Fragmentos del diario personal de Kant
* NOTA IMPORTANTE. El equipo de investigación de este blog no garantiza la fiabilidad de estos documentos (ni la fiabilidad de nada, en general). En
cualquier caso, recomienda no citarlos en exámenes, trabajos ni
congresos científicos, hasta tanto no se compruebe su veracidad.
Hoy he vuelto a casa con los zapatos casi destrozados.
Mientras paseaba seguía dándole vueltas y más vueltas al asunto. ¿Cómo diablos
es posible el conocimiento? Veamos. Según los racionalistas, para conocer no
hace falta ninguna experiencia (los conocimientos son a priori), y, además,
todo consiste en deducir algo a partir de otra cosa, con lo que analizando el
principio de un pensamiento ya tengo también el final. Pero, ay, estos
conocimientos o juicios (que a mi me gusta llamar juicios analíticos a priori),
por muy verdaderos que sean (y lo son, y mucho) no nos dicen nada que no supiéramos
desde el principio. Pues, ¿de qué me sirve pensar que “un cuerpo es extenso”?
Es como pensar que “un cuerpo es corpóreo”. Será una verdad indudable, eterna y
válida para todos, pero me deja igual de tonto o de listo que estaba….
Pero con los empiristas no me va mejor. Según ellos, todo conocimiento depende de una experiencia previa (es siempre a posteriori), y estos conocimientos sí que me podrían hacer más sabio, como cuando me dicen por vez primera que el Sol sale por el este. Por mucho que yo analizara la noción de Sol no podría nunca deducir que éste salga por el este o el oeste. Ese conocimiento supone una síntesis o unión entre dos cosas muy distintas: la salida del Sol y el este (por eso a estos conocimientos o juicios los llamo “sintéticos”). Pero, pese a todo, me temo que estos conocimientos tampoco me valen. ¿Por qué? Porque su verdad no es tan firme como yo quisiera. ¿Cómo puede demostrarme la experiencia que el Sol sale por el este? ¡¡De ninguna manera!! A lo sumo, me puede mostrar que hoy ha salido por allí. ¿Pero y mañana? Tendré que esperar a que salga otra vez para saberlo, y así una y otra vez. Además, ¿qué me dice la experiencia de la existencia del Sol? Como dijo Hume, ella tan solo me informa de ciertas impresiones de color y de calor, unas seguidas de otras, no de que exista un objeto llamado “Sol” que sea la causa de tales impresiones. ¿Causa, he dicho “causa? Sí, lo he dicho. No puedo pensar sin ese dichoso concepto de “causa”. ¿Pero cómo se yo que existe algo así como la “causa”? ¿La he visto acaso? ¿Podría tener experiencia de ella? Me temo que no. Hume tenía razón. El conocimiento es imposible. No tengo más que definiciones inútiles (como que un cuerpo es un cuerpo, o un soltero un no casado), o impresiones dispersas… ¡¡En qué tremenda decepción estoy sumido!! Y, sin embargo… Algo me bulle en la cabeza, algo esperanzador, pero aún no sé decir bien que es lo que es. Necesito dormir un poco. Pero antes he de releer unos escritos de Newton para las clases de mañana.
Pero con los empiristas no me va mejor. Según ellos, todo conocimiento depende de una experiencia previa (es siempre a posteriori), y estos conocimientos sí que me podrían hacer más sabio, como cuando me dicen por vez primera que el Sol sale por el este. Por mucho que yo analizara la noción de Sol no podría nunca deducir que éste salga por el este o el oeste. Ese conocimiento supone una síntesis o unión entre dos cosas muy distintas: la salida del Sol y el este (por eso a estos conocimientos o juicios los llamo “sintéticos”). Pero, pese a todo, me temo que estos conocimientos tampoco me valen. ¿Por qué? Porque su verdad no es tan firme como yo quisiera. ¿Cómo puede demostrarme la experiencia que el Sol sale por el este? ¡¡De ninguna manera!! A lo sumo, me puede mostrar que hoy ha salido por allí. ¿Pero y mañana? Tendré que esperar a que salga otra vez para saberlo, y así una y otra vez. Además, ¿qué me dice la experiencia de la existencia del Sol? Como dijo Hume, ella tan solo me informa de ciertas impresiones de color y de calor, unas seguidas de otras, no de que exista un objeto llamado “Sol” que sea la causa de tales impresiones. ¿Causa, he dicho “causa? Sí, lo he dicho. No puedo pensar sin ese dichoso concepto de “causa”. ¿Pero cómo se yo que existe algo así como la “causa”? ¿La he visto acaso? ¿Podría tener experiencia de ella? Me temo que no. Hume tenía razón. El conocimiento es imposible. No tengo más que definiciones inútiles (como que un cuerpo es un cuerpo, o un soltero un no casado), o impresiones dispersas… ¡¡En qué tremenda decepción estoy sumido!! Y, sin embargo… Algo me bulle en la cabeza, algo esperanzador, pero aún no sé decir bien que es lo que es. Necesito dormir un poco. Pero antes he de releer unos escritos de Newton para las clases de mañana.
Aquí tenéis una presentación de clase.
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