jueves, 27 de septiembre de 2012

Ser o no ser, he ahí la cuestión (de Parménides)...


Si los milesios (Tales y compañía) tienen una respuesta “materialista” a la pregunta por la realidad (si bien de un materialismo muy especial, “lleno de dioses”, como dice Tales), y los pitagóricos una respuesta más “formalista” o matemática (si bien de un formalismo muy especial, inseparable de la materia), los eleatas dan una respuesta puramente lógica al mismo problema…

Si le preguntáramos a Parménides, el más destacado entre los eleatas, que en qué consiste la realidad y qué ley la gobierna nos diría algo así:
-         La realidad consiste en que es. Lo que tienen en común todas las cosas es que son, que las hay, que las podemos pensar como siendo. Y el origen y condición de todo es, también, el mismo: el ser.
-         Lo que gobierna la realidad es la ley “lógica”. Y la ley lógica dice que “lo que es, es, y lo que no es, no es; y nada puede ser y no ser” (Más claro, agua –pero no la de Tales—; a esto se le llamará luego el principio de identidad y el principio de contradicción).

La realidad consiste en que es. Pero ¿cómo es? Las dos ideas más interesantes de Parménides al respecto son estas:

  1. La realidad es una sola cosa e indivisible. ¿Y cómo es eso? Razonemos (cerrando los ojos, que nos confunden). Si la realidad fuera más de una (múltiple) estaría dividida en partes, pero entonces cada parte sería y no sería: seria la parte que es pero no sería las demás partes. Además, estas partes serían diferentes una de otras, pero como todas tienen en común el ser, sólo podrían diferenciarse en algo distinto del ser, es decir, en el no ser, es decir, en nada. Pero si no se diferencian en nada, no se diferencian. Luego son la misma. Luego no hay partes. Todo es uno.

  1. La realidad es invariable e inmóvil. Es invariable porque, si cambiara sería y no sería la misma, como cuando yo digo “yo he cambiado”, con lo cual refiero que “yo” sigo siendo el mismo (porque he sido yo el que he cambiado) pero no sigo siendo el mismo (porque he cambiado). Por esto mismo, la realidad no nace ni muere, es eterna. Para nacer tendría que no ser antes de nacer y ser después. Y para morir, tendría que ser antes de morir y no ser después. Imposible. Además, ¿cómo se explica que las cosas aparezcan (nazcan) y desaparezcan (mueran) así, como si fueran los objetos en el sombrero de un mago?... La realidad tampoco se mueve, porque lo que se mueve tendría que estar y no estar en el lugar en el que se mueve, lo cual no es menos imposible. 
Así que, la realidad es que es. Y como tal es única, indivisible, invariable, eterna, inmóvil…

Muchos filósofos (por no hablar de la gente común) han tachado de insensata la teoría de Parménides (escrita, por cierto, en forma de poema, lo que tiene su miga, siendo un filósofo tan racional). Unos dicen que, diga lo que diga el pensamiento, ellos ven la diferencia entre las cosas y los cambios de unas en otras (Parménides les diría que los sentidos nos engañan). 


Otros piensan que la lógica de Parménides está equivocada, que confunde los múltiples sentidos en que se dice “ser”, las “cosas” con sus “propiedades”, etc. (Parménides les diría que admitir esas distinciones es admitir ya lo inadmisible: las partes, la pluralidad). 

Lo que de todas todas es cierto, es que Parménides nos hace pensar. ¿Se le puede pedir más a un filósofo?

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