Es típico comenzar a narrar la historia de la
filosofía por los llamados filósofos presocráticos. Se considera a tales
filósofos como los más antiguos conocidos. Todos ellos vivieron entre finales
del s. VII y el s. V a. C en lo que era entonces el mundo griego (una serie de
ciudades repartidas por todo el mediterráneo oriental –incluyendo la actual
Grecia— unidas por una lengua y cultura comunes).
De su obra sólo conservamos unos pocos fragmentos literales y algunos
comentarios de autores posteriores, todo lo cual ha llegado hasta nosotros a
través de fuentes indirectas. El
nombre de “presocráticos” alude al hecho de que tales filósofos se anteponen
históricamente a aquellos otros con los que comienza la denominada “época
clásica” de la filosofía griega, y que son Sócrates y Platón.
Los filósofos presocráticos son muchos y muy distintos, pero, pese a ello, tienen una serie de características comunes:
(a) Representan una fase transitoria entre el pensamiento mítico y el pensamiento propiamente filosófico. Todavía utilizan un lenguaje poético e imaginativo y conceptos tomados de los mitos, dando a la "arkhé" un carácter, en ocasiones, divino.
(b) Se ocupan preferentemente de la filosofía de la naturaleza (la “phýsis”) y, por extensión, del problema de la realidad, practicando una especie de ontología arcaica o primitiva dirigida a buscar el principio y origen común a todas las cosas, lo que las constituye y lo que causa y determina su movimiento (la "arkhé").
(c) Las respuestas que dan los primeros filósofos griegos a la pregunta por la “arkhé” se pueden organizar (aun muy ambiguamente) en dos grandes grupos: respuestas inmanentistas (en las que la "arkhé" es un elemento sensible y material, como lo Húmedo en Tales, el Aire en Anaxímenes, tal vez el “Ápeiron” de Anaximandro, los cuatro Principios de Empédocles, las Homeomerías de Anaxágoras, los Átomos de Demócrito) y respuestas más trascendentalistas (en las que la “arkhé” se concibe como un principio formal o legal, como los Números de los pitagóricos o el “Lógos” de Heráclito, o como una entidad lógica de naturaleza abstracta y captable solo por la razón como el “Ser” de Parménides).

Así pues, en la arkhé de los milesios se mezcla lo que hoy entenderíamos como “materia”, una “fuerza” que la mueve, y una “ley” según la cual la fuerza mueve a la materia. ¿Cómo pueden mezclarse estas tres cosas tan diferentes: materia, fuerza, ley, en una sola? Seguramente asumiendo que la arkhé es como un dios que se identifica con la naturaleza, con su propia fuerza o poder de metamorfosis, y con la ley que determina estas metamorfosis. Al fin, no olvidemos que los presocráticos son filósofos que aún están a medio camino entre el saber mítico y el saber estrictamente racional; fundan sus teorías en la observación y el razonamiento (por ejemplo, acerca de los distintos estados del agua o el aire, o en relación con su presencia en determinados procesos biológicos...), pero también en mitos tradicionales (por ejemplo, en torno al papel del agua o el "aliento vital" en determinados mitos cosmogónicos).

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