos nuestras penas, acusados de ser unos sinsustancia, me han amasado como una albóndiga, para que tenga algo de miga, y me han hecho uniendo los trozos de unos y de otros, y añadido alguno de la novelle cousine…
S.- Ya, ya me han dicho que en esta época sois también los amos del cotarro de lo que el vulgo llama cultura y que ahora enseñáis en todos sitios con solo asomaros a unas extrañas ventanas en las realmente no estáis, pero parece que estáis.
Sf.- Sí, todo cambia para no cambiar nunca. Ahora enseñamos a través de la televisión y otras extrañas máquinas.
S.- ¿Que nada cambia, dices? ¿Has cambiado tú y has dejado de ser sofista tras tantos siglos de purgatorio?
Sf.- Aún no lo logre, Sócrates, por eso pasé el casting para esta invocación de espíritus. Sigo pensando lo que pensaba: que no hay nada de bueno ni de malo, de cierto ni de incierto, fuera del tiempo que pasa y que todo lo cambia, tanto en mí como en los otros hombres, en este lugar y en tantos otros tan diferentes. Soy un relativista, sin lugar a dudas.
S.- Entonces, mantienes, como siempre, que nada valioso existe siempre, pero que esta misma opinión tuya merece eternamente la pena.
Sf.- Siempre es bueno atenerse a la verdad de que nada hay verdaderamente bueno que lo sea para siempre.
S.- Veo que amáis tanto la paradoja, como yo la ironía. Crees entonces que lo bueno y lo justo depende siempre de lo que cada uno estime como tal, en cada época, lugar y circunstancia.
Sf.- Así lo creo, Sócrates.
S.- Pero entonces, sabio Sofistófeles, qué diréis, ¿que es de lo mismo, es decir de lo bueno, de lo que tú y yo hablamos ahora, o de algo que, por ser diferente para ti y para mí, no merece ser definido por las mismas palabras?
Sf.- Las dos cosas diré, oh Sócrates, al mismo tiempo. Discutimos ambos de la misma cosa, lo bueno, pero sin que sea exactamente la misma para ambos.
S.- Entonces, ¿es tan bueno lo que yo tengo por bueno que lo que piensas tú al respecto? Si para mí es bueno llevar esta capa raída y vivir con lo puesto, y para ti vestir con elegancia y vivir en la opulencia, ¿diremos acaso que yo o tú llevemos mejor vida que el otro?
Sf. De ninguna manera, Sócrates, tan buena es tu forma de vivir como la mía.
S.- ¿Dirás entonces que mi opinión de lo bueno y la tuya son, ambas, igualmente buenas, sin que tengamos, ni sea posible, una idea igual de bondad?
Sf.- Eso diré. Es justo que cada uno conciba lo justo a su manera.
S.- Luego si digo que esto que dices no es justo, será justo que lo diga, y tu opinión será injusta, al menos tanto como justa dices que es, pues todas lo son, según dices.
Sf.- Justamente, Sócrates, me haces incurrir en contradicción. Pero eso solo demuestra que la justicia y la bondad no son cuestión de razones. Veinticinco siglos después de tus insensatos intentos, la gente ha convenido ya definitivamente que lo justo y bueno es fruto de convenciones y acuerdos entre todos.
S.- Debo ser entonces el mayor retrasado mental de la historia. Pero dime, Sofistófeles. ¿Crees que los hombres convienen en lo que es justo por serlo, o más bien que lo es porque así lo convienen ellos?
Sf.- Lo segundo, Sócrates. No lo convenimos por ser justo, sino que es justo porque lo convenimos.
S.- ¿Y por qué lo convenimos entonces, si no es por que sea justo?
Sf.- Fácil. Porque nos conviene y nos resulta útil.
S.- ¿Y no estarás, entonces, llamando propiamente “justo” a lo que es útil y conveniente?
Sf.- Precisamente a eso.
S.- ¿Y sabrías responder si te pregunto entonces qué es lo útil y conveniente para todos y cada uno?
Sf.- No, por todos los dioses. Cada uno tendrá por útiles cosas diversas. Aunque me temo que vas a pedirme, aquí también, que te explique cómo es que “útil” designa lo mismo diciendo lo diferente.
S.- No, no voy a insistir en eso. Dime, mejor, que es para ti lo útil, pues esto sí que debes saberlo.
Sf.- Claro, Sócrates. Lo útil es lo que conviene a mis deseos.
S.- ¿Y estás tú seguro de que deseas lo que te conviene?
Sf.- ¿Cómo no?
S.- ¿Quién crees que sabe mejor lo que conviene a una semilla, el experto jardinero o la semilla misma?
Sf.- El primero, está claro. La semilla se deposita al azar, sin ciencia alguna, a veces sobre la tierra en la que, sin saberlo ella, jamás va a fructificar.
S.- Pues dime ahora, ¿eres tú como la semilla o más bien como un experto jardinero de ti mismo?
Sf.- Si he de desear lo que me conviene, y no lo que me perjudica, he de ser experto acerca de mi mismo, claro está.
S.- ¿Y realmente lo eres?
Sf..- ¿Pero quién si no, Sócrates, puede conocerse mejor a sí mismo que uno mismo?
S.- Esta bien. ¿Pero de qué conocimiento hablas? ¿Del que proporciona verdades reconocibles por todos, como las que cree descubrir el experto en alguna ciencia?
Sf. Ese conocimiento no es posible. La verdad, tal como ocurre a la justicia o la bondad, es siempre relativa. Cada uno tiene las suyas, que son, siempre, las que más les conviene creer.
S. Luego tú serás conocido por ti mismo como lo que más te conviene creer que eres. Pero dime, ¿lo que conviene a algo no es lo que mejor se adapta a su naturaleza, tal como la hierba, y no la carne, al cervatillo, y la carne, y no la hierba, al león comedor de cervatillos?
Sf.- Eso he de reconocerlo.
S.- ¿Y cómo reconoces esto último como cierto? ¿Acaso también porque te conviene creerlo así?
Sf.- Cómo si no, si he de ajustarme a lo que dije antes.
S.- Pero entonces fíjate que extraño es lo que dices.
Sf.- ¿El qué, Sócrates?
S.- Que lo útil para ti es lo que más conviene a aquello que te conviene creer que conviene al que te resulta conveniente creer que eres.
Sf.- No estoy seguro de que me convenga seguir esta conversación de locos, oh, Sócrates.
S.- Pues yo creo que no hay nada que te convenga más. A ver, ¿convendrás conmigo ahora que la verdad es más útil cuando es verdad respecto a lo que son las cosas, y no respecto a lo que te conviene creer que son?
Sf.- Explícate.
S.- Si fueras marino, ¿te sería más útil creer que es el viento el que hincha las velas, o más bien que lo son las colas de las sirenas al contonearse tentadoramente?
Sf.- Lo primero me convendría mucho más.
S.- Y si fueras Sofistófeles, ¿te sería útil creer que es el alma la que empuja el cuerpo, o que más bien son sus piernas las que le llevan y le traen por sí solas?
Sf.- También lo primero que dices, Sócrates. Ahora que soy un espectro sin piernas ni brazos lo veo clarísimo.
S.- ¿Te será enormemente útil, entonces, conocer, como buen marinero de ti mismo, tanto el complejo mecanismo de cordajes y costuras que compone la vela del alma, como la fuerza y disposición de esos vientos, llamados ideas, que la mueven de un puerto a otro?
Sf.- Lo es, Sócrates. Mis maestros me enseñaron precisamente a insuflar las ideas que yo quisiera en las alas del alma de los que me escuchan.
S.- Ea, pues. Arribemos ahora a alguna conclusión. Si lo mejor es lo más útil, ¿no será mejor que cualquier otra cosa ocupar nuestro tiempo en conocer nuestra alma y las ideas que la habitan?
Sf.- Sí que lo parece, según lo que llevamos dicho.
S.- ¿Y no será ese conocimiento la condición inexcusable para que cada uno pueda ser bueno y útil para sí mismo?
Sf.- ¿Cómo Sócrates?
S.- Pues tal como has visto aquí. ¿No ha sido útil este diálogo para saber lo que es realmente útil y bueno?
Sf.- Pues sí.
S- ¿Y podrá ser bueno y útil para sí mismo aquel que no sepa, como nosotros sabemos ya, lo que es útil y bueno?
Sf.- Pues no, Sócrates, salvo por casualidad, y sin saberlo ni él mismo.
S.- Y dime, Sofistófeles, ¿crees que cualquiera que nos escuchara ahora no llegaría acaso a la misma conclusión?
Sf.- La fuerza de las razones a eso obliga, Sócrates. Nadie puede liberarse del lazo del argumento, si no es haciéndose el loco, o siéndolo del todo.
S.- Así pues, si las razones nos obligan a pensar que tal o cual cosa es la más útil o buena, como hemos hecho hace un momento, ¿no obligaran a pensar así a todo el que cuerdamente nos atienda?
Sf.- ¿Dónde vas a parar ahora?
S.- A esto. Si lo útil o bueno es lo que razón dictamina, lo será para todos, y no según cada distinta cabeza.
Sf.- De acuerdo, pese a mi mismo.
S.- ¿Diremos entonces que lo bueno para todos es lo que la razón en cada momento dictamina, con sus mejores argumentos, y que, por eso mismo, no hay nada mejor para nosotros, mortales ignorantes, que pasar el día razonando para conocer lo que conviene, tanto a nosotros mismos como a los demás?
Sf.- No sé, Sócrates. No son pocos los que afirman que nada de lo que conocemos es seguro.
S.- Pero fíjate que, a la vez, afirman eso mismo con notable seguridad. ¿No crees que hay que ser muy sabio para saber que nada se puede saber?
Sf.- ¡Por los dioses, no dejas de ser razonable, Sócrates, pese a que dices no saber nada de nada!
S.- Y es cierto, Sofistófeles. Nada sé, pero sí creo saber cómo paliar mi ignorancia, hablando y preguntando a jóvenes tan ambiciosos de saber como tú. Por cierto, ¿de qué dioses hablabas?
Sf.- De los de la ciudad, Sócrates, esos que nadie ha visto, pero que se aseguran de que cumplamos la ley incluso cuando nadie nos ve.
S.- ¿Crees que la gente no sabe ser justa y buena sin la vigilancia de los dioses?
Sf.- Eso creo, Sócrates. Hacen lo que les conviene y punto.
S.- Pero sin saber lo que realmente les conviene.
Sf.- Pero Sócrates, hay quien elige lo malo incluso conociendo muy bien que no es nada bueno ni conveniente para sí mismo.
S.- ¿De qué loco me hablas? Ni el peor de los sofistas escogería lo peor creyendo saber adecuadamente lo que es mejor. Toda maldad es ignorancia.
Sf.- Pero los sofistas se tienen por sabios, y no ignorantes, y perjudican a muchos en los juicios, incluso no siendo aquellos nada injustos, siempre que alguno les pague muy bien por hacerlo.
S. ¿Y no crees que esos sabios sofistas están seguros de que les conviene confundir lo justo con lo injusto?
Sf.- ¡Claro, si así consiguen fama y dinero, aun perjudicando a otros!
S.- No solo por eso, Sofistófeles. Recuerda que, para ellos, como para tí hace un rato, lo justo y lo injusto son justamente confundibles.
Sf.- No son tan sabios, entonces, como creen.
S.- Ni tan malos como creías tú.
Sf.- No sé, Sócrates, Pero me temo que, a diferencia de ellos, ni tú ni yo seremos nunca nada en la vida. Tú por ser el vagabundo de pensamientos que eres, y yo por haberme dejado convencer por ti. Mi padre me mataría, si no estuviera ya muerto, si supiera que ando contigo, y si pudiera te mataría de nuevo a ti también.
S.- Ja, ja, ja. Tienes razón, querido. Por eso, alejémonos de aquí, donde siempre seremos pobres espectros, y volvamos al mundo ideal del que nos ha sacado este que nos escribe ahora.
Sf.- Eso. ¡Eh, tú, el que escribe, Platón de pacotilla, devuélvenos al mundo real!
¿Qué os ha parecido el diálogo? ¿Defenderíais el relativismo moral tras esta conversación entre Sócrates y Sofistófeles? ¿Algún asunto de los tratados en el diálogo os ha llamado especialmente la atención?
El relativismo moral tiene su parte de razón y su parte de contradicción. Es cierto que cada persona tiene sus propios ideales y principios y atiende a sus normas morales en determinadas situaciones. Cada uno es libre de adoptar un pensamiento u otro, una cultura u otra, pero ésto no justifica que pueda hacerse lo que a uno le venga en gana. Por ejemplo, el hecho de que yo crea que lo correcto es copiar en un examen no justificará que lo haga y no puedan haber represarias. Todos somos en parte relativistas, actuamos de un modo subjetivo en cada situación que nos ocurre. Ahora bien, si cada uno actuase según sus ideales no sería posible la convivencia puesto que, al pensar cada uno de un modo diferente, se producirían choques morales entre los individuos. Hay una serie de leyes universales a las que todos atendemos a la hora de actuar, ya que son fruto de un acuerdo entre todos para una mejor convivencia. Por ejemplo, no se debe matar, no se debe robar, etc. Las personas actúan teniendo en cuenta dichas leyes, por ello hay "verdades" éticas universales que se ajustan a las normas morales de la mayoría (esto para un enfermo mental evidentemente no sería eficaz, puesto que no tiene conciencia de lo que es realmente lo bueno y lo malo y no obraría sujeto a estas leyes). Pero, por otro lado, en el caso de las culturas, algunas no actúan según las normas morales universales y no sabría si llamarlo ignorancia o no. Por ejemplo, en una cultura en la que sea aceptable para todos matar a niños con alguna anomalía física no van a obrar según esas leyes, sino en las suyas propias, y no creo que sea por ignorancia sino por haber estado expuestos desde la infancia a unas determinadas normas, por lo que si te crías pensando que matar es bueno, acabarás matando.
ResponderEliminarEn cuanto a esto mi conclusión es que todos somos fruto de una fusión de relativismo y absolutismo: actuamos de un modo subjetivo pero siempre atendiendo a esas leyes universales que dictan lo que es bueno, lo que es malo, lo que es justo, lo que es injusto, etc.
Por último, un tema que me haya llamado la atención es que "toda maldad es ignorancia", del que discrepo en algún aspecto. Puede que obrar mal sea por que no conozcamos lo que es el bien, pero ésto no siempre es por desconocimiento del mismo. Voy a poner el caso de una persona psicópata: los psicópatas no son enfermos mentales (los enfermos mentales son los psicóticos) , ya que su problema es la no posible convivencia por ir en contra de las normas sociales. Su peculiaridad es que son personas súmamente inteligentes, por lo que conocen muy bien lo que es bueno, malo, justo, etc. A lo que quiero llegar con esto es a que estas personas no actúan mal por ignorancia, puesto que saben lo que es algo malo al igual que todos. Entonces la maldad no es fruto de la ignorancia en su totalidad, puesto que hay veces que la realizamos conscientemente a pesar de conocer lo que es el bien debido a x circunstancias.
Muy bien, Ana. Gracias por tu extenso e inteligente comentario. No me resisto a discutir unas cuantas cosas contigo. ¿Crees que esas leyes o normas universales que, como dices, permiten la convivencia, pueden ser solo "convenciones" que estemos obligados a aceptar? ¿Podrían ser contrarias a nuestros ideales particulares? ¿Deberíamos respetarlas entonces, aunque fueran contra lo que pensamos? Por ejemplo, si yo considerase que es correcto copiar en un examen, ¿por qué iba a respetar las normas que me prohíben hacerlo? ¿He de hacer lo que creo correcto o lo que me mandan las leyes? ¿Pero quiénes son las leyes para mandarme nada?... Hablando de psicópatas. ¿No crees que para ellos no sera malo, sino bueno, dañar a los demás? Pero si para ellos es bueno y correcto, ¿como puede ser que sean malos? Si lo es, desde luego que ellos no lo saben (para ellos matar es natural y quizás placentero, y por eso bueno), por lo que no podríamos decir que hacen el mal a sabiendas. ¿Y alguien que no hace el mal a sabiendas diríamos que es malo?...
EliminarNo pienso que sean convenciones "impuestas", ya que una convención implica convencer, es decir, mediante el diálogo cambiar la opinión del contrario siempre y sin obligar a aceptar el criterio en cuestión.
EliminarCon respecto a los psicópatas, para ellos no es malo cometer un crimen que les produzca placer, por ejemplo, pero no son ignorantes puesto que sí conocen lo que es bueno y lo que es malo. Ellos saben que es malo pero lo que hacen lo hacen buscando el beneficio propio, egoístamente y sin pensar en los demás. Tienen conocimiento de que están actuando erróneamente. También podría ponerte otro ejemplo: una persona que vive económicamente mal y ya está al borde de la desesperación, podría llegar a robar por necesidad. Esa persona sabe que es malo, pero aún así decide actuar mal, con conciencia de lo que hace. Por lo tanto, el hacer el mal no es siempre por ignorancia...
El dialogo me ha parecido un poco lioso pero bueno en realidad es de lo que se puede tratar el tema del relativismo moral porque es igual de lioso.
ResponderEliminarSi que seguiria defendiendo el relativismo moral tras ver este dialogo porque hay muchas veces que quieres y no algo que te apetece y no algo porque piensas la parte buena y la parte mala que puede este llegar a tener y en vez de decidirte pues piensas y piensas en ambos casos lo que podría pasar y siempre acabas estando en duda. Tambien con respecto a nosotros mismos nuestras leyes y creencias y tambien de lo que nosotros queramos hacer sabemos lo que es bueno y lo que es malo para nosotros; por ejemplo: llevo una bolsa en la mano y lo mas correcto es tirarla a la basura pero no encuentro ninguna y a mi la bolsa me estorba pues cojo y la tiro al suelo,¿ es lo mas correcto? Pues no porque se supone que lo que hay que hacer es tirarla a la papelera pero como por mi y por que no me moleste la bolsa pues cojo y la tiro.Este es muchos de los ejemplos que se puede llegar a dar sobre si haces algo o no, pero yo si sigo defendiendo el relativismo moral.
El asunto que mas me ha gustado ha sido también en el ultimo parrafo cuando de verdad se ve que los sofistas esta y no a la vez confundidos y que hay veces que ni tu mismo piensas bien y que las cosas son totalmente contrarias a como las piensas y se sigue viendo que Sócrates por mucho que sea un pobre vagabundo sigue teniendo el don de convencer a la gente incluso con los pensamientos totalmente contrarios.
Bien, Marta. Aunque no sé si entendemos lo mismo por "relativismo moral" (¿será que el relativismo se entiende, también, de forma relativa?). Para ti el relativismo es cuando cumplimos las normas según nos interese o no, o según calculamos en cada caso lo bueno y lo malo. Parte de razón tienes, pero el relativismo es mucho más: es la idea de que no hay nada correcto o bueno de por sí, sino que todo lo que se considera correcto es una convención, un "invento" de los hombres (o de cada uno) y, por tanto, no es posible descubrir normas universales para todos.
EliminarEl diálogo me ha resultado algunas veces difícil de seguir. Sigo pensado un poco en que todo es relativo, que cada uno mira por sus intereses y que cada uno ve la vida de forma diferente. Pero Sócrates dice que eso del relativismo no puede ser porque aunque por ejemplo las leyes sean injustas para ti nada puede ser justo e injusto porque no se tiene una definición de ello, y que no hay que ver lo que es bueno o malo para ti sino buscar las razones de la existencia de esas leyes o de lo bueno que puede ser algo para todos razonándolo; porque a lo mejor si lo miras por tus intereses te parecen justo lo contrario. También pienso que si los expertos en una materia son lo que a lo mejor dictaminan lo que es bueno o justo puede ser que ellos lo pongan porque les conviene a ellos, escudándose un poco en que como los demás no saben en la materia pueden hacer lo que quieran sin que nadie vea que hacen lo que más les conviene.
ResponderEliminarLo que más me ha llamado la atención es como al final Sócrates le abre los ojos a Sofistofeles en el tema de que los sofistas en sí no eran tan sabios sobre lo justo e injusto, sobre que todo es relativo y que lo que hacían era velar por sus intereses pero que se lo contaban a la gente de un modo que ellos también veían que era lo bueno para ellos
Bien Rocío. Tienes razón, no es nada fácil negar el relativismo, como hace Sócrates (que no es para nada relativista). Pero piensa en esto: si lo bueno es lo que interesa a cada uno, ¿no es cierto, entonces, que lo bueno significa lo mismo para todos: lo que interesa a cada uno? De otro lado, ¿qué es lo que interesa a la gente? ¿Son cosas tan diferentes? Tendrían que ser, en todo caso, cosas que convengan o sean interesantes para las personas. ¿Y qué es una persona y que cosas, por tanto, le convienen o interesan más?... Sócrates pensaba que la forma de salir del relativismo consistía en conocer como somos de verdad las personas y que es, por tanto, lo que más nos interesa y conviene de verdad. Ahora bien, como todos somos personas, ¿no habrá ciertas cosas fundamentales que nos tienen que interesar o convenir a todos? Si las descubrimos tal vez hayamos descubierto qué cosas son absolutamente (y no relativamente) buenas o malas para los seres humanos. ¿O no?... En cuanto a la cuestión de si los expertos pueden aprovecharse para dictaminar a favor de sus intereses, Sócrates te diría que si los expertos son verdaderos sabios es imposible que actúen en vista a otros intereses que los que sean más racionales y, por eso, más comunes a todos...
EliminarEl diálogo en sí me parece un poco lioso y difícil de entender en ocasiones, ya que uno tras su pensamiento le arrebata al otro contradiciendo ese pensamiento , por lo que le hace dudar y por lo tanto te hace el lío a ti.
ResponderEliminarCreo que el relativismo por una parte si que lo comparto y por otra no , en el sentido que pienso que lo bueno y lo mano no es lo mismo para cada persona , pero realmente tendría que haber algo bueno y malo para todos y lo justo e injusto es según la persona por que quizás lo que me parece bueno y justo para mi no le parece a otra persona lo mismo por lo que creo que depende de ti pero claro también si que es cierto como dicen que hay que conocer a lo que nos conduce a lo bueno y lo malo y eso que nos conduce a lo bueno y lo malo no solo es el cuerpo porque en si el cuerpo lo manejamos nosotros , si no el alma y para hacer caso a ello ha de conocernos nosotros primeros porque si no no sabremos lo que es bueno y malo para cada persona.
Pienso también que lo que tu deseas es conveniente para ti porque si no fuera no lo desearía , un deseo siempre te va a veneficiar a ti porque un deseo es una meta a seguir que te conviene pero si realmente no te conoces no sabes si ese deseo es conveniente
Este tema es contradecir lo que piensas por que si te pones en sus posturas no sabes nada ,porque no sabes que es bueno , ni justo , ni sabes si tus deseos son convincentes , en general es demasiado lioso y muy difícil de expresar tu opinión
Bien, Nuria. Creo que captas lo que quiere decir Sócrates. Aunque, como tú dices, es bastante lioso y difícil de expresar.
EliminarEl diálogo me ha parecido bastante interesante y ha cumplido su objetivo, hacerme razonar.
ResponderEliminarDefiendo el relativismo moral puesto que cada persona somos un mundo, y por lo tanto actuamos de diferentes maneras cada uno con sus propios motivos y razones. Con esto quiero decir que cuando una persona hace algo por ciertos motivos es dificil declarlo como algo bueno o malo. Por ejemplo: Una mujer es maltratada por su marido, pero en unas de las peleas se llena de valor y lo mata. ¿Es correcto lo que ha hecho o incorrecto? Ha matado a una persona, por lo que va encontra de la ley, pero resulta que esa persona habia estado maltratándola y matándola un poquito cada dia a ella. ¿Quién es en este caso la víctima?
Este es uno de los muchos ejemplos que hay para poder mostrar el relativismo moral desde mi punto de vista.
En la clase de hoy hemos discutido sobre que era más libre, tomar una decisión por la razón o por la pasión. Yo en un principio creía que por la pasión, puesto que haces lo que realmente deseas, pero al final he comprendido que la decisión razonada y metida es la más 'libre' ya que la tomas con tus propias ideas. En mi opinión, cuando hacemos algo o tenemos que tomar una decisión, deberiamos hacerlo con la pasión, con el alma porque a largo plazo puede que sea lo que más le convenga a nuestra alma puesto que con ella viviremos hasta el fin de nuestros días y nos conviene mantenerla 'feliz'.
Ok, Marta. Como dices, lo que sea bueno o malo, justo o injusto (y no solo legal o ilegal) no puede ser ajeno a las circunstancias. Tal vez matar esté mal en unos casos pero no en otros. Pero fíjate bien que el relativista va más allá de eso. Si tú dices que matar es tolerable en el caso de ser víctima de maltrato, el relativista te dirá que eso es solo tu opinión, y que lo que deberías decir es "a mi me parece que matar es tolerable en caso de ser víctima de maltrato". Para el relativista no hay ningún juicio moral objetivo (del tipo "en tales circunstancias toda persona debería actuar del tal manera"). Si la mujer de tu ejemplo hubiera decidido seguir siendo maltratada, esto no sería peor (ni mejor) que la opción de matar al maltratador o librarse de él de alguna otra forma... Nada es bueno ni malo en términos objetivos. Al menos eso es lo que piensa el relativista. ¿Y qué es lo que dicen Sócrates, o tú, al respecto?
EliminarEl diálogo me ha parecido la confirmación total y absoluta de las contradicciones que los propios sofistas incluyen en sus pensamientos y como Sócrates con el simple uso de la razón y de una serie de preguntas termina convenciendo hasta aun sofista de sus equivocaciones.
ResponderEliminarDifícil cuestión, cada persona debe tener una definición para por ejemplo lo bueno y lo malo, pero hay una definición compartida por la sociedad, que nadie es capaz(todavía) de explicarla.
Lo que más me ha llamado la atención es que aquel que hace el mal. no es malo, sino ignorante, ya que supuestamente siempre elegimos aquello que nos parece mejor para nosotros.
Bien, Cristobal, Aunque no te metes mucho en la faena de definirte tú. ¿Eres relativista o socrático, y por qué?
EliminarEl dialogo es un poco dificil de entender, para mi es imposible apoyar el relativismo moral, se que es dificil establecer una cosa justa o buena en general pero si todo fuese bueno o malo, justo o injusto a juicio de cada uno nadie haria nada mal nunca y si esto fuese asi Hitler o Stalin no serian grandes genocidas o en un examen aunque te pusiese todo lo que me pides me podrias suspender por que te parece injusto que me lo sepa todo. Socrates solamente intenta establecer un orden: aquel que conoce lo que es bueno hace el bien, aquel que no lo conoce hace el mal, yo me decanto mas por Socrates, pero hay algo que no me convence, siempre hagas lo que hagas alguien va a decir que eso le parece mal, es casi imposible agradar a todo el mundo pero también hay cosas que son buenas para todo el mundo como por ejemplo que se encuentren curas para enfermedades terminales.(para todo el mundo cuerdo).
ResponderEliminarSANDRA UGALDE LÓPEZ
ResponderEliminarEl diálogo me ha parecido bastante interesante aunque un poco lioso en ciertas partes.
Apoyo el relativismo moral en parte si y en parte no, porque si que pienso que lo bueno o lo malo para cada uno son cosas diferentes pero en una serie de determinadas circustancias, luego hay otras que si que son buenas o malas en general para todo el mundo. Me ha llamado la atención el tema de que algunos digan que nada de lo que conocemos es seguro, cuando ya con sólo decir eso está asegurando esa posición.