El empirismo es la teoría del conocimiento opuesta al
racionalismo (aunque tanto en el empirismo como en el racionalismo hay posturas
moderadas que intentan conciliar ambos extremos). En la modernidad, el
empirismo está representado por autores como Locke, Berkeley y, sobre todo,
David Hume.
El empirismo sostiene que conocer algo (sea lo que sea)
consiste en observarlo, describirlo y recopilar los datos suficientes para
hacer predicciones correctas sobre tal cosa. Por ejemplo, conocer un cuerpo
celeste consistirá en observarlo con todo detalle, describir sus propiedades y
acumular datos para, con ayuda de ciertos cálculos, poder predecir sus futuros
movimientos. Naturalmente, esto supone creer que la realidad es, en general,
una suma de fenómenos físicos todos ellos observables (o una suma de
impresiones sensibles experimentables en la mente, diría el empirista más
idealista). Si las matemáticas representaban el modelo de conocimiento para los racionalistas, para los empiristas este modelo es el de la ciencia experimental.
Los empiristas más radicales afirman que todo lo que es real
(o todo lo que se nos impone en la mente como tal) se puede describir en
términos de propiedades sensibles simples como colores, figuras, etc. (o en
términos de impresiones psíquicas de color, forma, etc.). En el origen de
cualquier contenido mental hay una o más impresiones simples. Incluso las ideas
matemáticas y filosóficas más alejadas del mundo sensible provienen de alguna
manera de él. Así --diría un empirista--, si yo no hubiera tenido ciertas sensaciones distintas y
experimentado las relaciones entre ellas, no podría haber llegado a pensar que
“dos más dos son cuatro”. Si el racionalismo pretendía reducir todo
conocimiento a matemáticas, el empirismo pretende reducirlo todo a la
psicología del conocimiento.
El origen del conocimiento está, pues, en las impresiones
sensibles que se imponen en mi mente con fuerza tal que mi voluntad no es capaz
de modificarlas (por mucho que me empeño no dejo de percibir mis manos, o de
percibirlas blancas en lugar de azules). Tales impresiones carecen de
necesidad lógica y se transforman continuamente, pero su existencia parece
indudable, dado que se me imponen quiera yo o no quiera. Estas impresiones
deben ser, así, el criterio último de verdad. Además, dada su variabilidad e
inconstancia, su existencia en la mente responde a una experiencia temporal (no
son algo innato e invariable en la mente). Todo conocimiento lo es, así, "a posteriori" o por
experiencia (antes de toda experiencia la mente es una “tabula rasa” o tablilla
sin inscribir).
Dada la experiencia de estas impresiones simples, el resto
del conocimiento se construye por reglas o, mejor, hábitos psicológicos
(agrupación por semejanza y contigüidad, atribución de causas y efectos,
generalización a partir de impresiones similares repetidas, etc.). Así, una vez
se me imponen ciertas impresiones de color, forma, etc. (rojo, verde, ciertas
figuras), por el hábito de agrupar lo semejante y lo contiguo en espacio y
tiempo, formo con esas impresiones la percepción, por ejemplo, de una rosa. Esa percepción
genera, además, una imagen en mi memoria que, al ser comparada con imágenes
parecidas (de otras rosas), da lugar a una imagen esquemática o general de
“rosa” (aquí estaría el origen de los conceptos, según algunos empiristas). De
otro lado, por reiteración de ciertas impresiones complejas (del tipo “rosas
creciendo en lugares de clima templado” y “ausencia de rosas en lugares fríos”)
puedo construir conocimientos del tipo “las rosas solo crecen en lugares de
clima templado”. A este tipo de “hábito de generalización” se le llama
“inducción”. Como, además, mi mente tiene el hábito de interpretar la sucesión
de impresiones como si unas fueran la causa de las otras, podría llegar a la
conclusión de que el “clima templado” es una causa de que “crezcan las rosas”.
Como veis, el idealismo parece arraigar más en el empirismo que en el
racionalismo. En este la necesidad lógica, “eternidad” y “perfección” de
ciertas ideas nos obliga a “salir” de la mente y creer en algo externo (aunque
esto no sea directamente el mundo físico, sino tal vez un Dios eterno y
perfecto). Pero en el empirismo las impresiones son tan variables como el
pensamiento mismo, y todo lo que conocemos es combinación de impresiones según leyes o hábitos psicológicos, por lo que: ¿qué motivos tenemos para creer
que existe algo distinto de la mente? El idealismo de los empiristas se vuelve completo escepticismo cuando alguno de ellos (como Hume) pone en duda la misma mente,
pues (dice), ¿tenemos alguna impresión de la mente en sí como algo distinto de
la serie de impresiones en que consiste nuestra experiencia? La respuesta es
“no”, la idea de “mente” no tiene respaldo empírico, a lo sumo podría responde
a un hábito (como la idea de “causa”, o de “cosa”, que no son impresiones, sino
fruto de ciertas costumbres de nuestra mente a la hora de unir las impresiones).
¿Qué podemos objetar al empirismo? La primera crítica se dirige a su propia
justificación como teoría. La teoría racionalista de que toda verdad lo es por
lógica podría intentar justificarse de modo lógico (aunque esto supusiera incurrir en un
cierto “círculo vicioso”), pero el empirismo ni siquiera admite justificación
circular, pues, ¿a qué impresión o experiencia, o asociación de las mismas, se
corresponde el propio empirismo?...
Otra crítica alude a la imposibilidad de explicar empíricamente las verdades lógicas y matemáticas (¿podría basarse la necesidad y eternidad de estas verdades en la contingencia y fugacidad de las impresiones?).
Además: ¿cómo podríamos entender la más mínima experiencia sin ideas previas de carácter lógico (tal como la idea de identidad, las de relaciones todo/parte, etc,)? ¿Podría una mente empezar siendo una “tabula rasa” y aprender algo “desde cero”? ¿Cómo justifica el empirista las “reglas” psicológicas de asociación o inducción, que parecen estables y distintas, así, de las impresiones?...
Una crítica fundamental al empirismo es que, llevado a sus últimas consecuencias, conduce al escepticismo más absoluto. Si toda verdad está fundada en las impresiones sensibles del sujeto, toda verdad será fugaz y subjetiva (es decir, nada será verdad, pues cierto grado de constancia y objetividad es requisito básico de una verdad). En cuanto a la falta de objetividad de las impresiones, de poco sirve acudir al principio de “inter-subjetividad” (todos "vemos" lo mismo), pues ¿qué sé yo de las impresiones de otras mentes? Solo sé por lo que me dicen de ellas, pero entonces el conocimiento “objetivo” sería cuestión de interpretaciones y "palabras", no de impresiones.
Otra crítica alude a la imposibilidad de explicar empíricamente las verdades lógicas y matemáticas (¿podría basarse la necesidad y eternidad de estas verdades en la contingencia y fugacidad de las impresiones?).
Además: ¿cómo podríamos entender la más mínima experiencia sin ideas previas de carácter lógico (tal como la idea de identidad, las de relaciones todo/parte, etc,)? ¿Podría una mente empezar siendo una “tabula rasa” y aprender algo “desde cero”? ¿Cómo justifica el empirista las “reglas” psicológicas de asociación o inducción, que parecen estables y distintas, así, de las impresiones?...
Una crítica fundamental al empirismo es que, llevado a sus últimas consecuencias, conduce al escepticismo más absoluto. Si toda verdad está fundada en las impresiones sensibles del sujeto, toda verdad será fugaz y subjetiva (es decir, nada será verdad, pues cierto grado de constancia y objetividad es requisito básico de una verdad). En cuanto a la falta de objetividad de las impresiones, de poco sirve acudir al principio de “inter-subjetividad” (todos "vemos" lo mismo), pues ¿qué sé yo de las impresiones de otras mentes? Solo sé por lo que me dicen de ellas, pero entonces el conocimiento “objetivo” sería cuestión de interpretaciones y "palabras", no de impresiones.
Finalmente, el principio (lógico-psicológico) de inducción solo
puede proporcionarme verdades probables (por muchas experiencias similares que
acumule sobre rosas en climas templados, nunca podré decir con seguridad que no
pueda florecer una rosa en el polo) y, por supuesto, no menos subjetivas (pues
toda inducción se funda en la reiteración de mis propias impresiones)…
¿Y ahora qué? ¿Encontráis alguna objeción a estas objeciones? ¿Sois racionalistas o empiristas (o ni una cosa ni otra, sino todo lo contrario)?
Yo creo que tiendo más al empirismo pues, considero que para conocer algo hay que analizarlo. Conforme a las críticas al empirismo (que conste que no soy empirista) creo que si se puede justificar, me explico: Se supone que en los primeros años de vida de los homínidos, estos no sabían prácticamente nada (excepto lo que les brindaba el instinto) no obstante uno de ellos descubrió por una serie de circunstancias el fuego. Al principio pensaron que era un enemigo, pues quemaba, pero más tarde COMPROBANDO, ANALIZANDO y en general EXPERIMENTANDO dieron con que podía llegar a ser una útil herramienta para calentarse, cocinar, iluminar e incluso ahuyentar a los demás depredadores. Además, actualmente, sabemos gracias a la ciencia que el fuego es un conjunto de gases y etc. Con esto quiero decir que considero que, a favor de los empiristas, todo o casi todo lo que sabemos actualmente ha sido gracias a experimentar.
ResponderEliminarcreo que no soy ni empirista ni racionalista , algo intermedio , creo que muchas cosas del mundo tienen que ver con la justificación de las ellas , es decir habría que analizarlas ... observarlas y experimentar con ellas , ya que asi la mayoría de las cosas del mundo han avanzado , pero creo que otras es imposible justificarlas , ni experimentarlas , ya que solo tiene que ver con la mente , con nuestros pensamientos , y que quizás solo tengan forma en ellos , aun que todo el mundo sabe que es asi y que es verdad , nadie puede justificarla , por que son de la razon
ResponderEliminarTanto el empirismo como el racionalismo son dos formas de pensamiento, aunque sean tan opuestas entre sí. Considero que ni una es mejor que la otro ni viceversa, sino que dependiendo del conocimiento que estemos buscando usaremos una rama u otra. Ni una la debemos de usar siempre, ni la otra nunca y viceversa. La clave está en saber en qué momento momento utilizar una y en que otros momentos utilizar otra. Por ejemplo: de forma empírica, cuando un niño va aprendiendo el idioma materno, esto se hace solamente por la experiencia, ya que el niño lo va escuchando en su hogar; sin embargo, un ejemplo de conocimiento racional: el método matemático, en las matemáticas no existen errores y siempre se llega a un mismo punto, a la verdad.
ResponderEliminarYo me considero una persona racional en vez de empirista, ya que las matemáticas son la base de todo y son mucho más prácticas ya que no tienes que perder en tiempo en hacer experimentos para comprobar tus resultados, o sale o no sale.
ResponderEliminarPero la pega que le encuentro es que hay cosas que si racionalizamos pierden su esencia (por decirlo de alguna manera). Sinceramente prefiero ver y disfrutar los colores u oler y disfrutar múltiples esencias antes que fijarme en su formula matemática y encontrarles el argumento lógico y racionalizarlo.
La lógica está muy bien para encontrar explicaciones a todo, pero dentro del mundo sensible y empírico, podemos disfrutar a la vez que descubrimos. Quizá también es cuestión de gustos.
Pero si me dan a elegir entre ser ciega y sorda pero con una destreza brillante en el mundo lógico, a ser una persona que no carece de ninguno de sus cinco sentidos pero si el de la razón, me quedo sin los dos sentidos pero con lógica ya que el mundo empírico realmente no es tan importante.
Como hemos estado comentando en clase el otro día, creo que la mayoría de las personas de ahora, consideradas como modernas, son más empiristas que racionalistas debido a que necesitan pruebas físicas, vistas con su propios ojos, para poder creerse esas cosas.
ResponderEliminarEn mi caso yo me considero una persona intermedia, porque hay cosas que necesito que la gente me lo compruebe para poder creérmelo porque son cosas un poco subrealistas pero por otra parte como persona cristiana creo en Dios que es una persona y una figura que no existe. Pero aún así sin ninguna prueba nada más que con las palabras que están escritas en un antiguo libro me creo que todas esas que están ahí escritas son verdad y han ocurrido, sin embargo, yo no las e visto.
Por último como hemos dicho en clase la base del empirismo también se basa en el racionalismo porque para que se haga cualquier cosa lo primero que tienes que hacer es pensarlos para ponerlo en práctica, por lo que la parte física del empirismo previamente se ve influida por una parte lógica como es el racionalismo.
En mi opinión yo pienso que siempre tendemos a usar ambos pensamientos y dependiendo de una situación u otra usamos el que nos parece el más adecuado. A pesar de ser tan diferentes no considero uno mejor que otro sino que cada uno tiene sus pros y sus contras.
ResponderEliminarEn la gente de nuestra edad predomina mas el empirismo ya que nos dejamos llevar muchas veces por los sentidos, es decir,no nos creemos algo que no vemos o de algo que no hayamos tenido experiencia.
sin embargo creo que el empirismo y el racionalismo aunque sean tan diferentes tienen que depender uno de otro porque sin experiencia no podriamos razonar las cosas y sin razón no habria experiencia, me explico, es verdad que al agua se congela a 0º y hierve a 100º pero como sabemos eso, pues gracias a que ha habido un experimento en el que se ha cogido agua se ha depositado en algún recipiente y se ha demostrado que el argumento es verdadera,y se ha llegado a el gracias al experimento que ha demostrado la tesis logica de que el agua se congela a 0º y hierve a 100º
Paula González Merín
En mi opinión el empirismo por así decirlo lo conoció el hombre nómada , es decir , que gracias a el los filósofos griegos pueden tener una teoría de lo que es . Pero la verdadera realidad de que si no hubiese sido por los nómadas jamas hubiéramos sabido que es el fuego , el plantar cultivos , el cazar , pescar , construir , etc . Y en la actualidad seguimos recogiendo datos para poder saber más cosas .
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