miércoles, 30 de enero de 2013

El poder por contrato. La teoría política moderna.


Los hombres del medioevo (y de gran parte de la época moderna) solían creer que su mala ventura y sus discordias eran fruto de su naturaleza manchada por el pecado, y que solo un poder exterior a ellos podía salvarlos del desorden y la violencia. En aquella época el poder de los reyes, los señores y los clérigos, era grande y misterioso. Los hombres confiaban en ellos porque su poder provenía de Dios, que por su gracia y providencia los había señalado para gobernar a su rebaño. Así, Dios había cedido su divina soberanía a los señores (nobles y clérigos) que, por su superior valor y virtud, tenían la competencia para gobernar sobre los cuerpos y las almas de sus vasallos (es decir, sobre la vida, los bienes y la libertad de la mayoría). Sobre todos esos señores sobresalía a su vez el rey, cuyo poder omnímodo era la expresión del poder omnímodo del mismo Dios. El ejemplo más majestuoso de esta doctrina política, típica del “antiguo régimen”, es de los reyes absolutos de la Europa moderna, como aquel famoso rey francés, Luis XIV, del que dicen que dijo: “el Estado soy yo”.


Pero desde el siglo XVII, algunos filósofos y hombres, burgueses e ilustrados (entre ellos Hobbes, John Locke y, más tarde, Jean-Jacques Rousseau), comienzan a confabular una nueva doctrina política. Pensaban estos intelectuales que los hombres eran, en efecto, imperfectos por naturaleza y necesitados, por tanto, de ley y de gobierno para asegurar la paz y la justicia (hasta el bueno de Rousseau pensaba que su “buen salvaje” podía verse corrompido por la ambición y la violencia). Pero a diferencia de lo que era habitual creer, estos filósofos pensaban que el hombre podía perfeccionarse por sí mismo, con ayuda de su razón. Y así, en lugar de entregarse confiado al poder salvador de Dios y del rey, erigirse en soberano autónomo, en rey de sí mismo.

 Nace entonces la idea de soberanía individual: el poder reside, por naturaleza y razón, en todos y cada uno de los individuos por igual, que lo ejercen con todo derecho en la defensa de su vida, en su capacidad para decidir por sí mismos, o en la adquisición y disfrute de sus propiedades. O dicho de otro modo, el poder legítimo ya no proviene de Dios, sino del derecho natural (y racional) de cada individuo a la vida, la libertad y la propiedad -aunque en esto último disiente Rousseau-, y, por supuesto, a la igualdad, pues todos los hombres tienen por principio los mismos derechos. 

Ahora bien, la misma razón que reconoce este poder y derecho en los individuos, reconoce también la posibilidad del conflicto entre los derechos naturales de unos y de otros, de ahí que arbitre la siguiente solución. Todos los miembros activos de la sociedad, reunidos como pueblo, decidirán constituir unas leyes básicas y un sistema político (es decir, una constitución) que sirvan para resolver, con justicia, los conflictos de interés entre personas, y que serán válidas en tanto el pueblo así lo mantenga. A continuación, todos los individuos se comprometerán a cumplir esas "reglas de juego" y obedecer al gobierno que las administre, cediéndoles parte de su poder y libertad, en vistas al bien común. Este compromiso es un “contrato” de todos los individuos entre sí, voluntariamente suscrito, que los convierte en ciudadanos del Estado creado por ellos mismos y al que ellos libremente se someten. 
Pero también, más adelante, es un compromiso o contrato entre los ciudadanos y los gobernantes, que ya nunca podrán gozar de un poder absoluto, sino limitado por las leyes básicas establecidas y los derechos individuales cuya salvaguarda es la justificación última de todo poder político. Hasta el punto, esto último, de que, según Locke y otros, los ciudadanos tienen derecho a rebelarse y deponer por cualquier medio al gobierno que no cumple… con el contrato.

Así pues, la teoría política modernaestablece estos niveles de soberanía o poder legítimo:

(1) La razón. El poder es legítimo si está basado en la razón.
(2) Los derechos individuales. El poder es legítimo si es expresión de los derechos individuales (vida, libertad, igualdad, propiedad?), según dictamina la razón.
(3) La soberanía popular. El poder es legítimo si es expresión de la voluntad de la mayoría, siempre que ésta no atente contra los derechos individuales.  
(4) Las leyes básicas y el sistema político (constitución). El poder es legítimo si emana de las leyes que hemos convenido y que nos hemos comprometido (contrato social) a cumplir y hacer cumplir de acuerdo con la voluntad mayoritaria (soberanía popular).
(5) El gobierno representativo. El poder es legítimo si lo ejerce el gobierno que, por contrato (electoral) nos representa, y siempre que este cumpla con sus compromisos y respete las leyes básicas (constitución).

Como habréis adivinado, la teoría contractualista es el origen de la teoría democrática moderna. ¿Qué os parece? ¿Le encontráis alguna pega? ¿Creéis que hay algún sistema político aún mejor?







4 comentarios:

  1. vicor, en el tema 6-8 lo de filosofia medieval las caracteristicas te hablamos de San Anselmo y de Tomás de Aquino?
    soy paula

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    1. Un poco, cuando toque hablar de la existencia de Dios. Y Tomás de Aquino también en el asunto de la esencia y la existencia.

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  2. otra pequeña duda, en el tema 6-8 mi conclusion de las distintas respuestas al problema de las relaciones entre fe y razón: Fe y razón son dos maneras de justificar como verdadero un supuesto conocimiento. La fe es la vía de la pura voluntad: justifico un enunciado como verdadero en cuanto mi voluntad así lo quiera (sin necesidad de nada más)
    Según Tomás de Aquino, la fe es el asentamiento a lo conocido que se deriva de la voluntad movida por Dios (dogmas).
    La razón es la vía del entendimiento: justifico un enunciado como verdadero en cuanto mi entendimiento comprende su necesidad lógica. (dos y dos son cuatro)
    El origen de este problema se produce tras el encuentro de la filosofía griega con el cristianismo. Creo ideas muy contradictoria para los griegos (encarnación). Los 1º cristianos adoptaron una actitud negativa ante la razón porque para ellos la verdad está en la Biblia. La fe es superior a la razón.
    estaría bien?

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    1. Has definido bien a la fe y la razón. Pero para abordar el problema fe/razón tienes que ir más allá de definir "fe" y "razón" y de contar que este problema tiene su origen en el encuentro entre filosofía y cristianismo. Más allá de eso has de explicar que, para unos solo vale la fe, para otros la fe está por encima de la razón, para otros la fe y la razón cooperan, para otros la fe y la razón no tienen nada que ver, etc.
      Hala, ánimo.

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