Como hemos dicho en entradas anteriores la filosofía es
reflexión y diálogo, pensar en lo que pensamos y mirarnos en las ideas de otros para conocernos y perfeccionarnos, ser más libres y felices. También dijimos que las ideas más
grandes y profundas son las que
tienen que ver con el misterio de la existencia (la realidad), con nuestra naturaleza e identidad (el ser humano), con el problema de la verdad (el conocimiento) y con la inquietud por vivir bien, ser justos o apreciar la belleza (los valores). Y que el
curso que hemos empezado va de esto: de la historia de estas ideas, de cómo los hombres las descubrieron, las convirtieron en preguntas e intentaron darles respuesta. Al final de esta historia estamos nosotros, enfrentados a las mismas preguntas y a la misma dificultad y necesidad de responderlas. Por el camino, durante miles de años, el esfuerzo de intentarlo ha ido poblando nuestra mente de creencias y teorías que son las que hoy configuran nuestra forma de pensar y, por eso mismo, nuestra manera de ser y de actuar... Pero, ahora, vayamos a los comienzos de esta historia.
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Mito egipcio de Geb y Nut |
Podría decirse (y esto no es más que una historia figurada) que en el alba de las civilizaciones humanas, y durante miles de años, los seres humanos confiaron apasionadamente (o, al menos, bastante más que ahora) en los cuentos y en los mitos, como hacen todavía los niños. En esta época mítica (o "infantil"), las historias y leyendas sobre dioses y héroes daban respuesta a las grandes preguntas humanas (ya sabéis cuáles son), y el conocimiento disponible, despreocupado de esas grandes cuestiones, se limitaba a resolver problemas prácticos. Los hombres miraban, como hoy, a las estrellas, pero no por afán de comprender su naturaleza, sino para guiar sus barcos y para buscar señales del dios que gobernaba el mundo y del que dependía su suerte.
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Teoría del tiempo-eje de Karl Jaspers |
Pero según algunos filósofos, como Karl Jaspers, allá por el primer milenio a. C. tuvo lugar una gran transformación espiritual en el mundo civilizado. Jaspers pensó que esta transformación marcaba un eje o punto de referencia en el tiempo histórico, y denomino a esta época "era axial". Su planteamiento es tan discutible como sugerente: entre el 800 y el 200 a. C. habrían vivido unos personajes paradigmáticos que, sin conexión aparente entre ellos, infundieron en distintas sociedades y culturas una forma distinta de encarar las grandes preguntas. Estos personajes extravagantes fueron Confucio y Lao-Tsé en China, Buda y otros hombres santos y sabios en la India (brahmanes, jainistas), Zaratustra y sus seguidores en Persia, Elías y otros profetas en Palestina, y los sofistas y filósofos en la Grecia antigua... Con ellos la humanidad pareció despertar, como un adolescente que comenzara a cuestionarlo todo.
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Imagen de Confucio |

Según Jaspers y otros, plantear públicamente estas cuestiones generó una profunda crisis y revolución espiritual en la que aún estaríamos inmersos. Ahora bien, aunque de esto no habla Jaspers, el desarrollo de las respuestas a esa crisis parece haber sido muy distinto en unas civilizaciones y otras. Muy en general, y simplificando muchísimo, las civilizaciones más orientales (desde Oriente próximo a la China) parecieron dar una "respuesta religiosa" a las grandes preguntas. La revolución pareció, en ellas, fundamentalmente religiosa, y supuso un cambio desde el animismo, el ritualismo (con sus sacrificios y prácticas mágicas) y la mitología politeísta, hasta las grandes religiones monoteístas y rodeadas de teología que reinan hoy en el mundo (el confucionismo y el taoísmo, el budismo, el mazdeísmo, el judaísmo y las otras religiones abrahámicas). En estas nuevas religiones la verdadera realidad se concibe, en general, como algo trascendente (vinculada a un Dios innombrable y oculto); al ser humano como un alma diferente al cuerpo; la verdad como fruto de una revelación o experiencia espiritual; y la vida buena como una práctica de virtudes como la compasión y el ascetismo.

Este “despertar” filosófico de Occidente ocurrió en torno al siglo VI a. C, en las prósperas colonias griegas del
Mediterráneo y en pequeñas ciudades en que la gente estaba
acostumbrada a negociar y discutirlo todo en plazas y
asambleas, y en las que la religión estaba a cargo de poetas que
igualaban a dioses y hombres bajo una misma Ley común (la Necesidad o el
Destino). No siendo el mundo fruto de la sola voluntad incomprensible de
los dioses, sino cosa de leyes, los filósofos se lanzaron al
descubrimiento de esas leyes, buscaron explicaciones “naturales” (basadas en la observación y la lógica) a lo que antes se explicaba
con mitos y leyendas, cambiaron la revelación por el descubrimiento,
la creencia ingenua por la reflexión crítica, la repetición por la
innovación, y el lenguaje imaginativo por los argumentos y los conceptos abstractos...
En Grecia, este tránsito desde el saber mítico
al saber racional, o como suele decirse: el paso del mito al logos
(logos significa “razón” o “argumento”), no ocurrió de la noche a la mañana, sino muy
lentamente, hasta el punto de que los primeros filósofos aún
hablaban en un lenguaje mítico, daban nombres de dioses a las
causas naturales y se expresaban a través de poemas y cuentos...
Pero aunque lento, el proceso fue imparable. Los hombres acabaron por arrinconar a los dioses y empezaron a dar razón de todo por sí mismos. La
filosofía y, con ella, la civilización occidental, habían nacido...
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La Escuela de Atenas, pintada por Rafael |
Ahora bien, aunque muchos autores afirman que la filosofía surge en su forma más propia en la Grecia antigua, la mayoría de ellos admite también que en otras civilizaciones se ha dado algo, como mínimo, similar a la filosofía. De entrada, muchos de los rasgos que caracterizan a la filosofía griega más arcaica están también presentes en la teosofía hindú o la tradición sapiencial china. Así, podemos ver que como en los textos religiosos hindúes o en las obras atribuidas a Confucio o Lao-Tsé, se trata no solo de las mismas cuestiones que interesan a la filosofía (la distinción entre lo trascendente y lo aparente, el problema de lo uno y lo múltiple, la diferenciación entre lo permanente y lo cambiante, la relación alma-cuerpo, las tensiones entre individuo y sociedad, etc.), sino que se utiliza un lenguaje abstracto y argumentativo (ser, unidad, dualidad, justicia...), e incluso se practica el diálogo entre maestro y discípulo tal como en la filosofía griega. Ahora bien, las llamadas "filosofías orientales" no abandonaron nunca su vinculación a los textos religiosos, y ahondaron solo en ciertas cuestiones filosóficas (ontología, ética...) desde una perspectiva con frecuencia mística, mientras que la filosofía occidental, desvinculada casi totalmente de la religión (tanto en sus inicios como, especialmente, en las épocas moderna y contemporánea) aplicó el "bisturí" de la razón a todo tipo de asuntos, incluyendo al propio conocimiento (y a la propia razón), y ha tenido, por lo general, más relación con la ciencia que con la religión. De todos estos datos quizás no se pueda deducir que la filosofía, como saber opuesto al
mito y al saber común, brote con la misma intensidad en todas partes, sino solo que hay que moderar
la tan celebrada opinión de que la filosofía es un “invento” griego o, por
extensión, occidental (y eso pese a que la filosofía académica que se cultiva hoy en todo el mundo tiene como referente fundamental a esa misma filosofía occidental).
¿Estáis de acuerdo con todo esto?
¿Son tan diferentes la civilización occidental y la oriental? ¿Cuál crees que condujo por un mejor camino a la humanidad? ¿No cometimos los occidentales un tremendo error al probar del árbol de la sabiduría? ¿No estará la felicidad más en la entrega confiada y la inocencia (la fe) que en el conocimiento y el "progreso"?
Os enlazo, por cierto, esta entrada del maravilloso blog de nuestro amigo y vecino de caverna Juan Antonio Negrete, y que trata también de los orígenes de la filosofía.
Y aquí la presentación de clase:
¿Son tan diferentes la civilización occidental y la oriental? ¿Cuál crees que condujo por un mejor camino a la humanidad? ¿No cometimos los occidentales un tremendo error al probar del árbol de la sabiduría? ¿No estará la felicidad más en la entrega confiada y la inocencia (la fe) que en el conocimiento y el "progreso"?
Os enlazo, por cierto, esta entrada del maravilloso blog de nuestro amigo y vecino de caverna Juan Antonio Negrete, y que trata también de los orígenes de la filosofía.
Y aquí la presentación de clase:
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