martes, 2 de junio de 2015

¿Quién es el superhombre nietzscheano?

Paradójicamente, y aun toda su crítica a la moral, el “superhombre” representa un modelo moral, el de una moral amoral, o una “moral sin moralina”, dice Nietzsche, pero una moral al fin y al cabo.

El superhombre es, en general, aquél que encarna en sí la “voluntad de poder”. La voluntad de poder es, para Nietzsche, la fuerza ciega, irracional y creadora con que la Realidad y la Vida se afirman una y otra vez (en un “eterno retorno”) a sí mismas. En este sentido, el superhombre es el hombre real, el hombre que realmente vive, el perfecto “vitalista”. ¿Y en qué consiste esto? Podríamos atrevernos a resumirlo con estas tres notas: el valor para invertir todos los valores, el poder para expresar creativamente su poder en el mundo, y el amor incondicional a la vida (el amor al amor mismo).

En primer lugar, el superhombre es aquel que se rige por una moral afirmadora de la vida (una “moral de señores”), negando e invirtiendo todos los valores de la moral tradicional. Para esto ha de tener la fuerza sobrehumana necesaria para situarse por encima de esa moral tradicional (oponiéndose a todos) y vivir de acuerdo con los "auténticos valores": la aceptación de la vida sin reservas (con su dosis de dolor e incertidumbre), la búsqueda del placer, la lucha, el egoísmo… El superhombre tiene la fortaleza para sobrellevar la entera y cruel verdad sobre la vida y el mundo…

En segundo lugar, el superhombre es aquel capaz de crear sus propios valores y su propio mundo, tal como hace un artista genuino o un dios creador, plasmando su voluntad en la realidad, haciendo de su poder ley, y de su fuerza verdad. 
El superhombre no explica ni justifica, hace y domina. Para esto ha de poseer una energía sobrehumana, la máxima libertad de espíritu, y una cualidad individual superior (el superhombre es el supremo individualista, un creador solitario, que afirma constantemente su diferencia)…

En tercer lugar, y a modo de resumen, la característica esencial del superhombre es su amor ciego e incondicional a la vida. El superhombre abandona toda fe, todo deseo de certeza y seguridad, se acostumbra a la cuerda floja de todas las posibilidades. Su sí a la vida es absoluto, sin elección ni renuncia, lo quiere todo, también el error, y el dolor. Su amor es el de la temeridad inconsciente de un niño que juega con la vida sin ningún temor, y que la ama sin distancia, sin pensar en ella...


Y ahora. ¿No os gustaría ser como superhombres? 




1 comentario:

  1. A mi juicio y sin ningún tipo de dato previo sobre este tema, podría ser malinterpretado, que es como opino que fue, el superhombre no es nada más que gastar la piedra que estaba en medio del camino y poner otra nueva, podría ser que muchas películas han sacado de esto la idea de ser supremo alienígena (es decir, externo a la Tierra), que se refleja en un ser sabio que ante todo y después de anteponer su poder cuida el arte (el que el ser interpreta) y lo defiende amando su existencia infravalorando otras existencias que considera que son "tóxicas". Bueno yo creo que en la actualidad sería esa idea pero si nos paramos a pensarlo, ¿Qué es Dios?, su poca intervención o nula en el caso de que este exista es meramente sabia, si pasa es porque tiene que pasar, las personas no pensamos así y eso daría explicación al árbol de la ciencia. ¿Un superhombre podría reconocer que es un superhombre?
    La raza Humana tiene mucho potencial que se derrocha por el "simplismo" de la sociedad que intenta poner límites a una demoledora, en resumen el superhombre no es más que lo mismo con otro nombre un espejo infinito en el que no podemos aclarar nada porque la única razón para resolver algo es que lo tuvieramos en frente, No me gustaría ser un superhombre pero por desgracia lo somos.

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