¿CÓMO AFRONTA PLATÓN EL PROBLEMA DE LA REALIDAD?
Como casi todos los filósofos anteriores, Platón afronta el problema de la realidad distinguiendo entre aquello que se nos aparece inmediatamente a los sentidos (y que se muestra inconsistente, absurdo y caótico) y aquello otro que la razón reconoce como necesario para dotar de identidad, causa, ley y cognoscibilidad a lo real. A lo primero lo llamará "mundo sensible" y a lo segundo "mundo inteligible", pues solo podemos conocerlo a través de la inteligencia. El mundo sensible se compone de todo lo que creemos percibir o experimentar (las cosas, seres y sucesos físicos o psíquicos); el mundo inteligible se compone de lo que Platón va a llamar "formas" o "ideas". Estas "formas" van a ser la respuesta de Platón a la pregunta por la "arkhé" típica de los presocráticos; es decir, a la pregunta por aquello que constituye la identidad de las cosas, lo que las causa o mueve, y lo que determina su forma de ser.
¿QUÉ SON LAS IDEAS PLATÓNICAS?
En sus diálogos, Platón habla
constantemente de ciertas “formas” o “ideas”. Estas formas o ideas:
(a) son las cosas verdaderamente reales;
(b) son el aspecto que tienen en común las distintas partes y momentos de un individuo particular (por ejemplo, la idea o forma de Sócrates o de Rocinante); el aspecto que tienen en común los distintos individuos que componen una clase o género (por ejemplo, la idea o forma de ser humano o de caballo); y los distintos aspectos o cualidades que podemos atribuir a un individuo o género (por ejemplo, la idea o forma de animalidad, racionalidad, nobleza, ancianidad, prudencia, belleza, etc. );
(e) son el modelo ideal o perfecto de cada individuo, género o cualidad de los que son idea o forma;
(c) son trascendentes, es decir, independientes del espacio y el tiempo (no son extensas o corpóreas, pueden "estar" en muchos lugares sin dividirse, no cambian ni están sujetas al tiempo), por lo que no son cosas físicas o sensibles;
(d) son objetivas, no subjetivas; no son fenómenos mentales (pues estos están sujetos al tiempo) ni dependen de que las pensemos para existir (pueden ser el objeto del pensamiento, pero no son pensamientos).
(e) son la condición de posibilidad del conocimiento, en cuanto permiten identificar y reconocer a las cosas atribuyéndoles unidad, identidad y determinadas cualidades o propiedades (X es una cosa, animal, caballo, bello, noble, etc.).
¿POR QUÉ CREE PLATÓN QUE EXISTEN LAS
IDEAS?
Primero: Si las cosas sensibles existen de algún modo (aun como apariencias) han de tener identidad y ciertas propiedades o aspectos característicos; ahora bien, ni la identidad ni las propiedades con que caracterizamos a las cosas tienen cabida en el mundo sensible; por tanto, si las cosas sensibles existen (de algún modo), ha de existir también un ámbito de realidad no sensible en donde radiquen su identidad y las propiedades que las caracterizan (este ámbito es el que llamamos el mundo de las formas o ideas). Explicación: Nada puede ser sin unidad (sin ser "una" cosa) ni sin cierta identidad estable (sin ser "lo mismo" de un instante a otro); pero las cosas sensibles son continuamente divisibles en partes y momentos diferentes, por lo que en ningún caso se cumple en ellas la mínima condición para ser, que es la unidad o identidad (A = A). Este ocurre también en los fenómenos psíquicos, pues aunque no estén sujetos al espacio, sí que están sujetos al tiempo. Siendo así, las cosas sensibles (físicas o psíquicas) solo pueden ser algo en relación con otras cosas que sí tengan esa unidad o identidad; esas otras cosas son las formas o ideas trascendentes. Además, las cosas sensibles son lo que son en tanto poseen determinados aspectos o propiedades (son... grandes, vivas, nobles, dinámicas, hermosas, humanas, Sócrates, etc.), pero ninguna de estas propiedades puede ser una cosa física o psíquica (fijaos que, por ejemplo lo grande o lo vivo pueden estar en muchos lugares y tiempos a la vez, o no estar en ninguno, sin dejar de ser lo que son); son, pues, formas o ideas. 
Segundo: Las cosas sensibles están en un continuo proceso de devenir, de evolución o de involución (por eso nos parecen más o menos perfectas o imperfectas, más o menos grandes, vivas, nobles, hermosas, etc.); ahora bien, si las cosas sensibles existen y devienen ha de existir también aquello en razón de lo cual evolucionan o involucionan: algo que ya no evolucione ni involucione, y que no puede pertenecer al mundo sensible (pues en él, como decimos, todo esta en proceso de cambio); esto que no cambia ni deviene, porque ya es perfecto, son las ideas o formas inteligibles, que son también modelos de perfección ideales para las cosas que participan de ellas. Explicación: todo en el mundo sensible nos parece más o menos imperfecto o inacabado (no hay caballos, personas, ni círculos concretos que sean perfectos); de hecho, todo lo sensible se mueve y cambia, bien para desarrollarse o para deteriorarse. Ahora bien, la experiencia de lo imperfecto y del cambio no sería posible sin la existencia de lo perfecto e invariable; esta perfección no existe en el mundo sensible, pero como es condición del mismo, si existe el mundo sensible, ha de existir esa perfección, pero no en el mundo sensible, sino en el mundo inteligible de las formas o ideas, que son también el modelo de perfección de las cosas sensibles, es decir, el grado máximo de ser cada cosa y de cada propiedad de cada cosa (el Sócrates perfecto, el caballo perfecto, la belleza perfecta, etc.).

Tercero. Si las cosas sensibles fueran las únicas cosas reales, no podrían ser conocidas (ni siquiera como apariencias), pues carecerían de la unidad, identidad y propiedades necesarias para poder ser identificadas y definidas; ahora bien, dado que podemos conocer de algún modo a las cosas sensibles, han de existir otras realidades no sensibles que hagan posible dicho conocimiento (estas otras realidades no sensibles son las formas o ideas). Explicación: si las cosas fueran físicas o psíquicas (corpóreas y cambiantes), no podrían conocerse, pues lo corpóreo es infinitamente divisible en partes diferentes (carece de unidad, de límite o fin, y es por tanto indefinible) y, junto con lo psíquico o mental, está continuamente cambiando (nunca es lo mismo de un momento a otro); así, nunca podríamos decir de algo que "es una cosa”, pues siempre podríamos volver a dividirla en dos partes diferentes, ni tampoco podríamos decir que "es la misma cosa", pues al decirlo ya sería otra (pues habría cambiado en el tiempo). Además, todo lo que podemos decir de una cosa sensible (más allá de que es una y la misma cosa) son propiedades o predicados (es bajo, es feo, es gordo, es sabio, es ateniense, es Sócrates...), ninguno de los cuales tienen naturaleza sensible (lo bajo, lo feo, lo gordo, lo "sócrates"... no son objetos sensibles, ni físicos ni psíquicos).
¿PERO ENTONCES, CUÁNTOS TIPOS DE REALIDAD EXISTEN,
SEGÚN PLATÓN?
Como hemos visto, Platón habla de dos tipos de
realidad o mundos: el mundo sensible y el mundo inteligible (dualismo
platónico). El mundo sensible es el mundo de las cosas físicas (y
psíquicas), sujetas al tiempo y al espacio, divisibles y cambiantes
(nacen, cambian, mueren...) y que se nos aparece ante los
sentidos. De otro lado, el mundo
inteligible es el mundo de las formas o ideas trascendentes, ajenas
al tiempo y al espacio, cuyos seres (las ideas) son incorpóreos,
indivisibles, eternos (no nacen ni cambian ni mueren) y perfectos; es un mundo
que no podemos experimentar con los sentidos, pero sí podemos captar
con la inteligencia, especialmente cuando filosofamos.

Ahora bien, de esos dos mundos, el mundo realmente verdadero (y fundamento del otro) es el mundo inteligible. El mundo sensible es descrito
por Platón como un reflejo o imagen del mundo inteligible, y que no
puede ser en sí mismo nada (¿monismo platónico?). Como hemos visto en el punto anterior,
las cosas físicas (o psíquicas) no tienen ser o identidad por sí
mismas (son infinitamente divisibles y cambiantes). Solo son en
cuanto se relacionan con las ideas (lo unitario, lo permanente de
cada cosa). Un caballo no pueden ser (ni ser pensado) sino por
participar de la forma o idea de caballo. Son las formas lo que dan
unidad y permanencia a las cosas. Por el contrario, el mundo
inteligible existe por sí mismo. Las ideas son lo que son por sí
mismas, no necesitan a las cosas físicas para ser. La idea de
caballo es lo que es, y siempre será así, haya o no caballos sensibles y particulares en el mundo. La idea de dos o de círculo es lo que es,
aunque nadie las piense o descubra. Sin las ideas las cosas físicas
(o psíquicas) no pueden ser nada. Pero sin las cosas físicas (o
psíquicas) las ideas siguen siendo exactamente lo que son.
Platón establece algunas distinciones
más, tanto en el mundo sensible como en el mundo de inteligible. En
el mundo sensible diferencia las cosas físicas (por ejemplo, los
caballos, los árboles, etc.) de sus imágenes y reflejos (por
ejemplo, una pintura representando un caballo o un árbol). Las imágenes de los objetos físicos representan para la
ontología platónica el menor grado de realidad posible, pues dado que los
objetos físicos son imágenes o reflejos de las ideas, las imágenes
de los objetos físicos serían como “imágenes de imágenes”
(Por esto Platón dice en ocasiones que el arte está alejado “dos
veces” de la realidad).
En el mundo inteligible diferencia, en
primer lugar, entre las ideas reflejadas en el mundo sensible, y las
ideas consideradas en sí mismas. Las ideas reflejadas en el mundo sensible (tal como se narra en el mito de la caverna, los objetos reales no se
pueden mirar directamente, sino que primero han de contemplarse
reflejados en el agua, etc.) son las ideas en tanto explicación
científica del mundo sensible, esto es, entendidas como hipótesis
desde las que comprender y organizar los datos sensibles. De estas
ideas científicas, las más fundamentales (las menos mezcladas con
el mundo sensible) son las matemáticas, aunque las ideas matemáticas
no dejan de tener cierta relación con lo sensible o inmanente: el espacio (la
geometría) y el tiempo (la aritmética). Más allá de las ideas tal
como se reflejan en las cosas sensibles, están las ideas
consideradas en sí mismas, independientemente de lo sensible son las ideas puras con las que trabaja el filósofo.
Ahora bien, las ideas consideradas en
sí mismas pueden ser de muchos tipos. Platón parece sugerir a veces
que hay tantas ideas como cosas o individuos (por ejemplo, la idea o
forma de cada persona o cada caballo...), aunque casi siempre menciona ideas de
género (idea de caballo, de hombre, etc.) y de propiedad o cualidad (idea de
blancura, grandeza, etc.), sobre todo de cualidades morales y
estéticas (ideas de virtud, valentía, belleza...). En algún
diálogo plantea ciertas ideas más fundamentales (las ideas de ser,
identidad, diferencia, movimiento, reposo...), de las que
“participarían” las demás. Pero la idea más fundamental de
todas, la idea o forma de todas las demás, es la que denomina “Idea
de bien”, con la que se representa la unidad y perfección que
comparten todas las ideas.
¿CÓMO SE RELACIONAN EL MUNDO SENSIBLE
Y EL MUNDO INTELIGIBLE?
Platón explica de distintos modos (a
veces de modo imaginativo o mítico) la relación entre las ideas y
los seres sensibles. En algunos casos utiliza el concepto de
“participación”: las cosas sensibles participan de las ideas, y
por eso son lo que son (por ejemplo: algo es un caballo blanco porque
participa de las ideas de caballo y de blancura). En otros casos (en el diálogo el Timeo) Platón emplea otra metáfora típica: las ideas son
el modelo de las cosas sensibles, que serían meras copias suyas. Según esta última concepción Platón narra a través de mitos (recurso muy frecuente en Platón) como un
dios creador (el “demiurgo”) habría dado “forma” o límite a la
materia fijándose en el modelo que son las ideas. Otra manera, más
psicológica, de entender la relación entre ideas y cosas alude al
alma humana, que contiene en sí el recuerdo de las ideas y las
proyecta y reconoce en las cosas sensibles al percibirlas o
conocerlas (las ideas serían algo que “pone” el alma al ver las
cosas, aunque esta interpretación no es literalmente platónica
–Platón no dice esto-- sino una interpretación que cabría hacer
de sus teorías).
¿CÓMO SE RELACIONAN ENTRE SÍ LAS IDEAS? ¿QUÉ
ES LA IDEA DE BIEN?
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Platón no deja claro cómo es la
relación entre esas realidades que son las ideas. Desde el punto de
vista del conocimiento humano, se relacionan a través del
pensamiento, sobre todo del pensamiento filosófico, al que Platón
denomina “dialéctico” (véase la siguiente entrada). Desde el punto de
vista de las propias ideas, podríamos interpretar que unas se
comprenden en otras, hasta llegar a la idea que las comprende a todas
de forma absolutamente unitaria. Esta “idea de ideas” es la “idea
de Bien”. Si cada idea particular representa lo unitario y perfecto
de cada cosa o clase de cosas (lo unitario y perfecto de todos y cada
uno de los caballos, lo unitario y perfecto de todos y cada uno de
los hombres, etc.), la idea de todas y cada una de las
ideas representará lo unitario y perfecto en sí mismo, es
decir: la máxima unidad y perfección. Esta idea absolutamente una y
perfecta ya no puede ser pensada bajo ninguna otra idea (su
existencia solo puede ser “intuida” como necesaria), está “más
allá de todo”, pero es lo que permite que todo sea (incluyendo a
las ideas) y pueda ser conocido. Platón la simboliza con la imagen
del Sol, que lo alumbra todo, permitiendo que las cosas sean y sean
conocidas (pero sin que nada pueda "alumbrarlo" a él).
LA TEORÍA DE LAS IDEAS EN LA ALEGORÍA DE LA CAVERNA
En
el mito o alegoría de la caverna (que aparece en alguno de los textos
orientativos) encontramos representada, a través de imágenes, la teoría sobre
la realidad de Platón. El mundo interior a la caverna representa el mundo
sensible (la tierra, el mundo de “abajo”), y el mundo
exterior a la caverna representa el mundo inteligible o real (lo celeste, el
mundo de “arriba”, las ideas). El mito también escenifica los cuatro grados de
realidad (de menor a mayor) y las relaciones entre ellos. Las imágenes o
sombras en el fondo de la caverna (objetos de la imaginación) son las copias o
reflejos de las cosas físicas que van apareciendo tras el tabique, alumbradas
por el fuego (imagen y copia, a su vez, del Sol, y que tal vez simbolice a la
razón humana), y que son
el modelo de aquellas. Pero, a la vez, tales cosas físicas son objetos hechos a
imitación (copias, imágenes) de las cosas reales que existen fuera de la caverna (las
ideas), que son su modelo. Estas ideas se conocen primero reflejadas en
superficies pulidas, dice la alegoría (es decir, como hipótesis explicativas de
las cosas sensibles, o como lo que hoy llamaríamos “ideas científicas” – entre
las que Platón destaca siempre las matemáticas –). A su vez, todas estas existen
y son conocidas en sí mismas (al modo filosófico, sin ser ya hipótesis para
explicar el mundo sensible) gracias a la luz del sol (la idea de Bien) que es
el modelo de todas ellas, esto es: la idea misma de unidad y perfección.
¿QUÉ OBJECIONES PODRÍAN HACERSE A LA
TEORÍA DE LAS IDEAS?
Primera: La relación entre el mundo
sensible y el inteligible es muy problemática. ¿Cómo pueden
relacionarse “realidades” tan distintas? El dualismo presenta
siempre este problema. El concepto de participación quizás no sea
satisfactorio, pues, por ejemplo, si un hombre concreto es "hombre" por participar o parecerse a la idea de hombre, esto querría
decir que hay otra idea, la de la forma en común de ese hombre concreto con el hombre ideal, y así hasta el infinito (la forma
en común de la forma en común del hombre concreto y el hombre ideal con
el hombre ideal, etc., etc.). A esto se le llama “el problema del
tercer hombre”.
Segunda: Si suponemos un mayor grado de
monismo en Platón, y comprendemos el mundo sensible como una
realidad aparente o ilusoria (en el fondo, las cosas sensibles no
serían realidades, sino apariencias), aparece otro problema. ¿Qué
tipo de realidad es lo aparente (lo que parece que es, pero no es nada por sí mismo)?
Tercera: Para muchos filósofos, negar
o minusvalorar la realidad del mundo que vemos no es admisible, pues
de alguna manera la realidad de este mundo es evidente (no ilusoria). En este sentido, la explicación de Platón no es suficiente, pues no explica lo evidente.
Cuarta: la existencia de realidades
trascendentes (“fuera” del espacio y el tiempo) resulta también
inadmisible a muchos filósofos (por ejemplo, a los filósofos
materialistas o “inmanentistas”), para los cuales nada puede
existir si no es en el espacio y el tiempo. Ni los "fantasmas" (seres incorpóreos) ni los "vampiros" (seres inmortales) existen, diríamos en broma, no hay ángeles ni dioses, todo eso son mitos, igual que las ideas platónicas. En realidad las ideas no serían, según estos filósofos, más que abstracciones que produce la mente a partir de la experiencia del único mundo real, que sería el mundo sensible.
Quinta: en cualquier caso, con su teoría del mundo inteligible, y dado que el mundo sensible parece innegable, Platón complica el problema ontológico, más que resolverlo: multiplicar las realidades y no poder explicar satisfactoriamente ninguna de ellas (ni la realidad de las cosas sensibles ni la de las cosas inteligibles) es visto, por algunos filósofos, como un gran error.
Aquí, la presentación de clase:
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