miércoles, 3 de junio de 2015

Fotos y adioses...











Bueno, queridos, llegó la hora de despedirnos (snif!). Aquí os dejo algunas fotos para que nos recordemos todos (en este enlace podéis ver todas las de la graduación, que son muchas)... La verdad es que os voy a echar de menos (snif 2!). Pero a la vez espero que os vayáis muy, muy lejos (:-)), ya sabéis, que voléis muy muy alto, que no os conforméis con cualquier caverna (por muy cómoda que sea), que traigáis buenas ideas al mundo (además de niños y otras cosas), que eduquéis a otros en esa kantiana "mayoría de edad" que tan clara veo en vosotros, que penséis y hagáis (por este orden) lo que, de verdad, queréis, que no os dejéis pisotear (ni "alienar") por nadie, que busquéis el conocimiento, que seáis lúcidos, buenos, justos, bellos y felices (también por ese orden) y, sobre todo, que os bebáis la vida sin dejar ni una sola gota en la copa... Bueno, y también que en uno de esos días tontos (que espero sean muy pocos) os acordéis de mi y de estas clases que hemos compartido, y que vengáis a contármelo todo.
Ha sido un placer pasar un año con vosotros. Besos y abrazos a todos. Os deseo la mejor de las aventuras!!!! 


















































































6 comentarios:

  1. Antes de comenzar este curso solía pensar que la filosofía era una pesada losa que mis queridísimos griegos habían cargado sobre nuestros hombros. Al menos en ese sentido creo haber logrado salir de la Caverna, una tarea fácil si tu profesor es capaz de hacerle sombra al mismísimo Demóstenes cuando de retórica se trata.

    La filosofía se ha convertido en la sorpresa de Segundo y, a decir verdad, ha terminado por acaparar con sus ideas los diálogos entre amigos en la tarde del viernes, las comidas familiares e incluso las conversaciones de whatsapp. Desde Platón hasta Marx (mis favoritos) ha ido sembrando la semilla de la duda en cada clase, destruyendo muchos prejuicios y dándole alas a la libre reflexión.

    Debo decir, Víctor, que, desde aquel día en que se te ocurrió traer el mapa de las primeras civilizaciones, no he parado de cuestionarme una infinidad de cosas que pensaba irrefutables. A partir de ese momento mi interés en la asignatura fue en aumento, especialmente gracias a la cantidad de horas que has dedicado a desentrañarar el pensamiento griego con mitos, recreaciones de la vida en el Siglo de Pericles (con imitaciones inigualables de Sócrates y Platón incluidas) y algunas dosis de humor. Me ha resultado imposible no contagiarme de tu entusiasmo y de tu optimismo, dos virtudes que son difíciles de encontrar en un mismo profesor.

    Así que te doy las gracias por hacer que mi cabeza haya dejado de ser tan cuadriculada, por las veces en que te has quedado hablando con mi camarada Isa y conmigo después y clase y, por supuesto, por todas las molestias que te has tomado en organizar las tertulias.

    Como en más de una ocasión me has dicho que no debo ser tan “hobbesiana”, ahora te puedo asegurar que la famosa frase “primum vivere, deinde philosophari” atribuida a este autor nunca tuvo menos sentido para mí como después de este año.

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  2. Muchas gracias, Elisa, eres un sol (el de Platón, por supuesto). No me cuesta ningún trabajo mi trabajo, no porque no suponga esfuerzo, sino porque lo hago enamorado y no lo noto. Pero menos aún me cuesta (y más enamorado aún lo hago) con alumnos como tú, y tus colegas (Isabel, María, Guadalupe, Andrea, Patricia, Aitor, Ana María, Irene, Helena, Alejandro, María, y muchos otros --perdón si me dejo alguno--). Un día, para tocaros las narices, os dije que os veía muy feos y alienados. Pero era mentira. Os he visto cada clase más guapos, más lúcidos y buenos, cada día con más plumas en las alas (esto va por el Fedro, un diálogo de Platón que me encantaría que leyéseis). ¿Y quién no va a entusiasmarse y ser optimista con personas así? Como os dije la noche de la graduación, me siento feliz y lleno de esperanza al imaginarme un mundo con vosotros dentro: es imposible que no sea mejor. Un abrazo muy fuerte, y mañana seguimos.

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  3. Bueno… sabía que tarde o temprano este día tenía que llegar, pero no imaginaba que llegase tan pronto. Parece que fue ayer cuando entraste en clase por primera vez, sorprendiendo y revolucionando a todo el mundo, diciendo aquello de que teníamos que hacerle el amor a la filosofía. Y ahora, aquí estamos, varios meses después, como si nada, celebrando el término de las clases con aparente normalidad. Pero puedo asegurarte que, tras este intenso curso de filosofía del que nos has hecho partícipes, nada volverá a ser lo mismo y que, aunque parezca que estamos tranquilos, has conseguido revolver y descolocar todos y cada uno de nuestros pensamientos más profundos, y lo digo por experiencia.

    Y es que Víctor, jamás había conocido a ningún profesor que pusiese tantas ganas y entusiasmo a cada una de sus clases, tengo que darte las gracias por esa vitalidad y ese optimismo que consigue animar a cualquiera y que hacen falta en un mundo cada vez más pesimista. También tengo que agradecerte lo que has conseguido conmigo. Exceptuando los horribles dolores de cabeza después de algunas clases (sobre todo las de los miércoles a primera hora) y alguna que otra noche sin dormir pensando en las teorías de Kant y de Marx (mis favoritos junto con mi querido Nietzsche), tengo que decir que el curso ha sido una experiencia muy positiva, has provocado en mi interior un torrente de sentimientos e ideas confusas que me han animado a cuestionarme todo lo que me rodea, a ser más tolerante y reflexiva y hasta a tratar de elaborar mi propia filosofía (como empezaré a hacer en verano), has logrado que me enamore de tus clases, de ti, y de la filosofía (por este orden, jejeje). En definitiva, me has ayudado a alcanzar ese “salir de la caverna”, “esa mayoría de edad”, que ahora luzco orgullosamente.

    Ha sido un curso muy divertido y llevadero, gracias quizás a tu gran sentido del humor y al interés que hemos puesto mis compañeros y yo en tus clases. Estoy segura de que no lo olvidaremos nunca. Bueno… hasta a mi propia familia le resultará complicado olvidarse del curso, pues la he atormentado a base de bien con interminables debates sobre qué es lo bueno, lo malo, lo bello, el problema de Dios… obteniendo tanto quejas por su parte como resultados inesperados, como es el caso de mi abuela, que está interesada en aprender filosofía (intentaré enseñarle algo este verano también).

    Podría decirse que el curso no acaba aquí, este continuará mientras nosotros sigamos hablando de filosofía, sin límites, pues éstos solo son una ficción que habita en aquellos que no tienen alas para volar, en aquellos que no ven más allá de su propio horizonte. Volemos pues todos nosotros, espíritus libres, para crecer cada vez más como personas, sin olvidar nunca de lo que somos ni de dónde venimos para, como bien dices en la entrada, bebernos esta maravillosa vida sin dejar ni una sola gota, para aprovecharla al máximo (como diría Nietzsche).

    Ahora lo que toca es que disfrutemos de un dionisíaco verano que creo que todos nos hemos ganado a pulso, gracias por todo, y por el tiempo que nos has dedicado a mis colegas y a mí en lo referente a las tertulias, a las charlas los jueves a última hora, y a las ganas con las que nos has escuchado siempre que lo hemos necesitado. A ver si nos dejamos caer en el Metabar este verano y nos tomamos un café o unas cervecillas al amor de una de esas épicas conversaciones que tanto nos gustan a todos, un abrazo muy grande.

    ¡Nos vemos con Nietzsche y con su martillo de aporrear conceptos! :)

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  4. Muchísimas gracias Isabel, tengo el ego que ni me lo siento (como Rambo con las piernas). Y lo de tu abuela me ha tocado el alma. Por cierto que a ver si un día me invitáis a una de esos congresos filosóficos en familia (:-)). Decirte que el amor es mutuo, y que es una gozada dar clases con vosotros (¡venga flores, menos mal que es primavera y se disimula más!); si no hubiera ese buen rollo no sería posible dar clases productivas de filosofía, que es algo, en el fondo, tan personal. Así que gracias a ti, a vosotras, por mantener esa chispa y esa conexión clase tras clase. Y fuera también, pues la idea de las tertulias surgió de vosotras. En cuanto a lo demás, sería estupendo que mantuviéramos el contacto (blog, tertulias, quedadas). Tened en cuenta que este curso es, por necesidad, muy introductorio y superficial. No hemos hecho más que arañar la superficie de los problemas. La filosofía es una selva que no sé donde acaba, y nosotros solo nos hemos dado un paseíto por los alrededores. El verdadero viaje comienza en lo que vas a hacer tú: en construir tu propia filosofía. Esa era la razón de este curso: invitaros a que emprendáis ese viaje personal, íntimo, pero también compartido, pues el camino "natural" de la filosofía es siempre en forma de diálogo (sea de uno consigo mismo o con los demás, o, preferiblemente, de ambos modos). Ahí nos encontraremos siempre que quieras. Estoy deseando saber qué senderos, preguntas y respuestas os van asaltando tras cada esquina. Y de contaros los y las mías. No sé lo que diría Nietzsche de esto, pero para mi no hay una forma más gozosa de saborear la vida que saberla (¿sabéis que la palabra saber viene de sabor?). Todo, en este mundo, parece querer decirnos algo. ¿No es increíble estar aquí y poder oír, hablar, descubrir, idear y penetrar todo lo infinito que hay en cada cosa?... Bueno, que me entusiasmo. Un beso fuerte, y el jueves nos vemos con martillos, alicates, dientes, lo que haga falta ;-).

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  5. Bueno, yo escribiré aunque no tan increíblemente como mis compañeras y amigas. Lo único que quiero, es agradecerte este curso. Me gustaría contar un recuerdo que tengo de este curso, que fue el primer día de clase de filosofía, un miércoles a primera. Era el primer día de clase y, acostumbrada a no madrugar en todo el verano, estaba con la cabeza en la mesa pensando: "Madre mía, filosofía… Creo que me voy a dormir". Pero entró un profesor que, de buenas a primeras, nos llamó "robot" y empezó a poner en duda el porqué vienes a clase. Entonces, como los perritos levantan las orejas porque escuchan algo raro, yo levanté la cabeza mirando al profesor preguntándome:" ¿Pero qué dice este tío? Si llega a estar aquí mi madre, se iba a enterar". Desde entonces en todas las demás clases siempre he estado con la cabeza en alto y el ceño fruncido, poniendo en duda todo lo que me rodeaba, hasta sacar de quicio a mis padres. Es cierto que apenas he participado en debates, pero como decía Kant primero hay que estar educado moralmente, para dar una opinión en público y eso me pasaba a mí. Eso sí, mi pobre cabeza era la que sufría esos debates y pensamientos morales, llegando a casa con un dolor inmenso. Y, como he dicho antes, voy a ser breve y voy a resumir que, muchas gracias se me queda corto para expresar mi agradecimiento por enseñarnos tanto y ser un profesor tan diferente y más amigo que profesor. También por apoyar que nos vayamos lo más lejos posible, porque es lo que llevo esperando hace muchos años ("Chi va piano, va lontano") y no a abuelas que te convencen para que te quedes en el pueblo cerca de ellas. Espero que algún día cumplamos con el viaje que hemos dicho hoy, o al menos la obra de teatro. Firmado: una mujer espartana.

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    1. Muchísimas gracias, Guadalupe. Me estáis poniendo el listón muy alto con tantas felicitaciones; ahora me voy a tener que preparar más las clases para disimular mejor lo poco que sé. Bueno, de verdad, sois unos ángeles del señor. Os provoco dolores de cabeza y ceños fruncidos (con la de arrugas que eso deja), y encima estáis contentas y me dais las gracias. ¿Es para quereros o no? En cuanto a lo de Kant, no te fíes, Guadalupe. Para formarse es mejor hablar y dar opiniones, así que la próxima vez no te cortes un pelo y suelta todo eso que se escondía bajo tu sonrisa etrusca (y tus ojos pícaros). Ya sé, ya sé que los espartanos sois gente seria y contenida, y desconfiáis de los atenienses, tan parlanchines y sofistas, pero fíjate, ¿quién se acuerda hoy de Esparta? Somos hijos de Atenas, de esa gente, individualista y lenguaraz, que prefería pasar el tiempo discutiendo de lo divino y lo humano en las plazas (o viajando por todo el mediterráneo), antes que estar todo el día entrenándose en su pueblo por miedo a lo que pudiera pasar (eso hacían los espartanos). Así que, pasando de miedos. Para compensar el haber hablado tan poco me tienes que escribir contándome ese viaje que vais a hacer (también el viaje interior, ese otro de la vida), para que yo también aprenda y pueda tener el ceño fruncido y dudar de todo lo que creo. ¿Ok? Un abrazo ateniense, que es algo así como dialogar con los brazos :-)

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