viernes, 21 de noviembre de 2025

32. Ética y política en Aristóteles

 

Los animales no tienen que hacer elecciones, pues su comportamiento está dirigido por la naturaleza; un dios tampoco, pues lo es ya todo; solo el ser humano puede escoger que posibilidades va a realizar (que potencialidades va a actualizar).  Ahora bien: ¿Cuáles escoger? La respuesta parece, en principio, fácil: debemos escoger lo que es bueno o conveniente. Ahora bien, la cosa se complica enseguida: ¿qué es lo bueno o conveniente? Este es el principal problema de la ética. 

Lo bueno ha de ser el fin de nuestras acciones (su "causa final", la más importante para Aristóteles). Preguntar qué es lo bueno para nosotros o para el ser humano en general es, para Aristóteles, como preguntar cuál es el fin más adecuado para nosotros o para las personas en general. A este respecto, Aristóteles distingue entre fines o bienes parciales y fines o bienes absolutos. Tener dinero o salud son, por ejemplo, bienes o fines parciales, pues los apreciamos en tanto nos facilitan otras metas o fines (estar sano está bien porque, gracias a ello, puedo salir, divertirme, comer lo que quiera, etc.; tener dinero está bien porque, gracias a ello, puede comprar cosas, viajar, ayudar a otros...). ¿Hay algún bien o fin absoluto, que ya no sea un medio para otro? Aristóteles afirma que sí: ese bien o fin último y supremo es la felicidad ("eudaimonía"). 

¿Y qué es la felicidad? Según Aristóteles, la felicidad consiste en llegar a ser un ser humano "excelente", es decir: en hacer lo mejor posible aquello que es propio y característico de un ser humano; en sentido ideal, cultivar el alma racional o intelectiva, adoptando, en lo posible, una vida contemplativa entregada al estudio y la filosofía. 

Hasta aquí, la ética aristotélica se parece mucho a la ética socrática y platónica. La diferencia con Platón y Aristóteles es que Aristóteles afirma que para alcanzar esa vida contemplativa hay que tener en cuenta que nuestra alma esta sustancialmente unida al cuerpo (somos seres físicos, animales), que nuestro cuerpo y alma son en cierto modo productos sociales (somos animales sociales), y que además de razones también tenemos pasiones y deseos irrefrenables (somos racionales, pero no solo racionales). Toda teoría ética ha de tener en cuenta estos aspectos: nuestra corporalidad, nuestra naturaleza social y nuestra posible irracionalidad. Todo esto lleva a Aristóteles a introducir factores éticamente novedosos, sobre todo, estos dos

(a) No se puede ser plenamente feliz (dedicarse al cultivo del alma intelectiva) sin atender antes, o a la vez, a las necesidades del cuerpo (obteniendo ciertos "bienes internos": salud, alimento, cobijo, ciertos placeres sensuales) y a nuestras necesidades como ser social (obteniendo ciertos "bienes externos": posesiones, amigos, prestigio...).

(b) No basta con saber lo que es bueno para hacerlo (intelectualismo moral), pues no somos seres puramente racionales, sino también inevitablemente pasionales (cuerpo y alma son inseparables), y puede ser que queramos irracional o apasionadamente hacer lo que sabemos que es malo ("acrasia" o incontinencia moral).

Para controlar esta tendencia pasional hay que fortalecer el carácter o hábito moral, que es aquel que nos ayuda a evitar los extremos y elegir con moderación (escoger un término medio) en cada circunstancia.

Así pues, la ética aristotélica es más "realista", menos intelectualista, y más pendiente del contexto que la platónica. Afirma que para ser felices hemos de satisfacer primero las necesidades y deseos más básicos (realismo); desarrollar la fuerza de carácter y no solo el conocimiento (intelectualismo moderado o "voluntarista"); y tener en cuenta las circunstancias (importancia del contexto). 

De ahí que la máxima virtud ética para Aristóteles no sea la mera sabiduría, sino más bien la prudencia, que es un saber práctico dirigido a saber escoger lo bueno teniendo en cuenta nuestra naturaleza física y social, considerando las circunstancias, y contando con el hábito o fuerza de carácter necesarios para moderar las pasiones.



En cuanto a la política, Aristóteles (al igual que Platón en esto) piensa que su origen está en la necesidad que tenemos los seres humanos de organizarnos para convivir para sobrevivir (dependemos desde que somos niños de otras personas, como la familia, que nos dan alimento y cuidado) pero que su finalidad es la que todos puedan vivir bien, es decir, para desarrollarnos como ser humanos y ser felices (es en sociedad, donde hacemos amigos, o donde aprendemos a hablar, razonar o ser prudentes). Así pues, no podemos ser plenamente humanos fuera de la "polis" (Aristóteles define a veces al ser humano como "el animal político", queriendo decir que la política es parte de nuestra forma natural de ser). He aquí la relación esencial que establece Aristóteles entre ética y política (aunque en cierto modo podríamos decir que la prioridad la tiene la política, pues es la vida en común en la polis -- más que en la familia o la aldea -- la que nos constituye como seres capaces de usar el lenguaje para razonar, y capaces de juzgar y actuar con prudencia).  


De este modo, el objetivo de la política es organizar una comunidad en la que los ciudadanos (no olvidaos que aquí no entraban los esclavos, ni los extranjeros, ni estrictamente hablando las mujeres) pudieran satisfacer sus necesidades físicas y sociales (acceso a la riqueza con la que asegurarse alimento, cobijo, placeres; actividades sociales en donde cultivar la amistad...) y, sobre todo, pudieran educarse, tanto racionalmente (en instituciones educativas y el diálogo con otros) como moralmente (desarrollando la prudencia en el ejercicio activo de la vida pública). Como veis, en Aristóteles la educación es también un factor fundamental en la organización de la "polis", no solo en un sentido académico, sino también en un sentido práctico y cívico.

¿Y cuál el régimen político que mejor garantiza una organización como la que hemos descrito? Aristóteles no piensa, como Platón, que haya un régimen político ideal y universalmente válido (como la aristocracia de sabios que él propone), sino que cree que el régimen a preferir depende, en cada caso, de las circunstancias (realismo o posibilismo de Aristóteles). En general, Aristóteles cree que hay tres regímenes mejores y tres peores. Los mejores son aquellos en los que se gobierna en vistas al bien común (si gobierna uno solo se llama monarquía, si gobiernan unos pocos aristocracia, y si gobiernan muchos república o "politeia"). Los peores son aquellos tres en los que se gobierna en vistas al interés de unos pocos (si gobierna una solo se llama entonces tiranía, si gobiernan unos pocos oligarquía, y si gobiernan muchos democracia o demagogia). 

Aristóteles piensa que lo mejor sería una monarquía o aristocracia de hombres sabios y prudentes (como en Platón), pero esto es muy improbable, por lo que lo más realista es instituir una "república" o "politeia", un régimen mezcla de aristocracia y democracia en que gobiernen un grupo numeroso de ciudadanos instruidos y experimentados (al ser muchos será más difícil corromperlos, y al ser solo ciudadanos educados se evitará que gobierne el pueblo ignorante).

Aquí podéis escuchar y leer una entrevista a Aristóteles, en el que el maestro se explaya sobre la felicidad y la vida política. 

Y aquí la presentación de clase: 

31. La antropología o psicología aristotélica




¿Qué es el ser humano para Aristóteles? Como cualquier otra substancia, el ser humano es, para el filósofo estagirita, un compuesto inseparable de materia y forma, esto es, en su caso, de cuerpo (materia) y alma (forma). Esta unión, insistimos, es, en Aristóteles, “sustancial” (no “accidental”, como era en Platón, para quién el alma solo estaba accidental o temporalmente unida al cuerpo). Esto quiere decir que, para Aristóteles, el ser humano no es un ser trascendente, como sí lo era para Platón – para quien la vida humana consistía en una progresiva liberación del alma de aquello que no era ella, es decir, de la materia del cuerpo –, lo cual implica igualmente que, según Aristóteles, el alma humana difícilmente puede ser inmortal, como sí parecía creer Platón.

Ahora bien, el ser humano no es el único ser con alma (“psique”). De hecho, el poseer alma como aquello que da forma a la materia del cuerpo es lo que caracteriza a todos los seres vivos. En este sentido genérico, como principio de vida, el alma es, para Aristóteles, como lo era para la mayoría de los griegos: una especie de principio anímico o causa interna de movimiento. Así, y a diferencia de los seres inertes, cuyo movimiento es causado exteriormente, los seres vivos, indica Aristóteles, son aquellos que tienen en sí mismos el principio de su movimiento (es decir: alma

¿Pero en qué consiste ese movimiento interno con que el alma “anima” y le da su forma dinámica a la materia del cuerpo? El alma es causa formal – y, en cierto modo, eficiente – que guía al ser vivo en función de su causa final: la persistencia y perfección de su ser. 

En los seres vivos más simples (las plantas) esa actividad anímica consiste en la nutrición y la reproducción, acciones mediante las que el ser persiste y perfecciona su ser viviendo muchos años y dejando un ser similar – a través de la reproducción – antes de degenerar y morir. Este alma, dirigida únicamente a la nutrición y la reproducción, es denominada por Aristóteles “alma vegetativa”.


A diferencia de las plantas, la estrategia de nutrición y reproducción de los animales, consiste en desplazarse de un lugar a otro, tarea para la que precisan de una “monitorización” o representación sensible del entorno para orientarse en él, y un sistema para diferenciar entre aquello a lo que conviene acercarse y aquello ante lo cual es mejor alejarse o adoptar acciones defensivas. Así, el alma de los animales, además de la actividad de nutrición y reproducción, implica también la actividad de sentir: de sentir cómo es el mundo, para no perderse en él, y de sentir el mundo, para distinguir, en él, lo “inconveniente” de lo “conveniente”. De ahí que los animales, dice Aristóteles, se distingan por su “alma sensitiva” (aunque también tienen, como las plantas, un alma vegetativa, ocupada de los procesos más simples.


En cuanto a los seres humanos, además de alma vegetativa y sensitiva, disponen también, de alma intelectiva (o racional). El alma intelectiva les hace capaces de representarse el mundo y valorarlo de manera desinteresada, es decir, de hacer ciencia (en la que lo que importa es la verdad, y no el logro de fines prácticos) y de tener moral (en lo que lo que importa es lo justo, no lo que nos convenga más o menos a nosotros). 

El ser humano es, pues, el animal racional, el único dotado de alma intelectiva. Ahora bien, la racionalidad por la que conocemos el mundo y juzgamos lo que es bueno o justo solo se da a través del lenguaje (el logos) y del desarrollo de cierto hábito o prudencia moral, cosas ambas que solo se desarrollan en un entorno social determinado: la polis, la comunidad en la que no solo se nos enseña a hablar (y no solo a expresar con la voz el placer o el dolor, como los animales) sino también a desarrollar nuestra capacidad de juicio moral mediante la participación en los asuntos públicos. De ahí que Aristóteles, además de como "animales racionales", defina a los seres humanos como "animales políticos". 




Aquí, una grabación en la que se explica todo este asunto.










lunes, 17 de noviembre de 2025

30. La teoría política de Platón

Platón expuso su famoso teoría política en varios diálogos, sobre todo en la República y Las Leyes. Para hacer la exposición más clara, la hemos dividido en puntos, como si se tratara de un tratado legal (aunque Platón nunca escribió, que sepamos, nada semejante).



I. DE LOS FINES Y LA ESTRUCTURA DEL ESTADO JUSTO.
  
  1. La ciudad (la polis) y la política tienen su origen en la necesidad de ayuda mutua (no somos autosuficientes), pero su fin es el bien y la felicidad de todos los ciudadanos (cada uno en la medida de sus posibilidades). El Estado justo es aquel que hace posible este objetivo.  
  1. El Estado es un reflejo del estado del alma de los ciudadanos, y a viceversa, el alma de los ciudadanos es un reflejo del Estado en el que viven. Un Estado justo es a la vez hijo y padre de ciudadanos justos. 
  1. Al igual que en el alma hay tres partes: la razón, la voluntad y las pasiones, en todo Estado hay tres partes o grupos principales: aquellos en los que predomina el alma racional, aquellos en los que predomina el alma irascible, y aquellos en los que predomina el alma concupiscible. Los primeros serán los gobernantes, los segundos serán los guardianes o guerreros, y los terceros serán los productores (agricultores, artesanos…). Una buena sociedad se basa, pues, en una buena división del trabajo, aquella por la que cada uno hace aquello que mejor puede y sabe hacer.

II. DE LA JUSTICIA EN EL ESTADO Y LA FUNCIÓN DE CADA UNA DE SUS PARTES.

  1. La justicia o armonía del Estado es análoga a la justicia o armonía en el alma. Consiste en que cada parte de ese Estado se entregue virtuosamente a su función más propia. Los gobernantes a legislar y gobernar, los guardianes a defender al Estado de las agresiones externas o internas, y los productores a producir los bienes materiales necesarios para todos.

  1. Los gobernantes han de ser respecto a la sociedad como la razón es respecto al alma: su parte racional. Su virtud es la sabiduría práctica o prudencia. Un Estado Justo es aquel en el que gobiernan los más sabios o filósofos, pues solo los que conocen lo que es el Bien y la Justicia en sí mismos (la Idea de Bien) pueden legislar, gobernar y juzgar justa y prudentemente. La teoría del gobierno de los filósofos es la versión política del intelectualismo moral (recuerda vagamente a las concepciones "tecnocráticas" del Estado -- aunque Platón no exige a los gobernantes el conocimiento de una técnica o ciencia, sino de la dialéctica o filosofía -- o al futuro "despotismo ilustrado").

  1. Los guardianes han de ser respecto a la sociedad como la "voluntad" es respecto al alma: su parte irascible. Su virtud es el valor y la obediencia a los gobernantes. Un Estado Justo es aquel cuyos guerreros son los más valientes y disciplinados, valor y disciplina que nacen de su educación y de la convicción de que las leyes que defienden son las más justas y sabias.


  1. Los productores han de ser respecto a la sociedad como la pasión es respecto al alma: su parte concupiscible. Son el grupo social más extenso. Su virtud es la moderación. Un Estado Justo es aquel cuyos productores moderan su afán por el lucro y el disfrute de los bienes materiales (que producen y con los que comercian). Su moderación es fruto de la educación recibida, del buen gobierno de los sabios y los guardianes (no poseen del todo control de sí mismos) y, así, cuando viven moderadamente, evitan los excesos y los goces más perjudiciales.




III.  SOBRE LA EDUCACIÓN Y LA PERTENENCIA DE LOS CIUDADANOS A UNA U OTRA CLASE.


  1. Los ciudadanos serán adscritos a una parte u otra del Estado (productores, guardianes o gobernantes) en función de sus capacidades, y no de su nacimiento o condición social. Esto es: según sus cualidades naturales (Platón creía que las cualidades humanas vienen esencialmente predeterminadas de manera innata), algo que descubrimos a través de la educación. 

  1. Todos los ciudadanos (varones o mujeres, pues la mujer puede hacer todo lo que hace el varón, aunque es más débil en todo, según Platón) serán igualmente educados, hasta la edad de 20 años, en la gimnasia, la música (solo aquella que fortalezca la moderación y el valor), la poesía y los mitos (solo aquellos que sean más verdaderos), y algunos otros saberes prácticos. Esta educación se hará sin forzarlos, a través del juego, y variará según la inclinación de cada niño o niña. Los que tengan menos capacidad y afán por el conocimiento serán integrados en el grupo de los productores.

  1. Los ciudadanos con más competencia intelectual iniciarán un segundo ciclo de estudios en el que, durante 10 años, aprenderán matemáticas y otras cienciasEstos serán los futuros guardianes o auxiliares (los guerreros). Una vez familiarizados con el carácter inmaterial de las ideas y el alma, comprenderán que son inmortales y tendrán menos miedo a la muerte (algo beneficioso para un guerrero). Entre estos se seleccionará a los mejores para que prosigan sus estudios en un nuevo ciclo.

  1. Los ciudadanos con mayor capacidad y vocación por el estudio emprenderán, durante 5 años más, la formación dialéctica o filosófica, investigando las ideas en sí mismas, especialmente la Idea de Bien.  A estos estudios (que ya no abandonarán en toda la vida) seguirán 15 años de prácticas en distintos cargos de la administración del Estado. Estos ciudadanos, una vez completamente educados, serán obligados a gobernar, por turnos, el Estado.


IV.   SOBRE LA FORMA DE VIDA DE LOS PRODUCTORES, GUARDIANES Y GOBERNANTES.

  1. Solo los productores tendrán derecho a la propiedad de sus bienes y a tener familia. Los guardianes y gobernantes no poseerán nada propio ni vivirán en familia, sino todos juntos, compartiendo bienes, mujeres e hijos. Vivirán de forma austera, con lo necesario. Dado que, por su naturaleza y educación darán más valor al honor y al conocimiento que a los bienes y placeres materiales, tal género de vida no supondrá un perjuicio para ellos, sino un privilegio.

  1. Los más sabios (los que culminan el proceso educativo) serán obligados a gobernar por riguroso turno, aunque se resistan a abandonar sus estudios. Deberán pagar así la deuda contraída con la sociedad que hizo posible su educación.


V. SOBRE CÓMO EVITAR LA DEGENERACIÓN DEL ESTADO.


  1. Un Estado degenera cuando sus partes no ejercen virtuosamente la función que les corresponde, especialmente cuando gobierna quienes no son competentes para ello. Los Estados degenerados son, por orden de menos a más (degenerado), los siguientes:

(a) Timocracia. Gobiernan los guardianes o guerreros, cuya virtud es el valor, la disciplina y el honor (como en Esparta, la potencia rival de Atenas). Pero el valor sin sabiduría es ciego, no sabe a qué hay que aplicarse, y acaba aplicándose a sí mismo (el valor por el valor, el poder por el poder), o a fines innobles (la fama que da la victoria, la riqueza arrebatada a los enemigos…). Así, los gobernantes-guardianes acaban volviéndose codiciosos y amantes del lujo y la riqueza. Esto conduce a la oligarquía.


(b) Oligarquía. Gobiernan los ricos, cuyo principal objetivo es mantener o aumentar su patrimonio. Nace de la degeneración de la timocracia. Este Estado tiene dos grandes defectos: la desunión entre ricos y pobres, y la falta de moderación en el afán por la riqueza y los placeres que esta riqueza procura. En el Estado oligárquico todos acaban queriendo ser ricos, y vivir con el mismo lujo y libertinaje con que viven los gobernantes. Esto conduce a la democracia.


(c) Democracia. Gobierna la mayoría (es decir, los productores, el pueblo). Nace de la degeneración de la oligarquía. La virtud de los productores debería ser la moderación, pero el pueblo no es sabio y no puede moderarse a sí mismo. Así que funda su propio Estado en el exceso de libertad y de igualdad. Por la creencia en una igualdad excesiva, nadie aprende nada (se cree que nadie es mejor que nadie) y se cae en el relativismo (cada uno cree tener ideas igualmente válidas sobre lo bueno y cualquier otra cosa). La libertad para el ignorante es (como para los niños) hacer lo que se le antoje. Relativismo y libertinaje conducen a una lucha desenfrenada por los placeres y la riqueza (Es obvio que Platón se refiere aquí a la Atenas de su tiempo). Cuando el desorden se vuelve imposible de soportar se recurre a la tiranía.


(d) Tiranía. Gobierna un solo hombre ignorante y violento. Nace de la degeneración de la democracia y es el peor de los Estados. No hay ninguna virtud. El tirano llega al gobierno, y se mantiene en él mediante la violencia y el engaño (haciendo creer que va a beneficiar a todos, cuando solo busca su propio beneficio). No hay leyes que protejan a los ciudadanos, sino que las órdenes del tirano son la única ley.

En diálogos posteriores Platón propondrá otras clasificaciones, en las que la democracia resulta revalorizada: es el peor de los regímenes constitucionales pero el mejor de aquellos en que falta respeto por la ley, se dice en el diálogo llamado el Político. En su última obra, las Leyes, reduce los regímenes a dos tipos puros, Aristocracia y Democracia, y sostiene que el mejor es una mezcla de ambos, pero con predominio del primero.

En cualquier caso, quizás Platón se hizo más “realista” o pesimista con la edad, porque en las Leyes juzga su proyecto político ideal como propio solo de dioses o hijos de dioses, y dedica su último libro a proponer un régimen “segundo”, menos perfecto pero más realizable, en el que se admite la propiedad privada (si bien fuertemente limitada) y no se exige la comunidad de
varones, mujeres e hijos.


Y aquí la presentación de clase:



Además, y como es la última entrada sobre Platón, os presente este esquema con posibles analogías o comparaciones entre las distintas teorías de Platón. 











viernes, 14 de noviembre de 2025

29. EJERCICIO: DISEÑA TU PROPIO EXAMEN PAU

 

Aquí tenéis un ejemplo completo de cómo son los exámenes durante este curso. Como veis es una versión más simple del modelo PAU que presentamos en la entrada número 3 del curso.

El ejercicio consiste en que lo leáis con atención y diseñéis vosotros uno igual, en el que respetando la estructura y los criterios de calificación, seleccionéis textos para las cuestiones 1 y 2.2. y una pregunta teórica para la pregunta 2.1. Para los textos de 1 debéis utilizar el texto completo del mito de la caverna


PRUEBA DE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA. CURSO 2025/26. 

[Se pueden contestar las partes y preguntas en el orden que se desee si las identifica claramente. Las indicaciones de extensión de cada pregunta son orientativas. El alumnado no debe reproducir más o menos literalmente cualquier respuesta que ya haya dado en otra cuestión, sea del comentario o composición, sea de las preguntas filosóficas. No olviden dar un título apropiado al inicio de la respuesta a las preguntas filosóficas. Se tendrá en cuenta: (podrá deducirse hasta 1 p.): - La corrección ortográfica (grafías, tildes y puntuación). - La coherencia, la cohesión, la corrección gramatical, la corrección léxica y la presentación y legibilidad de las respuestas.

  

1.  1. COMENTARIO DE TEXTO (hasta 4 puntos). Elija uno entre dos fragmentos propuestos y escriba un comentario o composición que incluya lo siguiente:

 1.1. Identificación y contextualización de la problemática del fragmento, ideas y/o conceptos claves y explicación de los mismos. 

[Hasta 2 puntos. Aprox. 25 líneas mínimo. Se valorará la correcta identificación del tema (0.5); su contextualización filosófica (puesta en relación con la filosofía del autor/a) (0.5); la correcta identificación y explicación de los conceptos clave (1p)].

1.2. Elija una opción de las dos siguientes

1.2.a) Relación y/o comparación del contenido del texto con cualquier otro autor o autora (uno o más de uno), corriente o perspectiva filosófica.

1.2.b) Reflexión en la que se vincule el contenido del texto con una temática o problemática actual en el ámbito cultural, social, político, económico o científico.

[Hasta 2 puntos. Aprox. 25 líneas. Se valorará, en 1.2.a, la pertinencia del autor/autora, corriente, teoría elegida (0.5); la correcta exposición de las ideas elegidas (0.75) y el grado de explicitud, exhaustividad y corrección de la comparación (0.75); y en 1.2.b, la pertinencia de la temática elegida en relación con el texto (0.75) y el grado de explicitud, exhaustividad y corrección de la comparación (1.25)]

 TEXTO A

-Examina ahora el caso de una liberación de sus cadenas y de una curación de su ignorancia, ¿qué pasaría si naturalmente les ocurriese que uno de ellos fuera liberado y forzado a levantarse de repente, volver el cuello y marchar mirando a la luz y, al hacer todo esto, sufriera y a causa del encandilamiento fuera incapaz de percibir aquellas cosas cuyas sombras había visto antes? ¿Qué piensas que respondería si se le dijese que lo que había visto antes eran fruslerías y que ahora, en cambio, está más próximo a lo real, vuelto hacia cosas más reales y que mira correctamente?

Platón: República. Libro VII, Madrid: Editorial Gredos, 1986

TEXTO B

-Ciertamente, las otras denominadas "excelencias" del alma parecen estar cerca de las del cuerpo, ya que, si no se hallan presentes previamente, pueden después ser implantadas por el hábito y el ejercicio: pero la excelencia del comprender da la impresión de corresponder más bien a algo más divino, que nunca pierde su poder, y que según hacia dónde sea dirigida es útil y provechosa, o bien inútil y perjudicial.

Platón: República. Libro VII, Madrid: Editorial Gredos, 1986

 

 2. PREGUNTAS FILOSÓFICAS (hasta 6 puntos).

 2.1. Explique, en la extensión adecuada, la teoría sobre la realidad de Aristóteles. Comience su respuesta con un título apropiado (Hasta 4 puntos) 

[Hasta 4 puntos. Aprox. 40 líneas. Se valorará la pertinencia del título (hasta 0.25); la corrección, justificación argumental y exhaustividad de lo expuesto (hasta 3.75); se podría valorar de forma suplementaria (hasta 0.5), una conclusión crítica adecuadamente fundamentada].  

 2.2. Lea el siguiente documento, identifique el problema que se plantea y, a partir del contenido del mismo, establezca una relación con alguna teoría o perspectiva filosófica del pensamiento griego. Comience su reflexión con un título apropiado.

[Hasta 2 puntos. Aprox. 35 líneas. Se valorará la pertinencia del título (hasta 0.25); la correcta identificación del problema o problemas que se plantean en el texto (hasta 0.75); la pertinencia de la relación propuesta y la correcta exposición y argumentación en torno a la misma (hasta 1)].

«¿Puede la escuela ser algo distinto a una institución diseñada para el acoso? Desde luego. Si en lugar de un instrumento de reproducción de los valores imperantes (básicamente, los de la vida entendida como un juego cruel de ganadores y perdedores para el que hay que endurecerse y aprender a pelear, vencer y humillar a los demás) se convierte en un medio de transformación colectiva que cambia la disciplina ciega, la intimidación, la competitividad y la evaluación obsesiva, por el espíritu crítico, la autonomía, la cooperación y la responsabilidad personal. En otro caso, darán igual las charlas, los talleres, los protocolos y los psicólogos; el acoso escolar seguirá siendo una manera más de imbuir en niños y niñas que la vida es una jungla en la que hay que aprender a pisar para no ser pisados, marginar para no ser marginado y hundir a otros en la miseria para triunfar y ser el tipo poderoso que deberíamos aspirar a ser.»  (V. Bermúdez, extracto de “El acoso como institución escolar”, El Periódico Extremadura (en línea), 29/10/2025. Consultado en línea: https://www.elperiodicoextremadura.com/opinion/2025/10/29/acoso-institucion-escolar-123120516.html)

 

lunes, 10 de noviembre de 2025

28. La ética platónica: cómo ser sabio, bueno y feliz (al mismo tiempo).

 

La ética es el saber racional de lo que conviene al ser humano para vivir bien y lograr la virtud o excelencia (realizar adecuadamente aquello para lo que está dotado por su naturaleza o esencia) y, así, la felicidad. Para Platón, la vida buena es, en general, aquella en que cada una de las tres partes del alma (los deseos, el alma irascible y voluntariosa, y la razón) actúa virtuosamente y se produce entre ellas una especie de armonía, a la que Platón va a llamar “justicia” en el alma.

El deseo es lo que Platón llama parte concupiscible (más adelante se llamará también la parte “apetitiva” o “pasional”). Es la parte del alma que nos empuja a los placeres sensuales (Platón la compara con un monstruo y la sitúa en el abdomen). Esa parte actúa virtuosamente cuando se muestra moderada y nos dirige a los verdaderos placeres (aquellos que no generan dolor a largo plazo, pues un placer que genera dolor es algo contradictorio). Su virtud es, pues, la moderación o templanza; virtud que proviene de la comprensión de la falsedad  del placer inmoderado y del valor del alma irascible (la "voluntad")  para rechazarlo. Esta virtud nos llevará a elegir siempre placeres moderados y no acompañados de dolor, como los placeres de la vida contemplativa, la amistad, etc.

La parte irascible (o lo que se llamará más adelante la "voluntad" o parte “volitiva”) es la parte del alma por la que tratamos de imponer la razón sobre los deseos inmoderados. Esa parte actúa virtuosamente cuando logra imponerse a los deseos con coraje y valor (Platón la compara con un león y la sitúa en el pecho), logrando controlar las pasiones que nos apartan de la razón. Su virtud es, pues, el coraje, valor o fortaleza. Un valor que nace de comprender, gracias a la razón, la necesidad de ciertas acciones (en otros casos, cuando el valor nace de alguna pasión, como el miedo, no es verdadero valor). 

Finalmente, la parte racional es la que nos conduce al conocimiento verdadero (Platón la sitúa en la cabeza y la concibe como lo más propiamente humano del hombre). Su virtud es, pues, la sabiduría práctica (la prudencia). Solo quien sabe qué es lo bueno puede ser bueno y guiar sus acciones correctamente. Quien hiciera el bien sin saberlo sería, dice Platón, como un ciego que por casualidad no se sale del camino.

Platón defenderá, así, que lo bueno para el ser humano es lo bueno para su alma, y que lo bueno para el alma es el logro de un estado permanente de armonía por el que cada parte hace lo que debe hacer virtuosamente: la razón conocer (para conocer el bien y elegir sabiamente); el alma irascible o "voluntad" imponer (con valor o coraje) las decisiones de la razón sobre los deseos; y los deseos dejarse moderar por la voluntad y la razón. Cuando el alma entera actúa así de virtuosamente se produce una especie de armonía (a la que Platón llama “justicia”), que es su mejor estado. Si recordáis el mito del carro alado, la armonía del alma equivaldría a un carro que avanza rectamente y sin descarrilar hacia su fin más propio (en último término volver al mundo de las ideas del que "cayó") gracias a que el auriga (la razón), ayudado por el caballo noble (el coraje o voluntad) logran contener al caballo que siempre tiende a desbocarse (los deseos, las pasiones) … 

La conclusión a la que podemos llevar es que la ética platónica es, como la socrática, una ética racionalista o intelectualista, en la que el bien se puede conocer y en la que este se identifica propiamente con el conocimiento o sabiduría. Tanto para Sócrates como para Platón, el secreto de una buena vida es conocerse y ser uno mismo lo más virtuosamente posible, lo que significa vivir de acuerdo con la razón, amar la sabiduría sobre todas las cosas y convertir esa sabiduría en fuente de valor y de moderación. Esto no quiere decir que despreciemos los placeres, sino que escogemos los mejores (los placeres intelectuales). Si logramos generar ese maravilloso acorde en el que la razón es la nota dominante y el resto de las cuerdas (la voluntad, la pasión) se armonizan con ella habremos alcanzado la mayor virtud y felicidad. Como, además, el hombre sabio ha comprendido que su esencia o alma es inmortal, tampoco teme a la muerto, con lo que su felicidad es aún mayor.


Si queréis una guía platónica para ser realmente sabio, bueno y feliz, aquí la tenéis.



jueves, 6 de noviembre de 2025

27. La antropología platónica y cuatro cuentos sobre el alma


¿Qué somos los seres humanos

Como cualquier otro ser, los humanos tenemos una naturaleza doble: somos, de un lado, seres sensibles; pero, de otro lado, somos lo que somos por participar de lo inteligible (es decir: por participar de las las ideas que nos definen como humanos y como individuos). 

Más concretamente, los seres humanos somos, cada uno de nosotros, una idea o forma (en sentido platónico) que, por motivos que Platón suele describir mitológicamente, ha "caído" en el mundo sensible, es decir: se ha materializado en un cuerpo. Así, podemos decir que los seres humanos tenemos una doble naturaleza (en el mundo sensible todo parece dividirse en dos): el cuerpo y el alma (lo físico y lo psíquico). El cuerpo es siempre lo movido, y el alma lo que mueve o anima. Este movimiento que nos imprime el alma es nuestra forma de ser, pues el alma es la parte que está en contacto con la forma ideal que somos y, conociéndola (más o menos), "tira" de nosotros hacia ella...

El alma humana se divide a su vez en dos tipos de capacidades o  "movimiento anímico": el querer (que comparte con los animales), y el pensar, la razón, que en el hombre se convierte en la guía del querer... Aunque no siempre. En el ser humano, el querer se divide también en dos: un querer pasivo, pasional, que no siempre obedece al pensamiento (son los deseos o apetitos animales), y un querer activo, enérgico, voluntarioso, que obedece al pensamiento (es lo que solemos llamar la "voluntad").

Como veis, en el ser humano, todo se duplica una y otra vez, como en un juego de espejos. Somos una realidad inteligible, una idea, pero una idea que "ha caído" en el mundo sensible y se ha materializado en un cuerpo. Somos, pues, alma y cuerpo. Y en el alma: pensar y querer. Y en el querer: acción (lo que hoy podríamos llamar "voluntad") y pasión (deseo). Platón llamó a estas tres partes del alma con términos que han pasado a la historia: el alma racional (el pensar), el alma irascible (el querer activo, la voluntad) y alma concupiscible (el querer pasivo, los deseos animales, la pasión). 

Siendo dobles como parece que somos, tal vez tengamos que hablar en mitos (que son un doble de la verdad) de eso que somos y parecemos. Así que escuchad estos dos pares de mitos, que son cuatro, cuatro cuentos sobre el alma, que os deberían recordar, si están bien compuestos, a un único cuento verdadero...


El carro alado o la reencarnación.

Cuenta un viejo cuento que el alma cuenta con dos cosas: la alada carrocería (el cuerpo) y lo que la mueve y levanta, y a esto último llaman más bien alma, o ánima, porque anima a moverse al cuerpo. Dicen que este alma también es doble, tiene motor y guía, es decir, querer y pensamiento. Y dicen también que el querer es como un motor de dos caballos. Pero a diferencia del motor de los dioses, cuyos dos caballos son iguales en calidad y potencia, en el ser humano estos dos caballos son muy distintos. Uno es la pasión (es un caballo negro y salvaje, al que llaman Apetito) y el otro es la acción voluntaria y esforzada (es un caballo blanco y sensato, al que llaman Coraje). El conductor o Auriga de este carro de dos caballos es la Razón, y desde que el mundo se hizo, dando alma (que es la forma de la Forma en la materia) a cada cosa, todo Auriga conduce su carro según quedó establecido por las leyes de circulación del cosmos. En esa armonía de movimientos, las almas humanas vuelan lo más alto posible, pues es allí, sobre las propias espaldas del cielo y a los pies de los dioses inmortales (las ideas), donde crece su alimento favorito (el conocimiento o contemplación de las ideas). No hay felicidad más grande que revolotear allí. Pero, ay, el vuelo de las almas humanas es inestable. "Apetito", el caballo indócil, se desboca a veces, atraído por los olores de la tierra, y entonces hace descarrilar el carro y el alma descarriada y con las alas rotas cae sobre el mundo, en donde cambia su carrocería brillante y alada (hecha del material de las estrellas) por la de la triste carne que padecemos. Pero el alma humana, caída como un ángel caído, no se conforma nunca, y tras recuperarse de la inconsciencia provocada por el golpe, recuerda vagamente el lugar aquel donde vagaba feliz. Y si logra en este mundo enderezar al caballo desobediente y, con ayuda de "Coraje", el caballo dócil y disciplinado, alzar de nuevo el carro, poco a poco, hacia alimentos cada vez más celestiales y propios al alma (tal como la belleza más pura, la virtud y la sabiduría), entonces se irá reencarnando en la forma de seres cada vez más alados, desde el animal o el labriego al noble guerrero o el sabio. Y así será hasta que, encarnándose, como los buenos pensamientos se encarnan, de sabio en sabio, generación tras generación, logre de nuevo merecerse alas y cielo y, así, volver a la casa de las Ideas (esas que van descubriendo los sabios), que es la suya propia.


Eros o el amor.


Cuentan los amantes de los cuentos que el alma es el Amor que mueve todo cuerpo y  mundo. Y dicen que este Amor (al que algunos llaman Eros) fue en tiempos un dios, nacido de dioses.  Dicen que se celebraba el nacimiento de Afrodita, diosa de la Belleza, y que tras el banquete divino, Poros, el dios de los Recursos, que estaba borracho, fue asaltado por Penia, diosa de la Pobreza, que quedó embarazada de aquel. El hijo de este accidentado encuentro fue precisamente Eros, quien desde entonces va buscando la belleza de Afrodita con todas sus fuerzas y recursos (como hijo de Poros), pero sin llegar a tenerla nunca del todo (por ser hijo de Penia). Pues bien, el alma humana es como ese dios caído o venido a menos que es Eros, y que más que dios parece un demon, un espíritu o genio intermedio entre dioses y humanos. Como él, somos hábiles e inteligentes (Poros), pero también débiles y menesterosos (Penia). Y también, como él, recordamos siempre la divina belleza del cielo del que provenimos. Y la buscamos, primero, en el deseo por los cuerpos jóvenes y bien parecidos, pues es en ellos donde antes se refleja o recuerda la belleza. Y así, el alma amante va de un cuerpo a otro, descubriendo que lo bello es uno en muchos. Pero descontenta el alma de la belleza física, pues siendo efímera no es posible permanecer ni sembrar en ella nada --ni siquiera hijos-- que no sea también pasajero y olvidadizo, busca entonces la belleza que hay en las buenas acciones. Y así el alma se enamora de otras almas buenas y ambas emprenden, con coraje y valor, hermosos proyectos en común. Y si bien es cierto que esta belleza es más perdurable y alta, tanto en sí misma como en sus hijos (las proezas y la fama), no basta tampoco al alma, que recuerda y busca una belleza aún más pura y eterna. Por eso el alma se enamora al fin de otras almas, más sabias, con las que poder razonar y dialogar. Y junto a ellas logra recordar la mayor y más imperecedera belleza, la Belleza en sí, la idea o forma por la que todo lo bello lo es. Contemplando esta Idea eterna, el alma recuerda ya del todo quién es y de donde viene, y así vuelve al cielo donde nació y donde nada falta ni acaba.

La Caverna o el conocimiento.


Cuenta el mito que las almas humanas estamos prisioneras de un cuerpo o caverna, oscura como la noche y en la que, a falta de luz, vivimos en sombra soñando que vivimos en un mundo que es todo de sombras y de sueños. Lo peor es que las almas no parecen apetecer más que esa vida ignorante e infrahumana. Pero si alguna de ellas, por la fuerza de otro o la propia de su coraje, se liberara, vería las cosas origen de aquellas sombras, y el fuego que las alumbra, y comprendería que lo que sabía y quería antes no era más que copia de lo que ahora descubre digno de querer y ver. Pero si, una vez despertada de las sombras por su asombro, sigue esforzadamente camino arriba y sale fuera de la gruta, sus ojos se le quedarán inútiles de tanta luz, y solo podrá guiarse ya por la razón. Y descubrirá allí que aquellas cosas que asombraron sus ojos no son más que copias de estas otras que ahora iluminan su inteligencia. Y sabrá entonces, al pasar de la noche de los sentidos al día de la razón, que este nuevo mundo es más celeste, amable, bueno y verdadero, pues en él habitan la luz, la belleza, la bondad y la verdad puras, sin cuerpo ni tiempo, perfectas en sí mismas, hijas todas de la Perfección que, como un Sol, a todo ilumina y hace ser y vivir. Cuando esto comprende el alma se comprende a sí misma y queda comprendida y unida allí en lo más alto, como una más entre las Ideas, justo donde está su soleado hogar.

El Reino o la educación.


Una perfección falta al alma allá en su cielo de marfil, en el que feliz y plena contempla las Ideas y se descubre cada vez más sabia. Aunque nada le apetece más que su vida de retiro y filosofía, el alma del antiguo cavernícola, hoy alma libre, recuerda y razona que no es justo abandonar a esas partes olvidadas de sí que son los otros, las otras almas, las de la multitud de prisioneros que permanecen allá abajo en la caverna. Entonces, domando con coraje su más natural y verdadero apetito, el alma del filósofo baja a la caverna a educar y gobernar al resto, para que todos puedan gozar de su misma libertad y conocimiento. Así, y aún a riesgo de que lo tomen por loco, el alma del filósofo se empeña valientemente en educarlos. Primero como a niños, con cuentos, mitos, canciones y juegos, hechos de imágenes o sombras, como aquellas que están acostumbrados a ver, les enseña a fortalecer el carácter y a vencer el apetito viciado en la costumbre. Una vez libres de esas primeras cadenas, el alma del filósofo les muestra el saber que hace útil a los objetos, y así, moderados en sus apetitos y expertos del saber práctico, los nombra artesanos y productores de un nuevo Reino. Luego, a los más capaces, el alma maestra los saca de la caverna y les muestra el difícil arte de la ciencia, por el que, mirando con inteligencia las Ideas descubren su forma tanto en las cosas como en las acciones de allá abajo, en la caverna. A estos, el filósofo los nombrará gobernantes o guardianes del Reino. Pero de entre estas almas, ya libres, hará de nuevo dos grupos. Las almas con más coraje que razón, no aprenderán mucho más y quedarán destinados a guardar, como soldados, y a gobernar, como auxiliares. Y a las almas con más capacidad racional les enseñará mucho más, pues aprenderán algo más que ciencia: a saber de las Ideas en sí mismas, de las relaciones entre ellas y de su unión bajo la Idea suprema, la Idea de Bien. Solo este conocimiento supremo, que da la filosofía, podrá hacerles saber qué es la Perfecta Justicia, y solo en posesión de ese conocimiento podrán gobernar perfecta y justamente el Reino, descubriendo el Cielo acá en la Tierra.    







martes, 4 de noviembre de 2025

26. EJERCICIO CON TEXTO NO FILOSÓFICO 1


EJERCICIO CON TEXTO NO FILOSÓFICO 1



1. Leed los siguientes fragmentos o documentos y, de cada uno de ellos, identificad el tema o problema principal que se plantea en él, nombrando alguna teoría o perspectiva filosófica que podáis relacionar con dicho problema. 

2. Escoge uno de los fragmentos o documentos y desarrolla una exposición escrita en la que comentes el tema y el contenido del texto relacionándolo con alguna teoría o perspectiva filosófica (o varias de ellas) que conozcas (30/35 líneas). Cuando acabes, ponle un título lo más expresivo posible a tu exposición. (Para realizar esta pregunta podéis consultar este modelo de respuesta al Texto 1)

Texto 1. "Desde las abejas hasta los anillos de Saturno, pasando por los helechos y los átomos, la naturaleza, donde se mire, está llena de patrones que pueden describirse con las matemáticas, entendida así, como un lenguaje o una herramienta que creamos para describir el mundo. Pero no para el filósofo Sam Baron, quien se opone a la generalizada noción de que las matemáticas son una invención humana. Para Baron, las matemáticas son, en realidad, la base del mundo; dan estructura al mundo en que vivimos. Nosotros simplemente la observamos. En otras palabras, las matemáticas existían en la naturaleza mucho antes de que los humanos las inventaran". 

F. Espinosa, “El ser humano no inventó las matemáticas”. DW, 7/01/2022 https://www.dw.com/es/inventaron-los-humanos-las-matem%C3%A1ticas-o-son-un-componente-esencial-de-la-existencia/a-60363738


Texto 2. "La IA y la loca iconosfera que nos circunda (y nos habita) nos ha robado, ¡aleluya!, la fe en las imágenes, demostrándonos lo que ya sabían los más sabios (y los más astutos): que lo que vemos y nos hacen ver ha sido siempre, todo ello, una barroca construcción cultural – una ilustración de las palabras sagradas e instituidas –, y que ante ese altar envolvente e íntimo de las imágenes hemos de desarrollar el mismo talento crítico y analítico que frente al discurso de las palabras. Dicho de otro modo: que, con más o menos conciencia o buenas intenciones, sofistas y artistas (héroes todos de nuestro tiempo) son lo mismo, y que hay que desconfiar radical e igualmente de ellos, si es que queremos acabar de empezar a salir de una vez de esta vieja y oscura caverna".

V. Bermúdez, “¿Cómo salir, con IA, de la caverna de Platón?”. El Periódico Extremadura, 5/11/2025. https://filosofiacavernicolas.blogspot.com/2025/11/como-salir-con-ia-de-la-caverna-de.html


Texto 3. "También el relativismo pone en cuestión que seamos alguna vez capaces de alcanzar la verdad por medio de razonamientos. Como ya ha quedado dicho, en la argumentación racional debe conciliarse el punto de vista subjetivo y personal con el objetivo o universal (siendo este último el punto de vista de cualquier otro ser humano que por así decir «mirase por encima de mi hombro» mientras estoy razonando). Pues bien, los relativistas opinan que tal cosa es imposible y que mis condicionamientos subjetivos siempre se imponen a cualquier pretensión de objetividad universal. A la hora de razonar., cada cual lo hace según su etnia, su sexo, su clase social, sus intereses económicos o políticos, incluso su carácter. Cada cultura tiene su lógica diferente y cada cual su forma de pensar idiosincrásica e intransferible. Por tanto hay tantas verdades como culturas, como sexos, como clases sociales, como intereses... ¡como caracteres individuales!" 

F. Savater, Las preguntas de la vida, Ariel 1999, p. 59-60.


Texto 4. "¿Puede la escuela ser algo distinto a una institución diseñada para el acoso? Desde luego. Si en lugar de un instrumento de reproducción de los valores imperantes (básicamente, los de la vida entendida como un juego cruel de ganadores y perdedores para el que hay que endurecerse y aprender a pelear, vencer y humillar a los demás) se convierte en un medio de transformación colectiva que cambia la disciplina ciega, la intimidación, la competitividad y la evaluación obsesiva, por el espíritu crítico, la autonomía, la cooperación y la responsabilidad personal. En otro caso, darán igual las charlas, los talleres, los protocolos y los psicólogos; el acoso escolar seguirá siendo una manera más de imbuir en niños y niñas que la vida es una jungla en la que hay que aprender a pisar para no ser pisados, marginar para no ser marginado y hundir a otros en la miseria para triunfar y ser el tipo poderoso que deberíamos aspirar a ser.". 

V. Bermúdez, “El acoso como institución escolar”. El Periódico Extremadura, 29/10/2025. https://filosofiacavernicolas.blogspot.com/2025/10/el-acoso-como-institucion-escolar.html


Texto 5. "«La maldad se extiende sin fin. El hombre amable se ha desvanecido». Con estas palabras se lamentaba un poeta egipcio en los tiempos del Imperio Medio, unos dos mil años antes de nuestra era. Desde entonces, el diagnóstico pesimista se ha oído o leído sin cesar: en la Ilíada, de Homero, o en la barra del bar […]” 

D. Méndez, “Decadencia moral”. ABC semanal (en línea), 1/9/23. https://www.abc.es/xlsemanal/a- fondo/estamos-en-una-crisis-de-valores- sociedad-decadencia-moral.htm


Texto 6. “En el comienzo este (mundo) era Brahman, el Uno, ilimitado, ilimitado (...) en cualquier dirección (...). Inconcebible es este mismo todopoderoso, inabarcable, ingénito, más allá de todo pensamiento lógico y discursivo, impensable. Espacio es su ser propio, y él, lo Uno, es lo único que permanece en vela cuando todo se arruina...; pone en existencia este (mundo material) y en él desaparece”... 

Maitri Upanishad 6.17


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