Os dejo aquí un diálogo imaginario entre Hipatia de Alejandría y dos
de sus alumnos, un neoplatónico (N) y un cristiano (C), a la salida de clase. Es obra del filósofo Juan Antonio Negrete y está publicado (en una versión más extensa) en el libro Historietas de la Filosofía Griega. También podéis escucharlo aquí.
Hipatia.- ¿Os ha quedado alguna oscuridad
en lo que hemos hablado hoy?
N.- Muchas oscuridades me quedan a mí,
maestra Hipatia, y estoy seguro de que también a mi compañero, aunque la
incomparable luz de tus palabras hace cuanto puede por disiparlas… Pero no nos
hemos quedado a quitarte algo más de tu valioso tiempo. Es por otra cosa…
Hipatia.- Decidme.
N.- Hipatia, tus amigos tememos cada vez
más por tu vida. No nos gustaría que siguieses el camino que alguna vez siguió
Sócrates...
Hipatia.- ¿A qué viene tanto temor? Tengo
buenos amigos, tanto en el poder como entre los cristianos. Todo este jaleo es
cosa de ese estúpido Cirilo, que alienta a sus monjes y a la masa fanática e
ignorante.
N.- Las religiones, sobre todo esta que
se ha hecho con el poder, presumen de nacer del corazón de esa masa ignorante
y, por ello, manipulable e inflamable… Y crece como un mar de fuego subterráneo
que resquebraja los templos de Grecia. ¡Recuerda que ya ardió la biblioteca del
Serapeo!
C.- ¡Pero eso fue cosa de la chusma, no
de auténticos cristianos! Los cristianos nos avergonzamos de que se nos
identifique con algo así. Ahora bien, Hipatia, ¿por qué no haces caso a
nuestras recomendaciones y… te conviertes? ¿Qué puedes defender en el paganismo?
Cuando nombras a los dioses, a Hera, Deméter, Cronos… todos sabemos que lo
haces figuradamente, porque no puedes, nadie puede creer en eso.
N.- ¿Y sí puede creer en los mitos de
tu Iglesia, en un hombre al que se toma por hijo del Dios, que cura
endemoniados y camina por las aguas…? ¡Por Zeus, chusma ignorante!
C.- Todo esto lo prueba la fe. He ahí el
milagro. Pero ya ninguna fe alienta bajo los dioses paganos, ni en realidad lo
hizo nunca.
N.- ¡Ciertamente, parece un milagro que
personas inteligentes como tú hayan pasado a hablar como hablas! No hubiera
dado crédito, de no verlo. Aunque existen otras explicaciones: el miedo y el
sometimiento: eso es lo que atenaza vuestras mentes.
Hipatia.- (tras un largo silencio) Os
diré lo que pienso. En efecto, el mundo griego está muerto: subsiste moribundo,
mientras otro mundo comienza a nacer. Como toda criatura de corta edad, la
nueva civilización carece de la capacidad adulta de razonar, solo sabe imaginar
y solo ansía crecer, como si no existiese en el mundo más centro que ella. Devora
ciegamente cuanto alcanza y destruye cuanto ignora. Estoy de acuerdo contigo,
Marcos, en que nosotros, los que pertenecemos a Grecia, estamos muertos. Pero
vosotros os engañáis si creéis que vuestras razones, todas ellas tomadas… no
diré robadas… a los griegos, dominarán ese río que crece. Caerán las
bibliotecas, una tras otra, porque cuando un grupo de personas es capaz de
creer que un único libro es dictado directo de Dios, lo natural es que vea en
todos los demás libros o bien enemigos o bien libros innecesarios, y que en
ambos casos deben arder. Pero la filosofía griega fue precisamente la cura
contra eso. El Logos no dicta un solo libro, los dicta todos y ninguno, porque
tampoco ninguno está exento del error humano y ninguno, por tanto, puede ser
enarbolado fanáticamente.
C.- Sí, los cristianos estamos creando un
mundo nuevo. Pero ¿tiene un mundo nuevo que matar a aquel que, según mi
opinión, es su madre? Querida maestra, permíteme que sea franco: veo latir en
tus palabras la soberbia humana de creer que no necesita nada superior a su
entendimiento.
N.- En tus labios lo que late es la
humillación del hombre… ante otros hombres que se consideran iluminados.
C.- Pero no quiero tu mal. Por favor, retírate cuanto puedas de la vida pública. Entrégate a tus libros y seguramente
vivas en paz.
Hipatia.- ¿Me aconsejas lo que aconsejaba
Critón a Sócrates? ¿De tan poco nos ha servido el cultivo de la filosofía, y
tan poco ha logrado hacer la fe en ti!? ¿Y tú, dices lo mismo?
N.- Ciertamente, iba a decir lo mismo, y
ahora me avergüenzo, sin que me abandone el temor por ti.
Hipatia.- Si hemos de morir, moriremos. Lo peor no será nuestra muerte. ¿Valdrá la pena vivir cuando los textos de Platón, Aristóteles y de tantos otros filósofos y filósofas desaparezcan?
No hay comentarios:
Publicar un comentario