lunes, 24 de noviembre de 2025

34. Estoicismo, epicureismo y otras doctrinas éticas de la época helenística.

 


Recordemos que la época helenística comprende estrictamente el periodo que va del siglo IV (muerte de A. Magno) al siglo II a. C (conquista romana de Grecia), aunque algunos la prolongan hasta el siglo I d. C (comienza la expansión del cristianismo) e incluso hasta el siglo V d. C. (muerte de Hipatia de Alejandría) o VI d. C (cierre definitivo de la Academia platónica por parte del emperador Justiniano). De lo que se piensa en este periodo sobre la realidad o el conocimiento ya hemos hablado (capítulo 20); vamos a tratar ahora de las principales aportaciones de los filósofos helenísticos a la ética (pues de la política se trata poco en este periodo). 


Una de las principales aportaciones es la de los llamados estoicos. La "escuela estoica" fue fundada por Zenón de Citio en Atenas, durante el siglo III a. C. Entre los muchos filósofos estoicos hubo 
un hispano-romano (Séneca, nacido en Corduba, s. I d. C), un emperador romano (Marco Aurelio, s. II d. C) o un esclavo cojo (Epícteto, s. II d. C.). El estoicismo tuvo, además, una gran influencia en la moral cristiana, y casi podríamos decir que hoy "esta de moda" (todavía se dice de alguien que afronta con serenidad las adversidades que "se comporta estoicamente"). La ética estoica arranca de una concepción  determinista y racionalista de la realidad: según los estoicos, todo lo que ocurre en el mundo ocurre por necesidad racional, por lo que de nada sirve rebelarse ante el "destino", y lo que hay que hacer es aceptarlo con valor y serenidad ("amor fati"). El que acepta de buen grado el devenir de las cosas, modera sus deseos y actúa de forma racional y controlando sus emociones y pasiones (evitando la pasión por la riqueza, el poder o los placeres) actúa virtuosamente y vive feliz y en paz con la naturaleza, consigo mismo y con los demás.



Otra teoría ética sumamente importante en la antigüedad fue el epicureísmo, fundada por Epicuro de Samos, en Atenas, a finales del s. IV a. C., y que también influyó mucho en la cultura romana (por ejemplo, en el poeta Lucrecio). La escuela de Epicuro fue también llamada "escuela del jardín", por la casa de campo en la que Epicuro y sus amigos (incluyendo mujeres y esclavos) charlaban de filosofía.

 La ética de Epicuro parte de un presupuesto materialista similar al del atomismo de Demócrito: la realidad se compone de átomos y vacío, y si existe algo más (dioses, ideas) nos da igual porque no podemos conocer nada más allá de la experiencia de los sentidos, por lo que es absurdo temer al castigo de los dioses tras la muerte, o tener miedo a la muerte misma, dado que mientras estamos vivos no la sentimos, y cuando ella llega nosotros ya no existimos ni sentimos nada (así que la muerte no es real, ni para los vivos ni para los muertos). Epicuro defendía una teoría ética hedonista (de "hedoné", que significa "placer"), según la cual lo bueno es lo que proporciona placer, y lo malo lo que nos genera dolor. Esto no quiere decir que cualquier placer sea bueno, sino solo aquel que no conlleva dolor; por ello, Epicuro recomendaba un uso moderado y escogido de los placeres, prefiriendo los placeres de la amistad y de la vida entregada al estudio y alejada de la política. 



Por cierto, para escuchar un sabroso debate entre estoicos y epicúreos podéis pulsar aquí


Una tercera doctrina ética, desarrollada durante la misma época (ss. IV-III a. C) es la de los cínicos. Los filósofos cínicos decían inspirarse en Sócrates, y defendían un modo de vida "natural" y autosuficiente, reduciendo al máximo las necesidades y rechazando como falsos bienes los lujos innecesarios y las convenciones sociales que, según ellos, solo generaban esclavitud e hipocresía (las costumbres eran la "falsa moneda" de la moralidad). El más conocido cínico fue Diógenes de Sinope, del que se dice que vivía en una tinaja con muy pocas propiedades, que se comportaba sin respetar las costumbres sociales (se masturbaba en público) y que despreciaba el poder político (cuando Alejandro Magno pasó junto a él y le prometió concederle un deseo, lo que Diógenes le pidió fue que se apartara porque le impedía tomar el sol). También dicen de él que andaba con una lámpara por toda la ciudad diciendo que buscaba a un ser humano (honesto o virtuoso). 

 


Y si queréis escuchar a Diógenes el perro charlando con Alejandro Magno, pulsad aquí.

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