domingo, 25 de octubre de 2015

Master para aspirante a sofista.


Seguimos aportando documentos inéditos en historia de la filosofía. En este que presentamos aparece el anuncio de un Master para aspirantes a sofista del s.V a.C. Fue hallado entre las ruinas de una escuela pública griega recientemente adquiridas por un banco internacional, y es rigurosamente auténtico (¡Auténtico, sí, ¿qué pasa? ¿Sabéis acaso qué es auténtico y qué no lo es? ¿Lo sabe alguien?). Por cierto, si os interesa un curso como este los hay a porrillo hoy en día (y, si esperáis un poco, tal vez se os dará sin pedirlo, en estas mismas aulas). Ahí va la transcripción realizada por nuestro equipo de expertos.





Escuela Panhelénica de Sofística.
Master en Retórica y Política.

Objetivos del curso.
¿Cómo triunfar en la vida? ¿Cómo persuadir a los demás de lo que quieras? ¿Cómo lograr el poder y conservarlo? ¿Cómo tener amigos influyentes? ¿Cómo ser un gran vendedor de ti mismo? ¿Cómo hacerte  millonario?... Si te inquietan estas preguntas, y fías tu felicidad en darles una conveniente respuesta, no lo dudes, este es tu Master.

Destinatarios del curso.
Alumnos de cualquier condición y con cualquier grado de formación. Se requiere ambición, espíritu competitivo, flexibilidad moral y talentos (de plata u oro). Absténganse socráticos e ingenuos (Y Evatlo).  

Profesorado.
Protágoras de Abdera. Gorgias de Leontinos. Pródico de Ceos. Hipias de Elis. Profesorado invitado: G. Marx (s. XX). F. Nietzsche (s.XX). J. I. Wert (s.XXI) L. Wittgenstein (s. XX).




(Cod. 0110) Relativismo moral para todos (y cada uno).
¿Qué es lo bueno? ¿Qué es lo justo? Nadie sabe de esto más de lo que él mismo cree, quiere, siente, ve. Los valores son siempre subjetivos. Lo que es bueno para mí igual no lo es para ti y a viceversa. El hombre (cada uno) es la medida de lo bueno y lo malo. Cada alumno se tomará las medidas para averiguar lo que le conviene y, además, se evaluará a sí mismo.

(Cod. 0101) Convencionalismo aplicado.
¿Así que todo está permitido? No, hemos de convenir normas. De hecho, la materia a impartir en esta asignatura se decidirá por convenio, por un pacto entre los alumnos y el profesor (por el que todos decidirán o en el que los alumnos acatarán lo que dicte sabiamente el profesor). En todo caso, habrán de tratarse estos dos temas: (a) La ley como condición de toda sociedad civilizada, y (b) La ley como artificioso intento de regular el derecho de los más fuertes. Para (b) se harán prácticas con el anillo de Giges. (Conferenciante invitado: F. Nietzsche, filósofo del s. XIX, quien presentará la ponencia: “Poder y derecho. ¿Por qué "los lobos" han de someterse a la ley de "los corderos"?).



(Cod. 1111) Pragmatismo práctico.
En esta asignatura se impartirá únicamente lo que es útil para aprobarla. También se informará de todo otro tipo de medios para su superación (sustracción de exámenes, confección de chuletas, ingeniería electrónica aplicada a la copia, técnicas de simulado de inocencia, etc.).
  
(Cod. 0011) Filosofía de la educación.
La educación es la llave para el triunfo. Por eso, tal como muestra este Master, ha de estar dirigida a preparar al ciudadano para competir en el mercado, desarrollando sus mejores cualidades (ambición, espíritu práctico, conocimientos simples, claros y útiles…) y relativizando sus prejuicios morales. (Conferenciante invitado: J. I. Wert, Ministro de educación del s.XXI, quien presentará la ponencia "Educación y competitividad"). 

(Cod. 0000) Curso completo de escepticismo.
Se demostrara cualquier cosa y su contraria, a la vez que se demuestra que toda demostración es imposible, incluida ésta misma (¡Y todo, con una sola cabeza!). Habrá talleres de risoterapia epistemica: cada día nos reiremos (antes y después de la clase) de la Verdad (¿Verdad? ¿qué verdad?). Las conclusiones del curso serán por sorteo y se repartirán (una distinta a cada uno) al azar.

(Sin cod.) Agnosticismo sin complicaciones.
No se hablará de lo que no se puede hablar. Conferenciante invitado: Maestro L. Wittgenstein, del s. XX, quién dirigirá los talleres “Profundización mediante el silencio” y “No meditación sobre nada”.

(Cod. 1111A) Curso fundamental de retórica y oratoria.
Los alumnos elaborarán discursos a favor, en contra, ni a favor ni en contra, y a favor y en contra de cada tema elegido al azar, de lo contrario de ese tema, de los dos temas a la vez, y de ni el uno ni el otro (todos los discursos deberán ser igualmente convincentes). Se puntuará el estilo, la disposición de las ideas, la elección de las palabras, la memorización y la presencia escénica. Se analizará el lenguaje no verbal. Se celebrarán talleres sobre psicología de masas y técnicas de sugestión emocional. Toda esta parte del Master estará exclusivamente impartida por profesionales del teatro y la política.   




Información y matrícula.
Precios del curso: 30 minas.
Garantía de devolución si no ganas tu primer juicio, y no eres Evetlo. 
Para más información en casa del rico Calias (Atenas, Plaza del Mercado s/n).




Aquí tienes una presentación orientativa.





 Bueno, qué. ¿Te apuntarías o no? ¿Preferirías un Master así a estas inútiles clases de filosofía?




jueves, 22 de octubre de 2015

Tumultuosa rueda de prensa de los filósofos pluralistas.









De nuestro corresponsal en Atenas. Siglo V a.C. Los tres “filósofos” del momento, EmpédoclesAnaxágoras y Demócrito, decidieron ayer ofrecer al público los resultados de su investigación sobre la physis en una rueda de prensa que, tras las preguntas de algunos periodistas, desembocó en una virulenta discusión y la salida airada de dos de los filósofos de la sala. Este blog ofrece en rigurosa exclusiva un extracto de lo que allí ocurrió.

Anaxágoras.- Señores, silencio por favor (Se oyen múltiples rumores en la sala; al parecer la indumentaria del filósofo Empédocles ha levantado revuelo; Demócrito, entre tanto, ríe a carcajadas mientras conversa con algunos periodistas). ¡Silencio! (el público de la sala, abarrotada, al fin se calla). Ejem. Señores. En la filosofía se abre hoy una nueva etapa, la etapa pluralista. Durante estos últimos cien años, nuestros antecesores han extendido creencias que, pese a su esfuerzo y buena intención, han llenado de errores las cabezas de nuestros contemporáneos. Desde el ínclito Tales y sus secuaces hasta el agudo Parménides, pasando por los sabios pitagóricos y por el oscuro y soberbio Heráclito, se ha mantenido la peregrina idea de que todo se reduce, en realidad, a una única cosa o principio. Ya sea el agua de Tales, el aire de Anaxímenes o el número de Pitágoras. Pero el gran Parménides demostró que de una sola cosa solo puede provenir ella misma, y que además ésta, por su soledad, no tiene motivo ni ocasión ninguna para moverse o cambiar, negando así lo que parece a todas luces evidente: que el mundo está lleno de múltiples cosas que cambian y se mueven.
Empédocles.- ¡Inadmisible, eso es inadmisible! Pero nosotros, gracias a nosotros mismos (especialmente a mí) y no a los dioses, hemos descubierto la Verdad, que más luminosa aún que el sagrado Sol ha incendiado nuestras almas del fuego de la...
Anaxágoras.- Abreviando. La naturaleza, afirmamos nosotros, consta de múltiples principios, infinitos diríamos yo y mi colega Demócrito aquí presente, o tal vez cuatro como afirma el venerable Empédocles…
Empédocles (con voz cavernosa y afectada).- ¡Cuatro son las raíces de las cosas: Zeus resplandeciente, Hera avivadora, Aidoneo y Nesti que de lágrimas destila la fuen…!
Anaxágoras (interrumpiéndolo bruscamente).- Es decir, fuego, aire, tierra y agua, ¿no maestro? (Empedocles hace un gesto de desprecio y se calla). Pues bien, de estos elementos, finitos o infinitos, hemos descubierto que están hechas todas las cosas, muchas y cambiantes ellas, pero únicos y permanentes aquellos.



Demócrito.- A ver, ¿nadie en esta sala ha gozado de pequeño con esos juegos de construcción en los que, con pequeñas piezas, bien duras y diferentes, se podían imitar, engarzándolas con habilidad, el Partenón o el teatro de Dionisos? Pues a imagen de esos juegos de construcción está hecha la realidad. Cada uno de los objetos y seres que vemos no son más que combinaciones afortunadas de esas infinitas y minúsculas piezas, indivisibles ellas, que yo llamo átomos. Las múltiples cosas visibles se construyen y se destruyen, nacen y mueren, pero los átomos invisibles, sus piezas, son siempre los mismos y jamás se destruyen. ¿Habéis entendido?
Periodista 1.- Aristóbulo, de Noticias del Ática. ¿Cómo se reúnen y se desunen esos átomos o lo que sea para formar las cosas? ¿Algún dios, quizás, es el que juega con ellos?
Anaxágoras.- ¡Dios no, sino “Nous” se llama la suprema  Inteligencia que hace torbellino de esos elementos minúsculos y da lugar a los compuestos que conocemos!
Demócrito.- Ja, ja, ja… Mi estimado colega Anaxágoras persiste en viejas creencias de viejas. No hace falta “Nous” ninguno, querido. Mis átomos, al menos, se mueven ellos sólitos y sin quererlo nada ni nadie se unen y se desunen oportunamente para formar este sol que nos alumbra o tu anticuada y venerable cabeza.
Anaxágoras.- Te recuerdo, Demócrito de Abdera, que por negar todo tipo de viejas creencias, y afirmar que el sol no es más que una piedra llameante, me ando jugando esa cabeza ante las ignorantes multitudes. Un poder inteligente, mi “Nous”, es, quieras tú o no quieras, necesario para que el movimiento de esas semillas, de las que todo está hecho, tenga dirección y sentido.
Empédocles.- ¡La Discordia, como veis, pero también el Amor, mueven el mundo! Son estas viejas fuerzas en movimiento las que unen y desunen, alternativamente, y según antiquísimas leyes, las raíces del cosmos!
Demócrito.- ¡Qué diablos de leyes! ¡De qué Amor y Discordia hablas! Me desconciertas con ese lenguaje, impropio de filósofos. ¡El cosmos no es más que una colección de infinitos átomos moviéndose en el vacío y creando mundos y cosas diversas al chocar unos con otros!
Periodista 2.- Aristógato, del Maratón Noticiero. Si no he entendido mal ustedes pretenden justificar con argumentos la existencia de la pluralidad y el movimiento. ¿No es así?
Anaxágoras.- Así es, joven.
Periodista 2.- Pero comienzan su argumento diciendo que el principio de la realidad son muchos átomos, semillas o lo que sea, y que estas cositas están en movimiento, bien por sí solas, bien ayudadas por el Amor, el Odio y cosas así. ¿No es esto?
Empédocles.- Más o menos.
Periodista 2.- Entonces, o mucho me equivoco, o están ustedes demostrando la pluralidad y el movimiento con el astuto argumento de que por principio existen la pluralidad y el movimiento. ¿No es así?
Empédocles.- Hum. Noto en este joven cierta ironía…
Periodista 3.- Aristópsema, de La Verdad de Elea. El sabio Parménides decía que ni el cambio ni el movimiento eran posibles, pues lo que cambia, en tanto cambia, es y no es lo mismo, y lo que se mueve, en tanto se mueve, está y no está en el mismo sitio. No veo por ninguna parte que sus teorías pluralistas contradigan en nada estos argumentos.
Periodista 2.- ¡Cierto! Si el Amor hace el milagro de unir las piezas de mi mente para que logre comprender a Empédocles, yo entonces he cambiado, pero en ese caso soy el mismo aunque ya no lo sea. ¿Cómo se explica esto?
Empédocles (muy enfadado).- Sigo notando mucha ironía en ese joven.
Demócrito.- Ja, ja, ja… ¡Pero tiene toda la razón! Los argumentos de Parménides contra la pluralidad y el cambio son irrefutables. La única prueba de que existen muchas cosas y de que cambian es… Que lo vemos. Pero, ¿es cierto lo que vemos? Yo estoy convencido de que no. En realidad la realidad son átomos y vacío. Todo lo que vemos es ilusión. En fin…
Anaxágoras.- (Estallando) ¡Vacío! ¿Pero de qué hablas? Te ríes tú de mi “Nous” y no te ríes de tu absurda noción de vacío!
Demócrito.- Oye, yo me río de todo. Pero lo más risible de todo es que tú y ese poeta de Agrigento (señalando a Empédocles) penséis que vuestras extrañas partículas puedan ser muchas y moverse en ausencia de vacío. ¿Qué las distingue entonces? ¿Cómo pueden desplazarse si todo está lleno de ellas? ¿Me lo podéis explicar, por favor?
Empédocles.- (cada vez más enfadado) ¡¿Y puedes tú explicarnos, sin artificios poéticos por supuesto, qué diablos es ese “algo que no es nada” y a lo que tú llamas "vacío"?!
Demócrito.- ¡¡Pregúntaselo a los físicos de dentro de veinte siglos, a ver si ellos te lo saben decir!!
Periodista 2.- Ja, ja, ja. Parece que entre Empédocles y Demócrito ha estallado la Discordia, ja, ja…
Empédocles.- ¡Te lo avisé! (Le tira una de sus sandalias de bronce al periodista 2). ¡Mira a ver si nace el Amor entre esa y tu cabeza, insolente!
Demócrito.- (Con una amarga sonrisa) Veis, todo esto demuestra que el mundo no está regido por ninguna “Inteligencia”.

(Anaxágoras se marcha indignado. Empédocles ha salido corriendo detrás del periodista 2 y de su valiosa sandalia. Los demás periodistas salen. Tan solo quedan unos cuantos alrededor de Demócrito que se queda hablando animadamente con ellos. Parece que charlan acerca de los cuidados que requieren las viñas y de cómo hacer buen vino). 
¿Qué os ha parecido, en general, la teoría de los pluralistas? ¿Os parece más acertada que las teorías del resto de los filósofos presocráticos? ¿Por qué?


Aquí tenéis la presentación de clase.




lunes, 19 de octubre de 2015

Ser o no ser. He ahí la cuestión (de Parménides).


Si para los milesios el ser (arkhé) de las cosas es una materia misteriosa (viva como un animal y armoniosa como un dios), y para los pitagóricos una serie de formas o estructuras matemáticas, los eleatas dan una respuesta aún más extraña, más que matemática, puramente lógica... ¿Qué son en el fondo las cosas? ¡Pues... que son! ¡Y que no pueden no ser! Este es el son que repiten al unísono Parménides de Elea y sus discípulos (el más conocido de ellos fue Zenón, famoso por sus increíbles paradojas)... 

La solución de los milesios al problema de la realidad está todavía empapada de mitología y está cercana a la experiencia común. La que dan los pitagóricos se parece más a una respuesta científica, como la que daría hoy un físico matemático. Y la que dan los eleatas es, por vez primera, puramente racional o lógica, es decir: estrictamente filosófica

Zenón muestra las puertas a la verdad y la falsedad (Veritas et Falsitas). Fresco en la Biblioteca de El Escorial, Madrid.


Si le preguntáramos a Parménides, el más destacado entre los eleatas, que en qué consiste la realidad y qué ley la gobierna nos diría algo así:
-         La realidad consiste en que es. Lo que tienen en común todas las cosas es que son, que las hay, que las podemos pensar como siendo
-         Lo que gobierna la realidad son una especie de leyes “lógicas”. Y estas leyes dicen que “lo que es, es, y lo que no es, no es; y que nada puede ser y no ser” (Más claro, agua –pero no la de Tales—; a estas leyes se le llamarán luego: el principio de identidad y el principio de no contradicción).

La realidad consiste en que es. Pero ¿cómo es? Las dos ideas más interesantes de Parménides al respecto son estas:

  1. La realidad es una sola cosa e indivisible. ¿Y cómo es eso? Razonemos (cerrando los ojos, que nos confunden). Si la realidad fuera más de una (múltiple) estaría dividida en partes, pero entonces cada parte sería y no seríaseria la parte que es pero no sería las demás partes. Además, estas partes serían diferentes una de otras, pero como todas tienen en común el ser, sólo podrían diferenciarse en algo distinto del ser, es decir, en el no ser, es decir, en nada. Pero si no se diferencian en nada, no se diferencian. Luego son la misma. Luego no hay partes. Todo es uno.

  1. La realidad es invariable e inmóvil. Es invariable porque, si cambiara sería y no sería la misma, como cuando yo digo “yo he cambiado”, con lo cual refiero que “yo” sigo siendo el mismo (porque he sido yo el que he cambiado) pero no sigo siendo el mismo (porque he cambiado). Si cambiara en parte, tendría partes, lo que ya hemos demostrado que es imposible. Además, la parte que cambia pasaría del ser (lo que era) al no ser (pues ya no es lo que era). Por todo esto, la realidad no nace ni muere, es eterna. Para nacer tendría que no ser antes de nacer y ser después. Y para morir tendría que ser antes de morir y no ser después. Imposible. Además, ¿cómo se explica que las cosas aparezcan (nazcan) y desaparezcan (mueran) así, como si fueran los objetos en el sombrero de un mago?... La realidad tampoco se mueve, porque lo que se mueve tendría que estar y no estar en el lugar en el que se mueve, lo cual no es menos imposible. 
Así que, la realidad es que es. Y como tal es única, indivisible, invariable, eterna, inmóvil…

Muchos filósofos (por no hablar de la gente común) han tachado de insensata la teoría de Parménides (escrita, por cierto, en forma de poema, lo que tiene su miga, siendo un filósofo tan racional). Unos dicen que, diga lo que diga el pensamiento, ellos ven la diferencia entre las cosas y los cambios de unas en otras (Parménides les diría que los sentidos nos engañan. Para ver cómo lo hacen pulsa en la siguiente figura). 





Otros piensan que la lógica de Parménides está equivocada, que confunde los múltiples sentidos en que se dice "ser", o que no distingue las "cosas" de sus "propiedades" (Parménides les diría que admitir esas distinciones es admitir ya lo inadmisible: las partes, la pluralidad). 

Lo que de todas todas es cierto, es que Parménides nos hace pensar. ¿Se le puede pedir más a un filósofo?



¿Y, POR CIERTO, QUÉ PIENSAS TÚ DE TODO ESTO?

¿Quieres saber más sobre Parménides? Pulsa aquí y aquí también.
Y para leer en directo las extrañas discusiones que tenía Zenón (discípulo de Parménides) con sus paisanos, pulsa aquí y luego acá

Aquí tienes, también, la presentación de clase



viernes, 16 de octubre de 2015

Pitágoras = [ Todo es (Número) ]

Alguien dijo que “tres son las naturalezas del Universo: los Dioses, los mortales y los que son como Pitágoras”. De Pitágoras y los pitagóricos se decían en la antigüedad las cosas más increíbles y maravillosas: que tenían prohibido comer habas o mirar su rostro en un espejo junto a la lumbre, que el Maestro --que no solía dejarse ver y cuyo nombre no se podía pronunciar-- era hermoso como un ángel, que las almas de los difuntos se reencarnaban en otros cuerpos (mejores o peores según los méritos de cada cual)… Pero lo más increíble y maravilloso de todo es que creían que la realidad era Número.

El cosmos, creían ellos, estaba constituido tan armoniosa como matemáticamente. De hecho, las armonías, comenzando por las musicales, obedecían a precisas razones matemáticas. Y cuando el alma captaba esa matemática precisión se tornaba ella misma tan armoniosa y razonable como el mundo (solo así, por cierto, se podía encarnar en seres tan superiores como… ¡los pitagóricos!).

Pero no, no es que el mundo estuviera escrito en lenguaje matemático, como diría siglos después Galileo. Es que el mundo estaba hecho de matemáticas, de números, de puntos (el uno), líneas (el dos), planos (el tres) y volúmenes (el cuatro). Quién esto averiguaba era calificado con un diez (1+2+3+4), os lo juro, ¡por la sagrada Tetractys!

Cuentan que algunos pitagóricos se suicidaron tras descubrir los números irracionales (¡en su querido triángulo rectángulo!). Otros, más astutos, planearon una nueva ontología en la que lo Uno o Impar (el número Padre de todos los demás números) generaba el mundo uniéndose y dando límites a lo Dos o Par (el número Madre, infinito e irracional). Conocer cada cosa fue entonces cuestión de saber la combinación exacta de Unidad y Dualidad que la generaba y gobernaba (hoy diríamos, quizás, conocer su código binario –su código de barras—).


¡Increíble, verdad! Pues antes de sucumbir a la tentación de reíros de todo esto, pensad en lo siguiente. ¿Qué es lo más esencial para que exista una cosa? ¿La materia de la que está hecha, o la forma que tiene? Si la esencia de una cosa, por ejemplo, de una mesa o del Teatro romano de Mérida, es su forma (y así debe ser, pues la madera sin más, o un montón de piedras, no son una mesa ni un teatro), entonces el ser de las cosas es algo formal, y no material. Como la forma no es ninguna materia concreta (por eso puede implementarse en muchos materiales distintos), no puede verse, ni tocarse... pero sí pensarse. ¡Como las matemáticas!... 





Phi - The Golden Key
The Golden Key - a video by Jonathan Quintin ArtExplore the connected universe in an interactive online learning community with Nassim Haramein & faculty with participants from around the world: The Resonance Academy –> http://bit.ly/1LxBq48
Posted by Jamie Janover on Domingo, 25 de octubre de 2015



Precisamente, las formas más fundamentales de todas son las formas (y las fórmulas) matemáticas: las estructuras geométricas y numéricas. Así que todo, en el fondo, está hecho de matemáticas, de ecuaciones y números. Incluso la materia, pues ¿hay algún trozo de materia, por pequeño que sea, que no sea, en el fondo, una forma especial de organizarse sus átomos o sus partículas (describible mediante fórmulas y números). Todo, todo es matemático. Aunque nos parezca verlo como algo material y colorido. Al fin y al cabo, ya sabemos que las imágenes que vemos (como las de este blog) están formadas, en el fondo, por números, por códigos de ceros y unos... ¿No podría pasar lo mismo con todo?... Mira este vídeo de un famoso físico y matemático, y tal vez te convenzas...
  

Si pulsáis aquí podréis escuchar la entrevista que logramos realizar a Pitágoras.

Y aquí tenéis la presentación de clase


Aristóteles y otros autores antiguos (y modernos) acusaban al pitagorismo de ser una filosofía ingenua y tosca, que confundía las abstracciones numéricas con las cosas reales, lo cuantitativo con lo cualitativo, pero... ¿No sería el pitagorismo una expresión simple de la creencia filosófica (y científica) de que todo lo real es racional, es decir, matematizable? Tan racional y matematizable que, en el límite, no podría haber distinción alguna entre matemáticas y realidad… ¿Qué crees tú: está todo "hecho de matemáticas"? ¿Será cierto que todo se puede "digitalizar", convertir en una "matriz" numérica, en un código de barras? ¿Por qué no?


Por cierto, si queréis saber más de los pitagóricos aquí tenéis un magnífico diálogo entre un pitagórico y un milesio obtenido por un prestigioso equipo de parapsicólogos y viajeros del tiempo dirigidos por el Prof. Juan Antonio Negrete.

Pitagóricos celebrando el amanecer. Óleo de Fyodor Bronnikov.

martes, 13 de octubre de 2015

¡Todo es agua!... Gran entrevista con Tales de Mileto.


Tales de Mileto (Mileto, s.VII a.C) es considerado el primer filósofo de la historia occidental. Viajero incansable, ingeniero, matemático y astrónomo, es mundialmente famoso por sus opiniones acerca del origen del mundo. Lo entrevistamos en la Clínica Hipócrates, en donde se halla convaleciente tras haber caído a un pozo.





Periodista.- Señor Tales ¿Qué tal se encuentra?
Tales de Mileto.- Mejor, gracias, me acaba de bañar una enfermera tracia muy alegre y eso me ha levantado el ánimo. Resulta que anteayer iba distraído observando el cielo y me hice daño al caer a un pozo, parece que tenía muy poca agua…
P.- ¿Poca? Qué curioso. Pues se dice por ahí que usted afirma que todo es agua.
T.-  Bueno, más bien, que el principio de todo es agua. Y sí, eso digo. Pero no solo yo. Muchos otros sabios antiguos opinaban lo mismo, si bien lo contaban a través de mitos.
P.- Pero maestro, ¿por qué agua? Vuestra tabla periódica contiene muchos otros elementos: la tierra, el agua, el fuego… ¿Qué tiene de especial el agua?
T.- ¿No ha observado usted como cambia de forma, o como se vuelve sólida al enfriarse o aérea al calentarse? Es razonable pensar que todo lo que vemos sea una transformación a partir del agua.
P.- Su futuro discípulo Anaxímenes dirá que más bien es el aire el que al condensarse o volverse menos denso da lugar a todas las cosas y seres.
T.- Mmm… Interesante. No conocía esa teoría.
P.- Y otro milesio como usted, Anaximandro de Mileto, afirma que el principio es más bien algo…¿Cómo decirlo?...Algo totalmente sin forma, sin límite alguno… “Lo indefinido”, así lo define él.
T.- ¿Algo sin forma ni límite? ¿Y qué puede ser eso?
P.- Él dice que en el origen ha de existir algo que no sea ninguna cosa concreta, para así poder ser el origen de todas.
T.- Ya. Aunque me temo que algo tan poco definido se parece mucho a nada. Y todo el mundo sabe que de la nada no puede originarse nada. Ese argumento hace aguas, ja, ja...
P.- Hablando de eso mismo, maestro, ¿cómo explica usted que de esa agua originaria salgan “a flote” todas las cosas que vemos?
T.- Ya he dicho que el agua, siempre en movimiento, adopta ora unas formas, ora sus contrarias, una veces da lugar a las secas piedras, y otras a las húmedas nubes, y así con todo lo demás según la vieja ley del Justo Equilibrio Cósmico.
P.- Pero maestro, los alumnos de filosofía del futuro se preguntaran una y mil veces cómo de una sola y misma cosa surgen tantas y tan diferentes.
T.- ¡Por Poseidón, dios de los mares! Pues de la misma forma que del purito caos surge el cosmos con sus árboles, animales, hombres, estrellas… ¿Es que no cree usted en los mitos?
P.- A veces, cuando no tengo ganas de pensar.
T.- Pues piense bien en lo que pregunta.
P.- Se lo pregunto de otro modo: si todo es en el origen agua (o aire o lo que sea), ¿cómo es que de esa única cosa brotan tantas cosas distintas, como árboles, gatos, filósofos, etc.? Del agua solo puede brotar agua, ¿no?
T.- Es usted demasiado joven e inflexible, amigo. La lógica ha de explicar lo que experimentamos, no suprimirlo. Y es una experiencia común que de lo uno surge lo múltiple y variopinto. Piense en cómo de su única cabeza surgen tantos y tan diferentes pensamientos.
P.- Pero Sr. Tales, si todo fuese agua, o aire, como dirá su colega Anaxímenes, que unas veces se condensa y otras no, tendría que haber otra cosa distinta del agua, o del aire, para apretujar o separar sus partes, ¿no es así?
T.- Tu razonamiento es correcto, aunque solo eso. Prosigue.
P.- Digamos que el agua, o el aire, pudieran dividirse en mil cosas diferentes. ¿No tendría que existir algún otro elemento, distinto del agua o el aire, que los dividiera? La razón nos dice que lo que es uno no puede dividirse (ni multiplicarse) por si mismo sin dar lugar a otra cosa que a si mismo otra vez.
T.- Veo que te gustan las matemáticas tanto como a mí.
P.- Quiero decir que si todo es, digamos, mantequilla, y no tenemos para separar sus trozos más que cuchillos hechos también de mantequilla… ¿Lograremos alguna vez dividirla en partes?
T.- Ja, ja, ja. ¡Todo mantequilla! Es, al menos, una doctrina muy apetitosa.
P.- Por otra parte, maestro, si el agua que usted dice está en movimiento, ¿qué la mueve? ¿Es también agua lo que mueve al agua? Y esa Ley del Equilibrio Cósmico que gobierna los cambios del agua, ¿también es agua? ¿Son las leyes del cambio tan acuosas y cambiantes como el agua misma?...
T.- Querido, tus razonamientos son demasiado puros. Y por tanto, simples. Piensa que el agua de la que hablo tiene, como todo, un alma que la mueve y gobierna armoniosamente.
P.- O sea. Que todo es agua, pero el agua tiene un alma o fuerza (acuática, hemos de suponer) que, además, obedece un Principio de Armonía no menos húmedo… Maestro, esto me parece un poco… yo diría… ¿irracional?
T.- ¡Divino, querrás decir! El agua es dios, y como tal es materia, pero también fuerza, y ley.
P.- ¿El agua es un dios? Eso no lo entiendo. Provengo de una época en que la ciencia, que se dice heredera de ustedes los filósofos, ha fulminado a todos los dioses.
T.- ¿Estás seguro? Mis futuros colegas, los físicos de tu época, dicen lo mismo que yo, que todo es una sola cosa, energía  le llaman ellos, y que la energía se transforma en otras cosas según fuerzas y leyes que son también energía. Poco costaría añadir que esa energía misteriosa es tan divina como mi principio acuoso.
P.- Pues ambas cosas me parecen incomprensibles.
T.- Muchacho, todavía has de aprender a navegar en el agua turbulenta de la filosofía. Mira, ayúdame a incorporarme y sigamos esta conversación en los baños. Tal vez dejándonos penetrar por ella, podamos penetrar nosotros también en los misterios del agua.
P.- Sea. Aún tengo mucha sed de conocimientos.




¿Qué es lo que más te convence y lo que menos te convence de la teoría de Tales?
¿Qué pregunta le hubieras hecho tú?

Aquí tenéis la presentación de clase:



Aquí una estupenda entrada, también sobre Tales, de nuestro vecino y amigo de blog.


lunes, 12 de octubre de 2015

Hijo, no quiero que acabes como Bill Gates.

Aquí va otro artículo que os dedico. Me lo inspiró un lista con recomendaciones para los estudiantes que encontré en un aula.Trata de lo que debe ser la educación (y la vida, y el mundo...). A ver qué os parece.

viernes, 9 de octubre de 2015

¿Una educación sin filosofía?

Hace unos días que publique este artículo en un periódico digital. Como habla de VOSOTROS, pensé que igual os interesaba leerlo. Por supuesto, se admiten comentarios.

jueves, 1 de octubre de 2015

La naturaleza de la naturaleza. Phýsis y Arkhé.


El problema más fundamental de la filosofía es siempre el mismo: saber qué es la realidad. O como decían los primeros filósofos griegos, saber qué es la “physis (la “naturaleza”). Ahora bien, para conocer la naturaleza no basta con observarla. Lo único que inmediatamente observamos en ella es un montón de cosas o seres en perpetuo movimiento y cambio. En otras palabras: un caos (ya lo decían los mitos: al principio era el caos...). Y no solo es un caos a la vista, también lo es al entendimiento. Si las cosas son muchas (nos dice la razón), han de ser infinitas (no hay dos sin tres, ni tres sin...). En el espacio (infinitamente divisibles) y en el tiempo (infinitamente cambiantes). Pero si las cosas son infinitas han de ser también infinitamente diferentes unas de otras (y cada una de sí misma). Ahora bien, ¿qué cosa puede ser algo que no tenga nada en común con las demás cosas? ¡Ni siquiera tendrá en común el ser "cosa"! ¿Y qué será algo que no tenga nada en común consigo mismo? ¡Ni siquiera podrá ser "algo", pues todo lo que es es, al menos, igual a sí mismo!... Además. ¿Por qué son como son estas extrañas y presuntas "cosas"? ¿Por qué se mueven y cambian tal como lo hacen?... Así planteado. A poco que lo veamos y pensemos, el mundo es algo caótico, imposible, inexplicable... 

¿Y podemos vivir así? No. Nadie puede vivir pensando que todo lo que pasa (y le pasa) es caótico, ilógico, inexplicable. Nuestra razón se rebela ante todo esto y busca dar orden a las cosas, explicarlas, someterlas a la lógica. 

¿Cómo lo hace

Imaginad que sois unos inteligentes extraterrestres y aterrizáis en una selva llena de todo tipo de seres en movimiento (plantas, animales...) que jamás habéis visto.
Vuestra razón se pondría inmediatamente a trabajar. En primer lugar reduciría las diferencias: unificaría ciertas cosas como partes de un mismo objeto o ser (uniendo todas las partes, por ejemplo, de un león --o como quieran llamarlo ellos--, o las partes de un árbol determinado, etc.). Luego unificaría unas cosas con otras, descubriendo lo que tienen en común (por ejemplo, todas las cosas que compartan ciertas características permanentes serán animales, otras con otras características serán plantas, etc.). 

Finalmente, es posible que la razón se preguntara por lo que todas las cosas (sean del tipo que sean, e incluyéndose a sí misma) tienen en común. A este elemento constitutivo y permanente de todo, es decir, a lo que todas las cosas son siempre, por muchas y diferentes que sean, y por mucho que cambien, le llamaban los filósofos griegos, el “arkhé” o principio de todo. 

Pero con esto no basta. Dado que todo está moviéndose y cambiando, la razón también busca poner orden en el cambio, y para ello busca descubrir las causas y las leyes (no cambiantes) que gobiernan o determinan los cambios, es decir, que explican por qué, cómo y para qué ocurren esos cambios, permitiendo predecirlos y estar prevenidos frente a ellos. A estas causasleyes supremas del cambio también las incluían los griegos en el concepto de “arkhé” o principio de todo.



Así, frente a la experiencia de la naturaleza (physis) tal como se aparece a nuestros sentidos (caótica: plural, cambiante), la razón busca ordenarla, descubriendo o estableciendo un principio supremo de orden (arkhé) que es, a la vez:
Un principio constitutivo: lo común a todo, la unidad de las diferencias, lo que todas las cosas son siempre en el fondo, lo permanente de lo cambiante, de lo que todas las cosas “están hechas”, de donde todo viene y a donde todo vuelve, etc.
Un principio causal o fuerza: lo que lo mueve todo, dándole movimiento y vida.
Un principio legal: la ley suprema según la cual se mueve todo en un cierto orden.

Si “physis” significa “naturaleza” (en el sentido de todo lo que hay, el conjunto de las cosas que vemos, etc.), “arkhé” significa algo así como la “naturaleza de la naturaleza”, es decir: su principio o ser común y permanente que lo causa y lo gobierna todo según ley. La “arkhé” es, así, algo omnipresente, eterno, causa animadora de todo, y que todo lo gobierna. No es raro que para muchos filósofos presocráticos la “arkhé” fuera una entidad divina.

Ahora bien. La "arkhé" no es la respuesta a nuestros problemas. Es solo la presunción de que la respuesta puede existir. Ahora nos toca averiguar qué es lo que puede ser esta buscada "arkhé" o principio de todo. 

¿Seguimos?

Aquí tenéis la presentación de clase.
 

¿Basta observar el mundo para entenderlo? ¿Qué más cosas hay que hacer?
¿Cómo crees que soluciona el problema de la arkhé la religión? ¿Y la ciencia actual?