miércoles, 19 de septiembre de 2012

Las cuatro preguntas de la filosofía

Ya sabéis que hemos invitado a venir a la caverna a los Cavernisofos más importantes de la historia: Platón, Aristóteles, Descartes, Kant, etc, etc. Todos han confirmado su asistencia, pero nos han pedido, como los políticos malos, que les anticipemos las preguntas que les vamos a hacer (los filósofos son pocos dados a la improvisación). Hemos decidido que las preguntas que, como mínimo, les vamos a plantear a todos son estas cuatro (curiosamente se corresponden con las cuatro ramas más importantes de la filosofía).

  1. La pregunta ontológica (o metafísica): ¿QUÉ ES PARA UD. LA REALIDAD? Ojo, que esta pregunta admite variaciones: ¿qué es para ud. la realidad en general? (ontología general) ¿Qué es para ud. la naturaleza? (cosmología o filosofía de la naturaleza) ¿Existe una realidad perfecta o divina?  (teología filosófica)… ¿Y qué me dice de esa realidad que parece estar entre la naturaleza y Dios: la cultura, la sociedad, el ser humano…? ¡Un momento! Esta última pregunta es tan importante que merece un apartado propio…

    2. La pregunta antropologica: ¿QUÉ ES PARA UD. EL SER HUMANO? ¿Qué lugar ocupa en el cosmos? ¿cuál es su naturaleza y finalidad?...

    3. La pregunta gnoseológica o epistemológica: ya nos ha dicho ud. lo que cree que es la realidad y lo que cree que es el ser humano, ahora nos gustaría preguntarle por la relación teórica entre el ser humano y la realidad, es decir, por el conocimiento: ¿EN QUÉ CONSISTE EL CONOCIMIENTO? ¿Cómo podemos estar seguros de que lo que pensamos, decimos, oímos, etc., es verdad? ¿Qué es de verdad la verdad?...

    4.La pregunta ética y política: le preguntamos ahora sobre la relación práctica entre el ser humano y la realidad: ¿QUÉ CREE UD. QUE DEBERÍAMOS HACER PARA QUE LA REALIDAD FUERA MEJOR DE LO QUE ES? ¿qué es lo que hay que hacer para ser buenos y felices, y para que la sociedad sea más justa? ¿qué es lo bueno? ¿qué es lo justo? 

Antes de darle las gracias y sacar nuestras propias conclusiones, hemos de asegurarnos de que las respuestas del filósofo de turno a las cuatro preguntas cuadran entre sí (es decir, que lo que ha respondido a cada una de ellas encaja con las demás). Si así no fuera, le seguiríamos preguntando. Naturalmente, también le seguiremos preguntando si lo que dice no nos convence o nos parece erróneo o, sencillamente, no lo entendemos. Y también, ya que estamos, podemos preguntarle lo que piensa de las respuestas (casi siempre distintas) que sus ilustres colegas han dado a las mismas preguntas… Así hasta que lo hagamos salir corriendo…O hasta que nos convenza tanto que nos quedemos hipnotizados frente a él.    


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